ADN del crimen: buscan huellas de Lucas Escalante y Lautaro Morello en el automóvil de un comisario de la policía bonaerense
Peritos de la Policía Federal tratan de encontrar en el vehículo de un alto oficial rastros genéticos de los jóvenes desaparecidos en Florencio Varela
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Un comisario mayor de la policía bonaerense aparece en la mira de los investigadores que buscan a Lucas Escalante, desaparecido el 9 de diciembre pasado en Florencio Varela y a los autores del homicidio de Lautaro Morello. En las últimas horas, un grupo de peritos de la Policía Federal comenzó a revisar el automóvil Toyota Etios blanco que la fuerza de seguridad provincial había asignado para el uso oficial del comisario mayor Francisco Centurión. Este vehículo fue secuestrado hace diez días en la dependencia en la que trabaja el mencionado jefe policial, en la planta alta de la comisaría 1° de Quilmes, situada en Alem y Sarmiento, a media cuadra del edificio donde funcionaba el Palacio Municipal de Quilmes.
Entre los puntos de peritaje ordenados por el fiscal de Berazategui, Daniel Ichazo, figura la revisión del vehículo para tratar de encontrar material genético y restos de sangre. Además, el representante del Ministerio Público ordenó que se revise el kilometraje del rodado y se realice una observación minuciosa del tapizado con el objetivo de determinar si fue modificado.
Lucas y Lautaro, de 26 y 18 años, respectivamente, fueron vistos con vida por última vez, el 9 de diciembre pasado, cuando el primero de ellos pasó a buscar al otro joven para ir a festejar el triunfo del seleccionado argentino de fútbol ante Países Bajos por los cuartos de final del Mundial de Qatar.
El automóvil BMW de Lucas fue hallado dos días después, incendiado al costado de la ruta provincial 53. Una semana más tarde, la policía encontró el cadáver de Lautaro. Sin embargo, hasta el momento, nada se sabe de Lucas.
La noche que ambos jóvenes fueron vistos con vida por última vez, estaban cerca de la casa del comisario mayor de la policía bonaerense, cuyo vehículo oficial comenzó a ser revisado en las últimas horas.
Dicha vivienda pertenece al jefe policial investigado, pero este no vive allí. Los rastros de Lautaro y Lucas se pierden en esa propiedad, habitada, en el momento de las desapariciones, por el hijo del comisario mayor. Dos testigos y el seguimiento de las cámaras de seguridad, confirmaron que el BMW de Lucas estuvo en esa vivienda la noche que desapareció.
Por este motivo, la Justicia procesó con prisión preventiva a Cristian y Maximiliano Centurión, hijo y sobrino del jefe policial. Además, un amigo de Lucas presentó una serie de mensajes de WhatsApp en los que le pedía que lo acompañe a encontrarse con una persona que le ofrecía vales de nafta, con los que se paga el combustible que cargan los móviles policiales.
Los investigadores determinaron que la persona con la que planeaba encontrarse Lucas esa noche era el acusado Cristian Centurión.
Cristian Centurión, de 24 años, estudia en la Escuela Juan Vucetich la carrera policial para convertirse en oficial de la fuerza de seguridad provincial. Su padre, si bien no fue detenido ni imputado en el homicidio de Lautaro y en la desaparición de Lucas, fue separado preventivamente de sus funciones y tiene un sumario en su contra en la Auditoría General de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad bonaerense.
Si bien todavía no fue formalmente acusado en el expediente, el comisario mayor aparece en la mira de los investigadores que, hace diez días, secuestraron el automóvil oficial que le asignó la fuerza de seguridad provincial.
Ante la sospecha de que un comisario mayor de la fuerza provincial de seguridad pudiera estar involucrado en el caso, el 14 de enero pasado, la investigación del homicidio de Lautaro y de la desaparición de Lucas quedó a cargo de los detectives de la Policía Federal.
Mientras que, por solicitud del abogado Carlos Guillermo Diéguez, que representa a la familia de Lautaro, la instrucción de sumario pasó de la fiscalía de Florencio Varela a Unidad Funcional de Investigaciones (UFI) de Berazategui, a cargo del mencionado Ichazo que, entre otras medidas, ordenó el secuestro del automóvil oficial del comisario mayor Centurión, quien ya había entregado su celular.
La pista del combustible
“Pero, qué onda. ¿Cómo es la movida, que es nafta gratis? ¿Por qué tiene eso? ¿Porque compró mucha nafta o porque le dieron vales de cortesía?”, le preguntó por mensaje el amigo al que Lucas le pidió que lo acompañara.
