Vienna Pharaon, reconocida terapeuta norteamericana, explica que romper con los patrones familiares que se arrastran desde la niñez puede ayudar a transformar la manera de vivir
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Tenía cinco años cuando la separación de sus padres le dejó una herida que dictaría el curso de sus relaciones futuras durante mucho tiempo. La sensación de no estar a salvo marcó profundamente la vida de Vienna Pharaon, una de las terapeutas de relaciones más solicitadas de Nueva York, quien a través de su libro Tu origen no es tu destino (editorial Diana) explica cómo el quiebre de los patrones familiares puede transformar la manera de vivir y de amar de las personas.
Con la ruptura familiar, según relata la autora, las dos personas en las que confiaba para su protección estaban tan ocupadas peleando entre sí que llegaron, durante un tiempo, a perderla de vista. Fue así como en un intento por mantener la funcionalidad de la familia, asumió el papel de pacificadora sin ser consciente de que no era su responsabilidad. Se convirtió en una niña sin necesidades; excelente en todo lo que se proponía y dispuesta para ayudar en todo a sus padres y poder minimizar la carga o distraerlos de lo que estaba sucediendo. “La herida de no sentirme a salvo no fue atendida y al activarla una y otra vez siguió dirigiendo inconscientemente mi vida”, confiesa .
Las heridas de la infancia son traumas que quedan atrapados en el inconsciente y que generalmente cuando no se resuelven, condicionan las conductas en la adultez. Sin embargo, la buena noticia es que las personas no están condenadas a repetir dichos patrones. En su libro, Pharaon plantea que detenerse a reflexionar para intentar entender de dónde proceden nuestras historias de origen y dedicar el tiempo necesario para tomar decisiones distintas permitirá acceder a una curación muy potente.
Se refiere a un proceso de sanación profundo que denomina “trabajo de curación de los orígenes” y consiste en el análisis de la familia y del entorno en el cual cada individuo creció, y en la comprensión de qué cosas funcionaron –y cuáles no– en ese sistema.
A la vez detalla que ciertas disfunciones de esa familia de origen se manifiestan en nuestros comportamientos adultos pero asegura que conociendo y entendiendo el pasado, se podrá resetear esa programación mental y emocional para tener relaciones genuinas y una manera de ser más auténtica.
En su obra, explica las cinco heridas de origen más comunes y señala que es posible reconocer que se tiene más de una. “Quizás mientras crecías, luchaste con todas tus fuerzas para sentirte digna de ser amada o te sentiste siempre como si no pertenecías a tu entorno. Tal vez te cuestionaste si eras tan importante como para hacer de ello una prioridad o tuviste que poner todo tu empeño para confiar en tus personas más cercanas o simplemente no te sentiste físicamente a salvo”, resume la reconocida terapeuta. De esta manera se refiere a las heridas de la valía (no ser valorado), pertenencia, priorización, confianza y seguridad que desarrolla en detalle. Identificar qué disfunción se tiene es clave para dar el primer paso en este camino.
Vienna Pharaon, con un Master en Terapia Matrimonial y Familiar en la Universidad de Northwestern y 15 años de experiencia trabajando con pacientes, es la fundadora de Mindful Marriage and Family Therapy. La especialista, una de las profesionales más buscadas en la ciudad de Nueva York accedió a un mano a mano exclusivo con LA NACIÓN en el que profundizó sobre los conceptos centrales de su libro.
–¿Cómo se sanan las heridas de la infancia que quedan atrapadas en el inconsciente y se manifiestan en las conductas adultas?
–Parte de esto consiste en permitirnos prestar atención a nuestro dolor. No es necesario recordar los detalles para hacer este trabajo, pero sí debemos honrar que el dolor está ahí. El primer paso siempre es identificarlo. Es importante nombrarlo tal como es y evitar desestimarlo, minimizarlo o distorsionarlo de alguna manera.
–A veces, al intentar evitar el sufrimiento, se lo niega sin reconocer su origen. ¿ De qué manera juega esto en la adultez?
