ADN de crimen. Narcosecuestros y amputaciones, las nuevas formas de venganza de las bandas
Un informe oficial alertó que desde 2021 se registran casos de organizaciones delictivas que tomaron cautivos y aplicaron violencia sobre dealers que se quedaron droga y vecinos que las denunciaron
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Al joven, de 27 años, lo tenían atado a una silla, mientras uno de los cuatro soldaditos narco que lo habían tomado cautivo blandía un machete y le amputaba cuatro dedos de la mano derecha. Los agresores no tuvieron piedad y no se detuvieron a pesar de los gritos de la víctima. Mientras el mantel colocado sobre la mesa de caños se empapaba con la sangre del muchacho, el agresor del machete golpeaba y le cortaba las falanges.
La escena, en la que víctima, que solamente será identificada por sus iniciales, J. M. G, debido a que se negó a declarar en la causa judicial por miedo a la venganza de los narcos, tenía una pulsera plateada con detalles en dorado y un anillo plateado con forma de corona fue grabada con un teléfono celular por uno de los narcos que tenía secuestrado al joven en una casilla, sin puertas ni ventanas en la denominada Villa Sarmiento Chica, en la localidad de Billinghurst, en el partido de San Martín, que funcionaba como búnker de venta de droga.
Si bien parecería que la escena fue sacada de alguna miniserie o película sobre los carteles narco más sanguinarios de Colombia o México o de las maras salvadoreñas, la grabación de la amputación a machetazos de los dedos de la joven víctima tuvo como escenario una vivienda de la zona noroeste del conurbano. Esa casa fue usurpada por una organización narcocriminal y está a 23 kilómetros de la Casa Rosada si se toma el camino por avenida San Martín, primero, y por la antigua traza de la ruta 8, después.
J. M. G. había sido secuestrado porque se habría negado a entregar su vivienda para que los narcos instalen un puesto de venta de drogas. Como represalia, cuatro soldados de la banda lo tomaron cautivo durante dos días y le cortaron cuatro dedos. Mientras lo tuvieron privado de la libertad, los agresores grabaron las amputaciones para mandar un mensaje a todos los vecinos del barrio que decidieran enfrentarlos o denunciarlos.
Este hecho confirmó que los narcosecuestros se instalaron con fuerza en nuestro país, como una modalidad delictiva que creció durante los últimos tres años.
“La tipología preeminente en los casos ocurridos en 2021 y 2022, en todo el país, respondió a una ligazón de los secuestros extorsivos con el tráfico de estupefacientes u otras actividades ilícitas. En ese contexto, consideramos que la evolución de la problemática debe encender las alarmas de todos los operadores del sistema, debido a que la utilización de este delito como un medio para afianzar dominios territoriales de grupos criminales organizados o para financiar sus actividades ilícitas, tiene como consecuencia el aumento de la violencia informal y la corrupción de algunos miembros de las fuerzas de seguridad”, se indicó en un informe oficial.
En nuestro país existe una fiscalía especializada en investigar los secuestros. Se trata de la Unidad Fiscal Especializada en Secuestros Extorsivos (Ufese), que depende del Ministerio Público de la Nación. Esta fiscalía había sido creada en 2004, después de la poscrisis de 2001, cuando los secuestros extorsivos se habían convertido en la modalidad delictiva que más creció en esa época, después de los homicidios de Juan Manuel Canillas y de Axel Blumberg. Ambos jóvenes habían sido tomados cautivos y los delincuentes exigían rescates para liberarlos.
Casi 20 años después, debido a que descendió notablemente la cantidad de secuestros extorsivos con la modalidad que generaba miedo por su habitualidad y violencia, la Procuración decidió ampliar las facultades de la Ufese y mediante resolución N° 79/23, se denominó Unidad Fiscal Especializada en Criminalidad Organizada (Ufeco).
Dicha fiscalía especial tenía como objetivo principal asistir a los fiscales de todo el país con el fin de optimizar la capacidad de respuesta y elevar los niveles de eficiencia del Ministerio Público Fiscal frente al fenómeno de la criminalidad organizada.
Uno de los fundamentos de la decisión de crear la Ufeco fue que los secuestros que comenzaron a registrarse a partir de 2021, tuvieron como móvil ajustes de cuentas entre bandas de narcotraficantes en todo el país.
Existen antecedentes de traficantes de drogas que fueron tomados cautivos por bandas rivales o por grupos de policías que pagaron sus rescates con drogas y armas. Una de las primeras víctimas habría sido Miguel Ángel Villalba, alias Mameluco, el jefe narco que, esta semana comenzó a ser juzgado por su presunta responsabilidad en el secuestro y homicidio de Candela Sol Rodríguez, la niña, de 11 años, asesinada en agosto de 2011, en Villa Tesei, partido de Hurlingham.
