“Abigail no mataba una mosca”. La madre de la acusada admitió que a Lucio le pegaban y que la mamá ya no quería tenerlo
Érica Frydlender afirmó que su hija cuidaba al chico, y que Magdalena Espósito Valenti la manipulaba y era quien maltrataba al niño porque “no lo quería”
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Érica Frydlender siente que el viernes a la noche su mundo se vino abajo: su hija, Abigail Páez, quedó detenida por el asesinato de Lucio Dupuy, y su propia casa se convirtió en objetivo de quienes quieren vengar el crimen del niño de 5 años. No puede salir a la calle a trabajar, su hija más chica no puede ir a la escuela. Ella sigue allí, con su hijo, cuidando la vivienda para la turba no la destroce.
En medio de lo que define como “una pesadilla”, esta mujer de 45 años dio una entrevista radial para pedir a la gente que no escrachen a su familia, para pedir que se pongan en sus zapatos, para que se sepa que ella también pide justicia por Lucio y para afirmar que, con todo lo que pasó, siente que Abigail “ya no es más” su hija.
En una larga entrevista con LU100 Radio Capital, afirmó que sabía que a Lucio su madre, Magdalena Espósito Valenti, le pegaba. A tal punto que, según afirmó, una vez le advirtió que en su casa no le levantara la mano al nene.
Depositó en “Magui” el mayor peso de la culpa. Frydlender sostuvo que manipulaba a Abigail, que, según su visión, “no mataba ni una mosca”. E incluso confesó que hace un mes tuvo una fuerte discusión con su hija. Fue cuando Abigail le contó que Magdalena quería volver a dar a su hijo, que se lo llevara el padre, porque no lo quería. “Le pedí que me lo dejara a mí, para que estuviera cerca de la madre, y Abigail me dijo que no lo quería al nene”.
En casi 40 minutos de entrevista, Frydlender apenas lograba salir de su estupor. Muchas veces, la angustia la agobiaba. Incluso, en medio del reportaje debió parar porque desde la calle habían comenzado de nuevo los ataques con piedras que la noche anterior habían obligado a que le pusieran una consigna policial en la puerta.
De su relato se desprende que su hija y el niño se querían. Para reforzarlo, contó: “El viernes, después de todo esto, me crucé con la mamá de Magdalena [Liliana Valenti] y me dijo que me quedara tranquila porque sabía que Abigail lo cuidaba a Lucio y se querían”. También admitió que cuando Christian Dupuy iba a buscarlo a Lucio a su casa —donde hasta hace dos meses se quedaba los fines de semana— el padre del nene le decía “saludá a la abuela”, como una demostración del amor que ella y sus hijos le tenían.
También admitió que a pesar de haber sido testigo de varias situaciones de violencia sufridas por el nene, calló porque “nadie hace una denuncia”. Ahora siente el peso de su silencio: “Nosotros a Lucio lo amábamos… no hicimos lo que correspondía, y me siento muy arrepentida. A la gente le digo que vaya a la policía, aunque tenga que aguantarse la burocracia de la Justicia”.
Estas son algunas de las sentencias más fuertes de la extensa entrevista de LU100 Radio Capital con Érica Frydlender, que trabaja como empleada doméstica y, además de Abigail, tiene otros tres hijos, dos mujeres y un varón:
- Mi hija se peleaba con ella porque Lucio la amaba; ella a Lucio lo cuidaba. La abuela materna me dijo que estaba tranquila porque Abigail lo quería.
- Hace un mes quise que Lucio se quede conmigo. Yo discutí con mi hija, ella me planteó que Magdalena quería volverlo a dar (al padre) y yo se lo pedí. Me dijo que Magdalena no lo quería al nene. Nosotros lo amábamos. Él amaba estar acá, en mi casa.
- Hace un año mi hija movió cielo y tierra porque Magui quería volver a estar con su hijo. Magdalena llevó un año a su hijo, se lo dejó a Maxi en General Pico. Ella hacía videollamadas. El año pasado quiso volverlo a tener y Abigail ayudó a que pudiera volver a tenerlo. Pagaron una abogada. Hablaron con un juez.
- Magdalena hizo un trabajo fino con la cabeza de Abi, que ella no mataba ni una mosca. Abi siempre fue dócil, re buena, y nosotros veíamos que Magui la pasaba mal.
- El viernes me llamó Abigail y me dijo que fuera al hospital que el nene estaba ahí. Estamos sufriendo horrores. Cuando sea el momento de hablar con ella me va a escuchar, y que se olvide de nosotros, porque esto que nos está pasando es la peor pesadilla.
- Nosotros no íbamos a la casa de Abigail hace casi un año, desde el verano. Veíamos que a Abigail Magui la manejaba como un títere. Le decía que tenía problemas y que ella la quería ayudar. Venía ella, porque sabía que nosotros a Magui no la soportábamos.
- Queremos justicia por Lucio. Si tienen que pagar, que se pudran las dos ahí. Quiero que Lucio descanse en paz. Tengo su ropita en el placar. Estoy pidiendo justicia por Lucio, porque era un angelito, la persona más dulce y más buena. Lo que le pasó no tiene perdón de Dios, y sé que Dios se va a encargar que pague. Nosotros no podemos hacer nada. Pido que la gente que no nos conoce se ponga en nuestros zapatos, nosotros no lo estábamos planeando.
- Nosotros lo hemos visto maltratado y yo les prohibí que en mi casa le levantaran la mano. Abigail se enojó. Antes no lo recagaba a palos Magdalena.
- Yo a mi hija la defendí con uñas y dientes, pero hay cosas en las que no, como cuando dieron a Lucio por primera vez. Quién no se ha enamorado profundamente y ha hecho locuras, pero esto no, es una aberración.
- Yo el viernes me enteré de que había denuncias de los vecinos. Yo le decía a Abi que tenía una relación tóxica y ella me decía que la amaba. Discutían todo el tiempo. Con el tiempo dejaron de venir a los asados que hacíamos los domingos. La pandemia lo aumentó. Era todo el tiempo ellas dos. No sabíamos qué pasaba en su casa.
- Pidan justicia por Lucio, y háganlo por nuestra parte, porque no podemos salir de acá. Somos una familia que anda por el camino correcto. Abigail era así, pero si tiene que pagar lo va a pagar. Yo ya perdí a mi hija. Esa que está ahí adentro no es mi Abi. Quiero justicia por Lucio, y mis hijos también: Emily, Rebeca y Franco. Abigail no existe más para nosotros.
- Le pedimos a la gente que no nos escrachen. Solo pido que con nosotros no se la agarren. Pido que os dejen salir a trabajar, que podamos vivir, que mi hija de 14 pueda volver a la escuela. A nosotros esto nos cambió la vida, y nosotras no hicimos nada. Me rompieron los vidrios y mi hija estuvo con una crisis de nervios y la gente afuera no dejó pasar a la ambulancia.
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