A cuatro años del homicidio ritual de Marito Salto, la causa está parada
Al cumplirse cuatro años del horrendo crimen de Mario Agustín Salto, el chico de 11 años asesinado y descuartizado en la ciudad santiagueña de Quimilí durante un presunto rito satánico, los 11 acusados intentan evitar el juicio mediante impugnaciones y apelaciones en la causa, que desde hace siete meses está radicada en la Cámara provincial la espera de una resolución.
A pesar de los 3400 ADN realizados en el marco de la pesquisa -incluidos miles de vecinos de Quimilí y de poblaciones aledañas-, nunca se pudo hallar a la persona cuyo rastro genético quedó en el cuerpo y las prendas de vestir de la víctima.
Mañana, cuando se cumpla el cuarto aniversario del hallazgo de los restos de Marito, que fue raptado el 31 de mayo de 2016 cuando iba a pescar a la represa de Quimilí, su familia lo recordará con una suelta de globos y una misa virtual, para respetar la cuarentena, según confió a la agencia de noticias Télam Marta Salto, docente, exconcejal y tía del chico.
Mientras, la causa, que tiene 11 acusados -cinco detenidos y seis excarcelados-, está desde fines de noviembre pasado en la Cámara de Apelaciones santiagueña, que debe resolver las apelaciones a los procesamientos dictados en junio de 2019 por la jueza Rosa Falco.
"Las defensas apelaron y en octubre de 2019 llevamos a cabo las audiencias con cada una de las partes para tratar los recursos", contó explicó el fiscal Álvaro Cantos.
La jueza Falco, en tanto, sostuvo que desde entonces "la Cámara de Apelaciones tiene en su poder el expediente, que contiene 40 cuerpos, y se espera esa resolución que está en proceso; de acuerdo a los resultados se va a proseguir".
La magistrada recordó que en la investigación ordenó tomar más de 3400 muestras de ADN de habitantes de Quimilí, Weisburg y Otumpa para que el Laboratorio de Genética Forense del Poder Judicial provincial las comparara con los rastros hallados en el cuerpo y la ropa del niño, aunque "no hubo resultados compatibles hasta el momento".
Bajo el cargo de autor intelectual y mediato del crimen está detenido y acusado Miguel "el Brujo" Jiménez, mientras que Ramón Rodríguez, Daniel Sosa, Pablo Ramírez y Rodolfo Sequeira son considerados partícipes necesarios y también están presos. En libertad, pero imputados como partícipes secundarios, están Ramón Enrique Ocaranza, Daniel Gastón Ocaranza, Miguel Ángel María Jiménez -hijo del presunto autor primario-, María Eugenia Montes, Gustavo Hernández y Arminda Díaz, entonces pareja del Brujo Jiménez y directora y docente de una escuela de Quimilí.
Según surge de la acusación fiscal, Marito fue raptado para ser sacrificado en un rito satánico orquestado por Jiménez y llevado a cabo por el resto de los imputados.
En ese contexto, el niño fue abusado sexualmente, asesinado y luego descuartizado.
El 31 de mayo de 2016, Mario Salto había salido de su casa para ir a pescar a una represa cercana. Dos días después su cuerpo desmembrado fue encontrado en bolsas de residuos en un descampado de esa localidad, situada a unos 200 kilómetros de la capital santiagueña.
"Marito salió a la hora de la siesta con su bicicleta y su caña de pescar hasta la represa, a pocas cuadras de su casa, y jamás volvió", recordó su tía, Marta Salto.
"Pasaron las horas y cuando vimos que no regresaba fuimos a hacer la denuncia policial. Con la ayuda de todo el pueblo buscamos en la represa; Marito no sabía nadar. Fue en vano, el jueves a la mañana nos despertamos con la noticia de que habían encontrado un cuerpo en un descampado cercano a la ciudad, con aparentes signos de tortura", agregó la docente y exconcejal.
El crimen conmocionó a los 24.000 habitantes de Quimilí, que aquel mismo día realizaron una masiva marcha bajo la consigna: "Justicia ya. Cuando nos tocaron a Marito nos tocaron a todos".
"A mi hijo no me lo van a devolver con vida, pero que detengan a los asesinos y quiero justicia para él", pidió ese día Mario Salto, padre del niño, quien desde entonces todos los años encabeza las convocatorias para recordar a su hijo y para exigir que los culpables paguen por lo que le hicieron al chico.
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