La doctora Leticia Fernández-Friera tiene como meta evitar la enfermedad cardiovascular en la mujer, que es la primera causa de mortalidad femenina
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La salud cardiovascular juega un papel crucial en el bienestar general. Frente a esto, los médicos enfatizan la importancia de adoptar medidas preventivas para proteger el corazón y los vasos sanguíneos de enfermedades cardiovasculares. De esto y más conversó en una charla exclusiva para el ciclo Aprendemos Juntos de BBVA la cardióloga, Leticia Fernández-Friera, socia fundadora de Atria Clinic, especializada en ecocardiografía en el Massachusetts General Hospital, Harvard Medical School de Boston y líder del proyecto de concienciación y divulgación científica, Corazón de Mujer, que busca prevenir la enfermedad cardiovascular en la mujer, que es la primera causa de mortalidad femenina.
En el mano a mano con su colega, amiga y alumna, la doctora Samantha Wasniewski, Fernández-Friera hizo hincapié en que previamente a conocer cuáles son los cuidados que precisa el corazón, uno debería saber qué es este órgano y cómo puede afectar al organismo su deterioro.
“Las enfermedades cardiovasculares son todas aquellas que pueden afectar tanto al corazón como órgano, como a las arterias del cuerpo que van hacia el cerebro, corazón, otros órganos y piernas”, desarrolla. La más frecuente, según informa, es la que afecta a las arterias del cuerpo, conocida como aterosclerosis. “Simplemente, lo que ocurre es que hay depósitos de colesterol dentro de nuestras arterias y esas arterias se pueden ocluir y enfermar. La más frecuente es la enfermedad de las arterias del corazón, la cardiopatía isquémica, conocida como infarto; pero también hay otras arterias, como las que van al cerebro que producen el ictus/accidente cerebrovascular, que es también la segunda causa de enfermedad cardiovascular”, explica.
Factores de riesgo a tener en cuenta
Ambas profesionales coinciden en que existen dos grandes grupos de factores de riesgo: los tradicionales y los emergentes. Dentro de los clásicos hacen referencia a la hipertensión arterial, a los niveles altos de colesterol (especialmente del LDL, conocido como ‘malo’), el azúcar alto en sangre, la diabetes, el tabaquismo y la obesidad que, según advierten, esta última es la gran pandemia del siglo XXI, que se asocia a un estilo de vida sedentario y una alimentación inapropiada.
En contraposición, los factores de riesgo emergentes, son de tipo “más modernos” y se relacionan con la calidad del sueño, aspectos psicosociales, la personalidad, los niveles de estrés, la contaminación medioambiental, los desbalances hormonales y las enfermedades inflamatorias. Este último factor es de especial importancia dado que las placas de colesterol dentro de las arterias pueden crecer más o romperse mediante enfermedades inflamatorias como por ejemplo, la psoriasis u otras enfermedades autoinmunes, afirma Fernández-Friera.
No obstante, la experta alienta a no tener miedo porque “es mejor saberlo antes que después, cuando no podemos poner una solución y antes es muy sencillo”, dice.
Promueve volver a los orígenes de la vida. “Son los hábitos más sencillos como movernos y comer mejor los que realmente van a cuidar más de nuestro corazón”, asegura la cardióloga. Para ella, es esencial incorporarlos en la agenda diaria para que se conviertan en prioridad, “se lo puede anotar con la misma importancia que una reunión de trabajo”, sugiere.
En los tiempos actuales, para Fernández-Friera, pareciera que comer es una forma de satisfacer otras presiones colaterales que se tienen, una especie de escapatoria. Por eso, considera fundamental entrar en los colegios, hablar con los niños y enseñarles a comer con colores, frutas, verduras; hacerlo divertido y poner el foco ahí y no en la prohibición de alimentos que luego desencadena efectos indeseados.
Otros aspectos relevantes a tener en cuenta para la médica cardióloga son los de priorizar la salud y el entorno. “Hay un estudio muy bonito de la doctora Malissa Wood, del libro Thinfluence, que cuenta la historia de una mujer sana, delgada, con buen estilo de vida, que está trabajando en una ciudad y no tiene ningún problema de salud. La trasladan de ciudad y su entorno cambia totalmente y empieza a ganar peso. Se vuelve sedentaria y eso al final repercute de forma muy nociva en su salud cardiovascular”, resume. Por lo tanto, incita a tomar consciencia de lo crítico que es un buen entorno para cuidar de la salud del corazón.
Asimismo, hace énfasis en que gracias a los avances en investigaciones y a la tecnología, hoy hay más afecciones cardíacas que tienen cura mediante tratamientos menos invasivos; “No solo podemos ayudarles y mejorar su calidad de vida sino que hay tratamientos que ya no son tan agresivos. Por ejemplo, no tenemos que abrir el tórax a un paciente para resolver un problema, sino que hay técnicas, dispositivos, prótesis que podemos utilizar mínimamente invasivas para llegar hasta el corazón y curarles la enfermedad”, relata.
Hombres vs. mujeres
Tradicionalmente se piensa que los infartos se dan solo en hombres, pero, según resalta la doctora, a fecha actual es la primera causa de mortalidad en las mujeres. “Es un desconocimiento que no nos podemos permitir. Tenemos que transmitirles a las mujeres que tienen un corazón, que hay que cuidarlo y que puede sufrir igual que el de un hombre”, advierte.
No obstante, explica que esta creencia instalada tiene que ver con las diferencias que hay en las causas y síntomas del infarto en una mujer y en un hombre. “Las causas por las que se produce el daño en el músculo del corazón, en el miocardio, en los hombres suelen ser porque se ocluye la arteria que va al corazón, entonces no llega sangre ni agua a ese músculo y, desafortunadamente existe un daño irreversible al corazón”, cuenta. En cambio, en el caso femenino la mayoría de los infartos no son consecuencia de la oclusión de la arteria grande, sino porque hay otras arterias más pequeñitas que se pueden dañar por diversas causas.
Por otro lado, hace mención de la disparidad en los síntomas; los típicos del infarto que se conocen son el dolor de pecho, una sensación de presión y dolor que se irradia al brazo. Sin embargo, informa que las mujeres, además de presentar los síntomas mencionados, pueden tener otros diferentes, como dolor de mandíbula, en la boca del estómago, que tengan un desvanecimiento muy importante, que les moleste la espalda, tengan sudor, vómitos o falta de aire.
“Hay que reconocer estos otros síntomas que pueden ser potenciales de que nos esté ocurriendo un infarto y que, por no tener los síntomas típicos de la presión o el dolor en el pecho, podemos excluir 100% que estamos teniendo un infarto”, concluye.
*Podés disfrutar de la charla completa en “Aprendemos Juntos 2030″, la plataforma del BBVA con contenidos útiles e inspiradores para mejorar la vida de millones de personas de todo el mundo que, desde mayo de 2022 se emiten en forma exclusiva por LA NACION podés hacer clic acá.
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