–Los patrones no deseados que tenemos en nuestra vida adulta y de los cuales no podemos despojarnos están vinculados a asuntos no resueltos del pasado. Por ejemplo, si seguís eligiendo salir con personas emocionalmente no disponibles a pesar de que prometés que nunca lo harás de nuevo, hay una herida de origen que está conduciendo tu vida. Si te involucrás en conflictos destructivos con tu pareja a pesar de comprometerte a hacerlo de manera diferente, esto te está indicando que una herida de origen está impulsando tus reacciones.
–¿Qué tan importante es la familia de origen en el desarrollo de la autoestima?
–Tu familia de origen es tu primera educación en casi todo. Es donde experimentás y observás por primera vez. Sienta las bases de cómo te ves a vos mismo, de cómo ves a los demás y de cómo te relacionás con el mundo que te rodea. Por supuesto, hay otras personas y experiencias que te moldean, pero es innegable que las personas de tu familia de origen tienen el mayor impacto e influencia en si te sentís digno, valioso, amable, seguro, confiado, priorizado y si tenés un sentido de pertenencia.
–¿Cómo afecta a la persona cuando uno de sus padres fue inconsistente en la crianza?
–La inconsistencia de un padre puede ser internalizada de muchas maneras por el niño. Por ejemplo, puede cuestionarse si ha sido lo suficientemente bueno o digno para que sus padres fueran consistentes. O podría plantearse cuán importante era para ellos o preguntarse por qué otras cosas eran más relevantes a la hora de priorizar. También puede generarle dificultades para confiar en otros porque al no poder depender de sus padres, el niño aprendió que incluso las personas más cercanas no son confiables. Esto sucede con las heridas: si bien tu historia puede ser similar a la de otra persona, la forma en que internalizás y le das sentido a lo que sucedió es específica y única. Nadie se ajusta a un parámetro preconcebido: tu tarea es comprender cómo y dónde has colocado el dolor.
–¿Cuáles son las afirmaciones más perjudiciales que afectan la herida de no ser valorado, y cómo se manejan?
–Las expresiones dañinas son profundamente perjudiciales. Hay adultos que son explícitos acerca de lo inútil que es un niño y les dicen esas palabras directamente. Pero otras veces, los comentarios son más sutiles e implícitos. Como recibir atención, elogios o validación cuando te presentás como perfecto, obtenés calificaciones excelentes o te desempeñás bien como atleta. Pero luego recibir el “tratamiento silencioso” u hostilidad cuando no cumplís con su estándar.
–¿Qué pasos hay que dar para romper patrones familiares y resetear nuestra programación para mejorar las relaciones?
–Acompaño al lector a través de un proceso de sanación de origen de cuatro pasos en mi libro que considero necesarios si se trata de romper con nuestros patrones familiares no deseados: identificación, testimonio, duelo y cambio. Incluye poner nombre a tu herida, contemplarla, hacer el duelo pertinente y por último, darle la vuelta para hacer cambios duraderos con el objetivo de no seguir repitiendo los mismos patrones que has estado intentando romper en tus relaciones adultas.
–¿Cómo ayudar a alguien que tiene una herida peo no la acepta y tampoco está dispuesto a trabajarla?
–Estas situaciones pueden ser difíciles, especialmente cuando amás y te preocupás por alguien que está sufriendo. En última instancia, las personas deben elegir por sí mismas. Pero nunca te olvides que sos un modelo y una motivación para otros. Tu continuo trabajo de autoconocimiento puede ser una invitación para que ellos exploren su propio camino, incluso si no lo hacen de inmediato. Compartir podcasts, artículos y libros que has encontrado útiles es una forma sutil y menos intrusiva de ayudar.
–En tu libro Tu origen no es tu destino hablás de lograr la integración. ¿En qué consiste y cómo se alcanza?
–La integración se da cuando ha ocurrido suficiente sanación y se abre la capacidad de una persona para crear cambios. Esto requiere repetición y práctica y nunca es un camino lineal. Solo podemos integrar el cambio cuando el dolor del pasado no nos desconecta de nosotros mismos. Es decir, porque hemos pasado tiempo siendo testigos y haciendo el duelo, podemos elegir de manera diferente.