La cultura y el mercado de las citas en internet se reinventan para responder a las demandas de la generación silver. Más seguridad y menos prisa caracterizan la experiencia
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Cualquiera que haya entrado en una app para coquetear en los últimos años conoce las dinámicas aceleradas bajo las que estas funcionan. A veces, el pulgar se desliza de izquierda a derecha de forma tan automática que no es difícil encontrarse gritando un “¡No!” a la pantalla tras dejar pasar de manera accidental un perfil que prometía. Un error tan común que las propias aplicaciones, como Tinder o Bumble, ya han sabido capitalizar: si se quiere volver atrás y conocer a esa persona habrá que pagar. A no ser que uno tenga más de 50 años. En ese caso, existe la posibilidad de un entorno de conquista digital más amable y reposado, en el que detrás de la pantalla responde un equipo humano y los perfiles están verificados. Al menos así se promocionan las apps como Ourtime, que nacen orientadas a este nicho de mercado.
Las plataformas de citas online, aprovechando el aumento de la población soltera (pasaron de 36% en 2019 a 40% en 2021 en España, están en constante búsqueda de nichos generacionales para ofrecer sus servicios. El último espectro en el que están fijando su atención es la llamada generación silver, denominación marketiniana que se refiere a los miembros del baby boom nacidos entre 1946 y 1964, es decir, a aquellos de entre 56 y 74 años. Son ciudadanos con más poder adquisitivo que sus sucesores, y cuya actividad económica en 2019 generó el 26% del PBI del país. De entre 50 y 69 años, en 2021, había en España 1.666.800 personas solteras pero si se suman los separados y divorciados suman 3.901.400 personas.
Un tercio de las personas de esta generación que tuvieron citas en los últimos cinco años recurrieron a las aplicaciones en busca de ayuda, según un estudio de Choice Mutual de 2021. Y la materialización de esa tendencia en España la encabeza Ourtime, una app que cubre este rango de edad y pretende diferenciarse a las que normalmente usan los millennials. Aunque ya existían otras aplicaciones en España que se enfocaban de forma sutil a grupos de edad maduros, esta es la primera que directamente se dirige a su público por un criterio específico de edad. Ourtime pertenece a Match Group, que aglutina 45 apps para coquetear entre las que se encuentran Tinder, Match.com, Meetic, OkCupid, Hinge, PlentyOfFish, Shipe y ahora Ourtime, que pretende beneficiarse de los datos que el grupo ha recolectado de su experiencia con otras plataformas.
“Coquetear a los 30, 40 o 50 no es tan distinto, pero sí se nota la diferencia en cuestión de prioridades”, apunta Ángela Aznárez, psicóloga especializada en terapias de pareja y sexóloga. “En mi experiencia, observo que en las fases más maduras las personas que quieren tener una relación o conocer a personas nuevas lo hacen poniendo por delante la estabilidad y tienen más claro dónde están sus límites, qué cosas quieren o no. Cuando se es más joven se prioriza más el hedonismo y pasarlo bien”.
La estrategia cambia, por tanto. Frente a la exposición y a la sensación de que las opciones de conocer a alguien son inagotables, que favorecen a conciencia las apps de citas más populares y usadas entre jóvenes –buscando retener durante el mayor tiempo posible a los usuarios más que facilitarles encontrar pareja–, el equipo de Ourtime España quiere destacar “la discreción, la usabilidad y la seguridad” como sus puntos fuertes. La primera, mediante un sistema de bloqueo que impide hacer captura de pantalla a los perfiles; la segunda, mediante herramientas y tutoriales que hacen fácil la experiencia de usar la aplicación y la seguridad a través de resortes con los que denunciar situaciones abusivas. