ADN del crimen: el barrio no es ahora intocable para los delincuentes
Seis homicidios ocurridos en los tiempos de la pandemia revelaron un recrudecimiento de la violencia en los asaltos y el cambio de actitud de los delincuentes, que no dudan en matar cuando la víctima es una vecina y podría llegar a identificarlos en una eventual rueda de reconocimiento. Débora Ríos, de 36 años; Ángela Chiapello, de 61; Micaela Romero, 23, y Roxana Gómez, de 80, fueron asesinadas durante robos por malvivientes que decidieron quitarles la vida para evitar que los reconocieran debido a que eran vecinos. No fueron los únicos casos con esas características.
Por ejemplo, Mauro Osvaldo Pérez, de 41, y Leonardo Damián Barrios, de 27, fueron asesinados en José León Suárez y en la localidad de Ingeniero Allan, en el partido de Florencio Varela. En ambos casos los homicidios también fueron concretados por vecinos de las víctimas. Además, el sangriento asalto sufrido por el jubilado Jorge Ríos, en Quilmes, fue cometido por delincuentes que vivían cerca de su víctima.
"¿Me vas a robar a mí?", preguntó la policía Romero a uno de los seis delincuentes que le apuntaba con un arma, mientras le exigía que entregara el celular y otros objetos de valor que llevaba. Luego, sin mediar palabra,el asaltante disparó un balazo contra Romero y la mató en el acto. La violenta escena fue relatada a la policía por Lucas, un amigo de Micaela, quien presenció el homicidio ocurrido hace una semana en la calle 394 al 1200, en el barrio La Cañada, de Quilmes.
Según fuentes de la investigación, los asaltantes, que se desplazaban en tres motos, eran vecinos de la víctima. Viven en un asentamiento situado en 398, entre Rodolfo López y Bombero Sánchez, cerca del Camino General Belgrano. A partir de la descripción del hecho realizada por el testigo, se conoció que los delincuentes asesinaron a Romero porque la víctima los había reconocido como vecinos del barrio. Romero se desempeñaba en la Policía Federal y trabajaba en la División Protección de la Residencia Presidencial de Olivos.
Tres días después del asesinato, un grupo de efectivos de la comisaría local, apoyado por detectives de la División Homicidios de la Policía Federal, apresaron a cuatro sospechosos. Uno de ellos tenía un pedido de captura de un juzgado de Instrucción porteño debido a que estaba acusado de robo agravado. Debido a que uno de los imputados tiene 17 años, el sumario pasó a una fiscalía del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil de Quilmes. La víctima y su amigo habían sido rodeados por los seis asaltantes cuando salieron de la casa de Romero para ir a comprar bebidas al quiosco situado en la esquina de Carlos Pellegrini y 394.
Fuego para tapar pistas
Una semana antes, en la localidad de Ezpeleta, Ángela Chiapello, una jubilada, de 61 años, también sufrió la furia asesina de sus vecinos. El 9 de agosto pasado, Chiapello estaba en su casa, de Bogotá al 4700, entre Ecuador y Colombia, de la mencionada localidad del partido de Quilmes, cuando fue sorprendida por un grupo de delincuentes que irrumpió en la vivienda sin violentar ninguna puerta o ventana.
Los asaltantes golpearon a Ángela para que revelara el lugar en el que, supuestamente, guardaba dinero y objetos de valor. Durante la investigación del violento episodio, los policías determinaron que los delincuentes contaban con una llave de la casa y con el dato que les aportó una entregadora que indicaba la posibilidad de que la dueña de casa tuviera dinero y joyas.
Antes de abandonar la vivienda y, para evitar que la jubilada pudiera identificarlos, los malvivientes incendiaron la casa y abandonaron a Ángela en medio del fuego.
Durante la investigación, los efectivos de la comisaría de Ezpeleta determinaron que, además de evitar que la víctima los identificara, los delincuentes habrían prendido fuego la casa para impedir que los relacionen con una sospechosa identificada como Verónica, sobrina de Ángela, quien había aportado el domicilio de su tía luego de que la beneficiaran con la morigeración de la prisión preventiva en una causa por narcotráfico.
Al salir de la cárcel, favorecida por la resolución de una Sala de la Cámara de Casación Penal bonaerense que, a principios de abril, benefició con prisión domiciliaria a los procesados y condenados por delitos leves, a raíz del riesgo de contagio en prisión del virus Covid-19, Verónica se instaló en la casa de su tía.
No obstante, debido a una serie de agresiones que Ángela sufrió por parte de Verónica, la mujer tuvo que abandonar la vivienda. Entonces, para obtener algo de dinero que, de acuerdo con lo que sospechaba la mujer, guardaba su tía en la casa, organizó el robo con un grupo de delincuentes que viven a cuatro cuadras de la escena del crimen y les entregó la llave. Con esos datos, los investigadores detuvieron a un joven de 22 años y a dos hermanos de 17 y 20 como los presuntos responsables del asalto, incendio y homicidio. Aunque, según la familia de la víctima, todavía falta apresar a la mencionada Verónica.
Los testigos que declararon ante los investigadores policiales indicaron que el sospechoso, de 22 años, es el novio de la hija de Verónica y que los otros dos detenidos "son asaltantes conocidos en el barrio".
La confianza fue una trampa
En otro asesinato de una jubilada fue quemada la casa para ocultar los rastros del homicidio. Eso ocurrió anteayer en una vivienda ubicada en José C. Paz, donde fue encontrado el cuerpo de Roxana Gómez. Fue atrapado como sospechoso un vecino de 22 años que hacía trabajos de reparación en el hogar de su víctima. Los hijos de la mujer asesinada contaron que esta confiaba tanto en ese muchacho que hasta compartía desayunos.
A principios de junio, Débora Ríos, de 36 años, quien trabajaba como playera en una estación de servicio situada en la zona norte del conurbano, fue asesinada por tres delincuentes que viven en el mismo barrio. Ríos, madre de un hijo adolescente, resultó víctima de la violencia de tres vecinos que la interceptaron cuando caminaba en dirección a la parada de colectivos para ir a su trabajo. Ella pidió que no le hicieran nada, y se habría resistido con un aerosol de gas pimienta. Le asestaron 26 puntazos hasta matarla. Una vecina vio todo; le resultó familiar la voz de uno de los agresores y la relacionó con un ladrón que vive en la misma cuadra.
A partir de los relatos de los testigos, los policías lograron establecer que Débora había sido atacada por tres sospechosos que viven en el mismo barrio. Los vecinos agregaron que esos sospechosos también eran responsables de la mayoría de los robos ocurridos en la zona.
Según fuentes policiales, luego de averiguaciones y de obtener otros testimonios fueron detenidos por el crimen Alexis Iván Matcovich, de 20 años, y Enzo Leonel Aylán, de 24. El primero fue apresado en Montes de Oca y Ángel Gallardo; el otro, en su casa, situada en San Fernando y Montes de Oca, a pocos metros nada más de donde ocurrió el crimen. En su muro de Facebook, Aylán adelantó, en un posteo, que iba a salir a robar porque, por la cuarentena, ya no tenía dinero.
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