Los especialistas aseguran que el dolor, la rigidez y la hinchazón de las articulaciones no siempre son resultados inevitables del envejecimiento; cómo reducir el riesgo de desarrollar artritis
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Una de las molestias más frecuentes y para algunos, imposible de impedir. A medida que pasan los años las personas comienzan a sentir y también a “normalizar” la inflamación o degeneración de una o más articulaciones. ¿Se puede hacer algo para evitar la artritis a medida que uno envejece?
Lo que una vez fue una carrera fácil de realizar, hoy se hace más difícil de llevar a cabo. O tal vez un desafiante partido de tenis que probablemente lo deje a uno dolorido en la cadera o el tobillo durante días.
Las articulaciones dolorosas, rígidas o hinchadas son una queja común entre los adultos mayores y, para muchos, son la primera señal de lo que puede parecer un diagnóstico inevitable: artritis.
En una encuesta reciente de más de 2.200 personas estadounidenses entre las edades de 50 y 80 años se demostró que, aproximadamente, el 60% de los participantes había sido diagnosticado con algún tipo de artritis por un proveedor de atención médica. Y alrededor de las tres cuartas partes consideraban que el dolor articular y la artritis eran una parte normal del envejecimiento.
“Pero la artritis no es inevitable a medida que envejecemos”, dice Kelli Dominick Allen, fisióloga del ejercicio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte.
“A veces, las personas comienzan a tener molestias y dolores en las articulaciones y no hacen nada al respecto porque creen que a todos les da artritis a medida que envejecen”, enfatiza la Dra. Allen. “No deberíamos pensar en la artritis como algo con lo que tenemos que lidiar pasivamente”, añade.
Además, la artritis es un término general para los más de 100 tipos de afecciones inflamatorias de las articulaciones, cada una de las cuales puede surgir por diferentes motivos y muchas de esas causas tienen poco que ver con la edad, destaca Allen.
“Sin embargo, una forma de enfermedad articular degenerativa, conocida como osteoartritis, es algo más probable que ocurra a medida que una persona envejece”, añade el Dr. Wayne McCormick, geriatra de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington. “Básicamente son articulaciones desgastadas”, sostiene.
Explica la doctora que la osteoartritis se observa con mayor frecuencia entre las personas mayores de 50 años, en particular las mujeres.
Los científicos no saben con precisión por qué algunas personas son más propensas que otras a la inflamación y el dolor articular con la edad. Pero alrededor del 12 por ciento de los casos de osteoartritis son el resultado de lesiones en las articulaciones, como desgarros de meniscos o ligamentos, de cuando eran jóvenes.
La artritis también es más común entre las personas que tienen antecedentes familiares de la afección o que tienen ciertas afecciones crónicas, como obesidad, enfermedades cardíacas o diabetes.
Algunas personas pueden encontrar que su dolor en las articulaciones limita sus actividades a medida que envejecen. “Otros, cuyas radiografías pueden mostrar articulaciones significativamente desgastadas, pueden no experimentar ningún dolor”, informa el Dr. McCormick. Como resultado, agrega que cada persona tiene que desarrollar su propio plan de cómo mantenerse saludable y funcional con la ayuda de su médico.
“Para la mayoría de las personas, la prevención de la artritis en el futuro debe comenzar muchos años antes de que se convierta en una preocupación”, destaca Allen; explica también que esto es efectivos siempre y cuando se tomen medidas para prevenir lesiones en las articulaciones durante los deportes o el ejercicio, y recuperándose adecuadamente cuando ocurran.
Asimismo, añade la profesional que en aquellos que no están en riesgo de desarrollar lesiones relacionadas con los deportes, mantenerse físicamente activo y mantener un peso saludable puede ayudar a prevenir el desgaste excesivo de las articulaciones y reducir el dolor si la artritis se presenta más adelante en la vida.
En una revisión de 2015 de 44 ensayos clínicos, por ejemplo, los investigadores encontraron que los participantes que hacían ejercicio regularmente habían reducido el dolor de rodilla relacionado con la osteoartritis y mejorado la función física y la calidad de vida.
“Realmente ayuda si uno puede hacer ejercicio de bajo impacto, como una bicicleta fija donde las rodillas, caderas y articulaciones no reciben tanto impacto”, señala el Dr. McCormick. El doctor sugiere hacer ejercicios de fortalecimiento de músculos como los cuádriceps y los isquiotibiales ya que ayudan a sostener las articulaciones.
Además del ejercicio regular añade que los aparatos ortopédicos para las rodillas o los tobillos, los analgésicos de venta libre, como el ibuprofeno o el paracetamol, o las inyecciones de esteroides en una articulación problemática pueden ayudar a aliviar el dolor articular en diversos grados.
“No todas las opciones funcionan para todos, por lo que es importante explorar y encontrar lo que lo ayuda a uno a mantenerse activo”, dice.
De manera similar, explica Allen que los suplementos dietéticos como la glucosamina y el sulfato de condroitina, o remedios a base de hierbas como Boswellia -un extracto de hierbas hecho de la corteza del árbol Boswellia-, pueden ayudar a aliviar los síntomas en algunas personas. Sin embargo, no hay mucha evidencia científica que respalde su uso.
“Ha habido una buena cantidad de ensayos clínicos, pero la evidencia es realmente contradictoria sobre sus efectos”, advierte.
El Dr. McCormick dice que según su experiencia, es “muy inusual que estos suplementos sean dañinos”, por lo que podría valer la pena probarlos, o suspenderlos si no parecen ayudar.
En última instancia, Allen hace hincapié en que encontrar formas de vivir un estilo de vida saludable, activo y sin dolor es la mejor manera de reducir el riesgo de desarrollar artritis más adelante en la vida.
Muchas de las acciones que reducen el riesgo de otras afecciones crónicas como la diabetes o las enfermedades cardíacas “son herramientas realmente poderosas para reducir también el riesgo de enfermedades articulares relacionadas con la edad”, añade Allen.
“Alguien que está tratando de mantener un estilo de vida saludable ya estará haciendo las cosas que son más importantes para reducir el riesgo de artritis”, concluye.
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