El camino del orden es un hábito que se adquiere y solo trae beneficios a nuestra vida. Qué pasos hay que seguir para organizar la casa y liberar espacio
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Te invito a que juntos transitemos el camino del orden. No es una moda que surgió en los últimos años. Es un hábito que se adquiere, y te garantizo que solo trae beneficios y mayor bienestar a nuestra vida. Muchos creen que ordenar y organizar es lo mismo, pero no. Entender la diferencia entre estos dos conceptos va a ser el primer paso para interiorizarnos en este nuevo estilo de vida. Organizar es analizar y definir cuál sería la mejor manera de acomodar las cosas en un espacio determinado. Considerando el área a utilizar y la cantidad de cosas que tenemos. La organización se basa en un método. Una vez establecido esto, lo vamos a mantener ordenando. La organización se realiza una vez, y el orden se hace a diario o a medida que usamos las cosas.
El segundo paso sería apartar todo lo que está de más en nuestro hogar. Siempre digo que no tiene sentido perder tiempo ni espacio físico de nuestros hogares organizando objetos que no usamos. Por eso, antes de empezar a organizar, es importante desprendernos de todo lo que está en desuso, no nos gusta, tenemos duplicado o no funciona.
Si, sé que no es fácil. Y seguramente no sabremos por dónde empezar. Estos son ítems que quizás conviven con nosotros desde que tenemos recuerdo. Nos ayudaría mucho entender por qué nos aferramos a los objetos. Y saber qué valor depositamos en ellos. En psicología se dice que el apego material se debe a una transferencia que hacemos hacia los objetos, ya sea de seres queridos o de partes de uno mismo. Está relacionado con un vacío en nuestro interior. Queremos, inconscientemente, sustituir y llenar esas carencias con cosas materiales. Y podrá funcionar como un parche, pero no es la solución a nuestros problemas.
La única solución es liberarnos de cosas que ya no usamos ni necesitamos para poder dejar entrar en nuestra vida otras nuevas. Para empezar a despegarnos de los apegos, lo primero que debemos hacer es tener voluntad, decisión y ser conscientes de que todo es temporal. También debemos aceptar que muchas de las cosas que tenemos no las necesitamos e incluso muchas de ellas, que arrastramos hace décadas, jamás las hemos usado. Hay que confiar que si algo desaparece de nuestra vida igualmente podemos ser felices. Tenemos que estar bien predispuestos y con deseo de hacerlo, de lo contrario podemos caer en el efecto rebote. Esto nos llevará tiempo y práctica. Mejor ir de a poquito y no frustrarnos en el intento. Solemos asociar los objetos materiales que vamos adquiriendo con metas alcanzadas y con la felicidad. Con el pasar del tiempo sucede que estos bienes ya no nos hacen felices. La euforia que sentimos al conseguirlos se va evaporando. Pero hemos generado un vínculo y nos cuesta mucho desprendernos de ellos.
¿Alguna vez te pusiste a pensar que todo lo que acumulás, y no usás alguna vez fue dinero? Dinero ganado con tu tiempo y esfuerzo. No quiero que te angusties, pero sí quiero que esta reflexión sea un despertar. Un nuevo replanteo a la hora de comprar. No pretendo que dejes de hacerlo, a mí también me encanta comprarme cosas. La diferencia es que con el tiempo aprendí a comprar mejor. (En una próxima columna te voy a enseñar a mejorar tus hábitos de compra).
Pero hoy te propongo que empecemos por soltar. No solo por liberar espacio en nuestro hogar, sino porque es un ejercicio que nos ayuda a conocernos mejor. A tomar mejores decisiones y a limpiar nuestra casa y nuestro interior. Además nos incentiva a cambiar para enfocarnos en el presente, mirando al futuro, soltando el pasado. Es importante que tengamos en cuenta que dejar ir un “algo” no significa olvidarnos de un ser querido, o de borrar una experiencia vivida. Todo lo que queramos que permanezca dentro de nosotros lo hará. Reducir la cantidad de cosas con las cuales vivimos o trabajamos nos va a generar una placentera sensación de liviandad visual, física y emocional. Un beneficio no menor es que al ir despejando las superficies, reduciendo lo que acumulamos sobre el piso, y aligerando nuestros roperos y espacios de guardado vamos a poder limpiar nuestra casa mucho más rápido y sin tantos obstáculos. Permitiendo que la energía circule mejor y generándonos mayor disfrute de nuestros ambientes.
Sugiero a medida que vayamos separando los objetos que vamos a sacar de nuestro hogar dividirlos en cuatro categorías. No es cuestión de meter todo en una bolsa y desecharlo. Depende de nosotros que las cosas se puedan reutilizar o lleguen a su destino correspondiente. No nos olvidemos que lo que nosotros no usamos puede ser un tesoro para otra persona. Las categorías serían las siguientes:
Regalar: destinar algo específico para alguien que sabemos que va a darle uso. Se elige el receptor a partir del objeto.
Donar: se diferencia de regalar ya que generalmente desconocemos al destinatario. Siempre debemos entregarlo de forma prolija.
Vender: hay muchos lugares donde podemos vender lo que no usamos y recuperar un porcentaje de lo que gastamos al comprarlo.
Tirar: tenemos que tener en cuenta de desechar las cosas en el lugar correspondiente, y siempre que se pueda reciclar.
Me despido con una frase que alguna vez leí y me encanta: “Soltar no es decir adiós, es decir gracias”.
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