¿A quién le importan realmente los enfermos mentales?
Soy médico psiquiatra desde hace casi 40 años, con 36 de ellos en un hospital especializado, mal llamado manicomio por personas ignorantes o prejuiciosas, donde trabajé la mayor parte del tiempo atendiendo urgencias psiquiátricas de lo más diversas. Al mismo tiempo, atendí pacientes esquizofrénicas internadas o con graves enfermedades mentales, y sin lugar a dudas, del mismo modo que mis compañeros colegas, logré sacar de las profundidades de la enfermedad mental a la enorme mayoría de ellas y colaborar para que recuperaran su vida, sus familias y su reintegración a la sociedad.
En ciertos casos, he salvado literalmente la vida a otras tantas, realizando tratamientos farmacológicos y terapia electroconvulsiva, solamente cuando el caso revestía tal gravedad que no había otra alternativa terapéutica, y esas pacientes, que iban a morir de inanición por su catatonía, se recuperaron y volvieron curadas a sus hogares. Eso se llama cambiar el destino fatal de las personas, lo que técnicamente se llama impedir la evolución natural de la enfermedad.
Me enorgullece haber sido protagonista de esa historia, como les pasa a tantos psiquiatras argentinos que han hecho y hacen las cosas bien. Ahora, los psiquiatras, los que intervenimos contra la locura cuando todo el mundo ha abandonado a los pacientes gravemente enfermos, somos atacados, insultados, agredidos, por personas que dicen que encerramos y torturamos, y a tal punto, que se planea un encuentro el miércoles 11 de noviembre, para hablar pestes de la psiquiatría y de los psiquiatras. Reunión a la que ningún psiquiatra ha sido invitado para exponer un punto de vista diferente, porque es lisa y llanamente un reunión de linchamiento de la psiquiatría argentina.
En ella se dirán una cantidad de falsedades, como que los psiquiatras no respetamos los derechos humanos, y que castigamos usando psicofármacos, entre otras cosas, y se alabará a la ley de salud mental, que luego de diez años ha cerrado innumerables instituciones donde se atendían pacientes sin proponer nada en su reemplazo, y que ha provocado en forma directa muertes en todo el territorio nacional.
Por eso, escribo estas líneas para información del público en general y de los familiares de pacientes en particular, haciéndoles saber a todo aquel que quiera saber, que la Psiquiatría Argentina está bajo un ataque tan injustificado como decididamente perverso, pues esas personas que nos agreden no proponen nada salvo desprestigiar a médicos que trabajan en condiciones límites tanto en el ámbito público como privado. Que no se preocupan por la formación de nuevos profesionales que conozcan toda la patología psiquiátrica, sino solo los que puedan atender en el hospital general, lo que traerá que cada vez más pacientes graves estén solos por las calles sin atención adecuada. Que no se preocupan por asegurar los tratamientos ambulatorios, lo que con seguridad hará que casos como el del policía asesinado en el Malba o la profesora de Tucumán se repitan hasta el cansancio.
Por ello, es necesario que la población de nuestro país se libere del estigma y del prejuicio y se informe de la realidad y no de la propaganda. Los médicos psiquiatras somos científicos y juramos defender la vida y la libertad de nuestros pacientes. No torturamos ni encerramos, y si así fuera, pido por favor que los que tomen conocimiento hagan las denuncias penales correspondientes, porque es la Justicia la que tiene que poner las cosas en su lugar.
De lo contrario, respeten el trabajo silencioso y heroico de los que luchan todos los días contra la enfermedad mental, y la discapacidad y muerte que esta genera. Como diría Martin Luther King, mi sueño es un país donde el enfermo mental tenga acceso a todos los tratamientos, a su plena recuperación y a su vida libre de enfermedad, con la comprensión y el cariño de sus familias y allegados, y el apoyo de la sociedad toda. Esa, y no otra, es la Argentina que sueño.
* Por Andrés Mega, Profesor Universitario, Psiquiatra, Legista y Psicoterapeuta
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