A escobazos y a los golpes, se enfrentaron a un ladrón que entró a robar en un supermercado de La Matanza
Uno de los dueños del local aprovechó un descuido del asaltante que le sacó el celular a una clienta para arrebatarle la pistola; cuando huía en la moto con un cómplice, intentaron detenerlo con una escoba
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No fue un asalto más en el conurbano. El robo pudo haber terminado en tragedia. Cansados de los constantes ataques, los dueños del autoservicio situado en el límite entre La Tablada y Aldo Bonzi, enfrentaron a golpes de puño y escobazos a un ladrón que entró armado con una pistola 9 mm al local y amenazó con matar a los empleados y a los clientes.
El violento episodio quedó registrado en las cámaras de seguridad del comercio situado en las adyacencias de la esquina de Nazar y Luzuriaga, en el partido de La Matanza. En las imágenes se pudo observar el momento en que un asaltante, vestido con un camperón negro con el escudo de River y el cabello teñido de rubio, ingresaba en el local como un cliente más.
Pero, segundos después, sacó el arma de fuego que llevaba oculta debajo de la campera y comenzó a amenazar a los clientes. Según los testigos, el asaltante exigía que entregaran los teléfonos celulares. Al mismo tiempo, apuntó al dueño del comercio y le pidió que le diera el dinero que tenía en la caja registradora.
Eran 17.43 y habían pasado veinte segundos desde que el ladrón ingresó en el local, cuando el dueño del comercio, de nacionalidad china, aprovechó que el asaltante intentó robar el celular a una clienta, para tomarlo de atrás con el objetivo de quitarle el arma.
Así comenzó un breve, pero intenso, forcejeo entre el ladrón y el comerciante. Al mismo tiempo, los clientes corrían entre las góndolas con el objetivo de salir de una eventual línea de fuego, en caso de que el asaltante disparara el arma durante la pelea.
Para entonces, el delincuente, que actuó a cara descubierta, ya se había apoderado de los celulares de los dueños del local y de parte del dinero de la recaudación de la tarde. Luego de tomar los billetes y los teléfonos, el asaltante huyó.
Afuera del local, un cómplice a bordo de una moto esperaba al ladrón. Había llegado diez segundos antes y estaba listo para acelerar cuando el compañero abandonaba el local. El ladrón de la campera negra y con el escudo de River, salió del comercio, saltó sobre la moto, casi al mismo tiempo que arrancaba.
Por detrás, y a pocos metros, lo persiguió otro de los dueños del autoservicio. El hombre, armado con una escoba, corrió al ladrón, le quiso pegar para tratar de desestabilizarlo, pero no lo alcanzó. No obstante, el comerciante, resignado por el nuevo asalto que sufrió, arrojó la escoba contra la moto en la que huían los asaltantes que, hasta anoche, no habían sido detenidos.
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