Se radicaron en el país vecino, crearon un proyecto innovador y deleitan al público local y extranjero con un auténtico sabor italiano
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La pandemia fue un quiebre en sus vidas. El disparador que llevó a Cecilia Khallouf (41), contadora pública y Hernán Lo Greco (42), abocado al rubro comercial, a incursionar en el área culinaria y tomar la decisión de mudarse de país para fundar Ánima, un emprendimiento de pastas artesanales que le rinde culto a la legendaria cocina italiana.
De Capital Federal y padres de tres hijos (de 16, 9 y 6 años), encontraron en este proyecto una vía de escape hacia un futuro prometedor. Después de algunas idas y vueltas, donde su idea era instalarse en el Viejo Continente, desistieron para poder estar cerca de Buenos Aires y el destino elegido fue Punta del Este.
“La cuarentena nos hizo recalcular bastante. Igualmente, ya veníamos desde hace tiempo con ganas de mudarnos de país”, cuenta Khallouf y explica que un día, junto a su marido se preguntaron: “Pasaron 40 años y no vemos cambios en materia económica y de seguridad, quizás en otros 40 todo siga igual, ¿queremos esto para nuestros hijos?”.
Una pasión heredada y de exportación
El encierro agarró a esta familia con las manos en la masa. Para matar el tiempo y deleitarse con exquisitos platos empezaron a cocinar, sobre todo pastas, una comida de la cual se consideran fanáticos. Incursionaron en todas las variedades, desde secas hasta rellenas. De manera autodidacta, lograron un producto cada vez más sofisticado y sabroso. “Siempre disfrutamos probar sabores nuevos. Antes de la pandemia comíamos mucho afuera, nos gusta experimentar”, comenta Khallouf.
Pese a que su fuerte son los números, Khallouf confiesa ser devota de la gastronomía, “me encanta recibir gente en casa, cocinar y preparar la mesa”. Previo a la pandemia, hizo la carrera de Profesional Gastronómico en el IAG como pasatiempo. Por su parte, Lo Greco, tiene legado de Sicilia, la legítima isla del sur de Italia y “lleva en la sangre la pasión por las pastas”, reconoce Khallouf.
Para sorpresa de ambos, en esta actividad se reencontraron desde otro lugar, “entonces cuando decidimos venir a vivir a Punta del Este, hicimos un viaje previo a instalarnos para pensar qué haríamos, dijimos: ´Tenemos que hacer algo que nos guste a los dos: hagamos pastas”, cuenta Khallouf.
Así nació “Ánima mercato della pasta”, palabra que en italiano significa alma. La elección del nombre se debe a “la pasión que nos genera cocinar y a que descubrimos algo a lo que siempre, en el fondo, nos quisimos dedicar”, detalla la chef.
Se trata de un comercio de pastas artesanales, hechas a mano por sus dueños que se venden listas para hervir.
Desembarco en el este
Fundar el proyecto fue dar un salto al vacío y jugársela: “No sabíamos cómo iba a impactar el producto en otro país y sobre todo teníamos que aggiornarnos acerca de cómo armar un local comercial”, relata la emprendedora.
Con una inversión inicial de US$90.000, el armado del local de la Punta, contó con la colaboración de Mario del Bo, un reconocido chef uruguayo quien los ayudó a montar la cocina y contactar proveedores.
Una vez encaminado y con todas las habilitaciones al día, el 29 de julio de 2021 abrieron formalmente las puertas de Ánima. En cuanto a la recepción, Khallouf comenta que fue muy buena, aunque como toda novedad, también tuvo sus bemoles: “Al principio, nos costó darnos a conocer y hacernos la clientela. El mercado uruguayo es chico y sentíamos que le costaba probar algo nuevo. Pero también es fiel y cuando les gusta, te siguen comprando”, admite Khallouf. De todas maneras, explica que tiene que ver con una propuesta distinta que en la zona escaseaba.
Con respecto a los productos (producen 40 kilos por día), “están hechos tal como nos gusta comer a nosotros”, afirma Khallouf. Cuentan con tres variedades de pastas: cintas largas, cuya porción para dos personas cuesta alrededor de US$8. Dos estilos de ñoquis de unos US$13: uno de ellos, los gnudi, son rellenos de ricota y parmesano y se hacen únicamente los días 29.
Por su parte, las rellenas vienen en distintos tamaños y formas y la porción doble sale en promedio US$13. Las opciones varían entre capeletis, ravioli, raviolo, fiore, sorrentinos, agniolini y culurgiones. Además, los postres son los hits de la casa: el tiramisú y los cannolis, una masa enrollada en forma de tubo rellena de ricota. A su vez los paladares clásicos pueden degustar la mousse de chocolate belga.
Si hay algo que caracteriza a este dúo, es que cocinan todo ellos. De hecho, “al principio comprábamos la ricota y el mascarpone, ahora los hace Hernán”, cuenta Khallouf. Además, para sus preparaciones no usan aditivos ni conservantes, y la sémola rimacinata, la materia prima, es importada de Italia. “Cuando nos instalamos, no conseguíamos por ningún lado; este insumo acá en Uruguay no existía, hasta que conocimos a una persona que se dedica al rubro de la importación y logramos traerla”, confiesa la emprendedora.
En esta línea sus jornadas no dan tregua y hay días que se extienden a 14 o 16 horas. Actualmente como es temporada alta, cuentan con la ayuda de una amiga de Buenos Aires que atiende el mostrador y de Adriana, que les da una mano en la cocina.
La pasta une
Típica del domingo al mediodía para comer en familia, la pasta tiene un valor simbólico en muchas sociedades. “Representa unión, disfrute, incluso para muchos este plato se convirtió en un hábito, un ritual”, destaca Khallouf.
Según dice, desde Ánima, intentan reflejar este espíritu. Y esta fue la razón por la cual decidieron hacer que el local sea un espacio único, con la cocina abierta, donde todo estuviera integrado.
“Nos gusta interactuar con el cliente, que nos cuenten qué están buscando, asesorarlos a armar el menú, que vean lo que hacemos y que nos pregunten”, comenta Khallouf.
Como próximo paso y siguiendo esta idea de unión y disfrute, en el corto plazo les gustaría armar un sector de mesas en la vereda del local para agasajar a los comensales e invitarlos a gozar de sus platos recién amasados.
“Punta del Este nos sorprendió gratamente. Vivimos tranquilos y haciendo lo que más nos gusta, una vocación que supimos escuchar y nos animamos a incursionar”, concluye Khallouf y resalta que lo más lindo de su trabajo son las experiencias que genera en las personas.