Durante la investigación realizada por una fiscalía del Departamento Judicial Morón se habría establecido que Villalba habría ordenado el secuestro de la niña porque su padre habría entregado las ubicaciones de puestos de venta de droga de su organización a efectivos de la Policía Federal que los allanaron, en la zona de San Martín.
“Me secuestraron dos veces y tuve que pagar más de 150.000 dólares para que me liberaran. Nunca pagué con droga como dijeron por ahí, eso fue una mentira de la policía. Una vez me secuestró una banda en la que había delincuentes y policías. Me llevaron porque sabían que era Mameluco y me podían sacar plata. Pero esa época ya pasó”, expresó Villalba a este cronista en una nota publicada en mayo de 2010, cuando realizaba la campaña política para presentarse como precandidato a intendente de San Martín en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) de ese año.
Villalba fue detenido antes de las elecciones y condenado a 27 años de prisión por narcotráfico. A pesar de estar preso siguió al frente de su banda.
Cuando pasaron 24 años desde que fue secuestrado, en la misma zona que la banda de Villalba dominaba el tráfico de drogas y en la misma época en la que ocurrió la masacre en la que murieron 24 personas que consumieron cocaína envenenada con carfentanilo que, supuestamente vendió la banda comandada por Mameluco y sus dos hijos: Dylan e Iván, ocurrió el narcosecuestro en el que le amputaron los cuatro dedos a un vecino.
“San Martín, ajuste de cuentas de transas en Billinghurst. Le cortaron los dedos a cuchillazos. Luego fue rescatado por familiares. Sigo con las denuncias contra esta banda de narcocriminales. La droga mata. Primero la gente, siempre”, escribió, al pie del video grabado por los narcos, un periodista en el perfil “Acción vecinal”, de la red social Facebook.
A partir de la difusión de la grabación, que había sido publicada el 31 de enero de 2022, a las 15.15, el fiscal de San Martín, Sergio López inició una investigación.
Cuatro días después, las 21.15, en la comisaría de Billinghurst, el oficial de guardia recibió una llamada anónima en el que se indicaba que, en una casa situada en 25 de Mayo y Sarmiento, en la que, hasta una semana antes funcionaba un búnker de venta de droga, los vecinos abandonaron a uno de los soldados narco que le cortaron los dedos a J. M. G. y que aparecía en dicho video.
“El sospechoso estaba sentado en una silla con las manos atadas hacia adelante y también estaba maniatado a la altura de los tobillos. Además, tenía el rostro envuelto con una cinta de embalar. Cuando ingresamos en la vivienda, el sospechoso no dijo nada. Apenas dirigió su rostro en dirección al lugar en el que escuchaba nuestras voces. Tampoco pidió ayuda. Estuvo en silencio. Presentaba una calma extraña. No emitió expresión alguna cuando le sacamos la cinta”, relató uno de los policías que participó en allanamiento para rescatar a uno de los presuntos agresores.
En el video grabado por los soldados narco, el agresor que blandía el machete tenía un anillo dorado con incrustaciones, un león y una rosa tatuadas en una mano y en el torso. Ambas figuras aparecían en las fotos que subió el acusado a su perfil de la red social Facebook. Al revisar al detenido que había sido reducido por los vecinos, los policías advirtieron que tenía los mismos tatuajes. Esta prueba fue ratificada por los peritajes realizados por los técnicos de la División de Reconocimiento Antropométrico de la Policía de la Ciudad.
En el momento en que el sospechoso fue detenido intentó explicar que la herida que tenía en su rodilla había sido provocada porque se cayó de la moto. Aunque no había ninguna moto en el lugar.
Con estos elementos el fiscal solicitó que el sospechoso de los tatuajes, que fue identificado por fuentes oficiales como Joel Scelatto, sea sometido a juicio oral como presunto responsable de la privación ilegal de la libertad, lesiones gravísimas agravadas por el concurso de dos o más personas y por el ensañamiento y alevosía de J. M. G.
Según fuentes judiciales, el juicio oral se realizará entre el 17 y 18 de septiembre próximos. El acusado nunca reveló las identidades de los tres soldados narco que participaron en la amputación de los dedos del vecino. Tampoco mencionó a ninguna banda, a pesar de que los análisis de los planos de voz realizados sobre el video indicaron que, además del acusado, hubo otros tres agresores.
Este narcosecuestro no se trató de un hecho aislado. El 12 febrero pasado, un joven, de 25 años, fue tomado cautivo por una banda narco que lo acusaba de haber robado 50 gramos de cocaína cuando era dealer de los narcos. Fue maniatado, golpeado y torturado. Con una amoladora le amputaron el meñique de la mano derecha. Lo desnudaron y le hicieron un tatuaje “deshonroso” con la leyenda “no robes más”. En los últimos días, un grupo de efectivos de la Policía Federal apresó a cinco integrantes de esa banda.
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