“No, no. El padre trabaja en la policía, pero en un cargo muy alto y le dan nafta. A mí me pasa siempre $ 15.000 en vales. Bueno, con eso zafo. Ahí me acordé, el padre trabaja en el lugar ese que persiguen a los narcos y eso tiene un nombre en la policía. Seguro que vos sabés”, respondió Lucas. Debido a que el amigo al que le mandó esos mensajes no lo acompañó, Lucas se comunicó con Lautaro y lo pasó a buscar a dos cuadras de su casa.
Estas comunicaciones figuran entre los fundamentos del requerimiento de prisión preventiva contra los primos Centurión, presentado por la fiscalía de Florencio Varela. Actualmente, Cristian y Maximiliano Centurión están presos. Pero el comisario mayor está en libertad porque no está imputado.
“No estoy de acuerdo con la hipótesis del Ministerio Público. No se trató de dos chicos que discutieron por un simple vale de combustible. Además, en caso de haber sido así, estarían faltando actores. Los dos acusados no actuaron por su cuenta”, expresó el abogado Diéguez, que representa a la familia de Lautaro.
Esta afirmación se fundó en una serie de hechos que tuvieron como objetivo desviar la investigación.
Se trata de cuatro cuerpos que habrían sido plantados en Florencio Varela, Brandsen y Guernica para confundir a los responsables de la pesquisa. Uno de esos cadáveres fue encontrado el 24 de diciembre pasado, a un costado del cementerio de Brandsen.
Dicho cuerpo fue hallado en el mismo lugar que, 24 horas antes, había sido rastrillado por 300 efectivos de la policía bonaerense que llegaron a Brandsen en busca de algún rastro de Lucas. Allí, el 12 de diciembre, había sido activado el celular de Lautaro. Durante 15 segundos, una antena de telefonía celular de Brandsen captó la señal del teléfono de la víctima.
Dos días después los peritos determinaron que ese cuerpo no correspondía a Lucas. Ninguno de los responsables de la pesquisa pudo explicar cómo fue que 300 policías que rastrillaron la zona no hubieran encontrado el cadáver que estaba a la vista de todos.
Algo similar ocurrió con el cuerpo de Lautaro, hallado dos días después de un rastrillaje realizado a pocos metros del lugar donde había sido abandonado el BMW 135 cupé, de Lucas, a un costado de la ruta provincial 53 y a siete kilómetros de la casa donde fue detenido Cristian Centurión.
Al dictar la prisión preventiva del mencionado imputado, los responsables de la fiscalía tuvieron en cuenta que cuando le preguntaron hace cuánto tiempo que no se reunía con Lucas, respondió que habían pasado dos meses desde la última vez que lo había visto.
No obstante, a partir de los dichos de un testigo se determinó que mintió. Un vecino del barrio La Capilla, de Florencio Varela, aseguró que el 9 de diciembre, después de las 22.30, el conductor de un BMW 135 azul como el que conducía Lucas Escalante, le preguntó por la casa de un comisario mayor.
A fines de diciembre pasado, el Ministerio de Seguridad de la Nación anunció que ofreció una recompensa de $4.000.000 para quien aportara datos que permitieran encontrar a Lucas.
Pasaron casi tres meses del ofrecimiento y no hubo ningún llamado en el que se entregara una pista firme sobre el paradero del dueño de la cupé BMW 135.
Cuerpos plantados
La voluntad de desviar la investigación estuvo presente desde el primer momento. Mientras, los familiares de Lucas y de Lautaro reclamaban que los policías de la comisaría de Bosques activaran la búsqueda de ambos jóvenes, uno de los responsables de la seccional les informó que habían encontrado los cuerpos.
Era falso. El policía les quiso hacer creer que los cadáveres de dos mecánicos hallados cerca del lugar en el que había sido abandonada la cupé BMW de Lucas correspondía a los dos jóvenes desaparecidos.
“La familia de Lautaro está muy consternada por la manipulación de las pruebas por parte de la fiscalía de Florencio Varela y de los policías de la Dirección Departamental de Investigaciones de Quilmes que intervinieron a partir que se radicaron las denuncias por averiguación de paradero. Lautaro estaba en el lugar equivocado, en el momento equivocado. El móvil podría haber sido por un ajuste de cuentas. Pero se presume que se trató de algo muy diferente y mucho más complejo que una cuestión relacional a la venta de los vales de nafta”, sostuvo el abogado Diéguez.
Además, del dolor por el homicidio de Lautaro, los familiares de la víctima fueron amenazados y padecen constantes seguimientos desde automóvil de alta gama sin patentes. La situación se repitió en el caso del letrado que representa a la familia del joven asesinado, con intimidaciones y acoso constantes.
Además, no pasó inadvertido que cuatro fiscales del Departamento Judicial Quilmes se hubieran negaron a hacerse cargo de la investigación después que en la UFI de Florencio Varela se excusaron de seguir con el caso. ß
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