A los clubes les cuesta controlar el alcohol
Los inconvenientes se dan en "el tercer tiempo"; comunicado de la UAR
El rugby volvió quedar en el centro de la escena por un hecho de violencia. Fernando Báez Sosa, de 18 años, murió por los múltiples golpes que recibió de un grupo de rugbiers del club Arsenal Zárate a la salida de un boliche, en Villa Gesell. La noticia provocó repudio generalizado en las redes sociales y se apuntó contra el deporte como promotor de la violencia.
El hecho provocó consternación en el ambiente. La Unión Argentina de Rugby se pronunció con un comunicado en el que se solidarizó con los familiares de Báez Sosa y adelantó que va a generar un programa de concientización para que sea implementado junto a las 25 uniones provinciales que nuclean a los clubes. "Podemos ser parte de la solución a la violencia entre los jóvenes, independientemente de que no sea una exclusiva responsabilidad nuestra", advirtió la UAR.
Los clubes de rugby no son indiferentes. Admiten que les cuesta mucho controlar los excesos de alcohol. Dirigentes de clubes históricos de Buenos Aires consultados por LA NACION cuentan que organizaron numerosas charlas sobre adicciones a las que asistieron padres y jugadores. Sin embargo, reconocen que les cuesta controlar los excesos puertas adentro. El caso más claro es el del alcohol en los terceros tiempos. Ni hablar cuando se producen hechos fuera del club.
"Reconocemos la problemática y nos preocupa como ningún otro tema, pero de alguna manera nos excede. Los clubes no tienen el conocimiento ni la capacidad como para abordar este tema como especialistas", dice un dirigente. "No es el rugby. Es la sociedad", advierte otro.
Por estas horas, es el tema de conversación en los clubes. "Los rugbiers no somos asesinos": el mensaje que circuló en un grupo de WhatsApp de socios de un club bien representa el sentir de buena parte de los clubes, la estigmatización. El rugby se autopercibe como un ámbito que forma personas con valores positivos como la camaradería, el sacrificio y el compromiso en pos del equipo. Eso, sumado a su histórica condición de deporte practicado por jóvenes de clases media y alta, lo convierte en blanco de críticas.
No es el primer hecho violento en lo que va de 2020 que involucra a jóvenes que practican rugby. En las redes se viralizaron videos de un rugbier uruguayo que le fracturó la mandíbula a un argentino en una fiesta electrónica en Punta del Este y de una batalla campal en un boliche de Mar del Plata. "Nuestro juego convive con el contacto físico desde muy temprana edad, pero siempre dentro de un claro reglamento. Quienes no lo entiendan de esta manera y usan su fuerza física en detrimento de otro no representan nada del rugby ni sus valores. Son la cara más cruel de un flagelo que atañe a toda la sociedad", cierra el comunicado de la UAR.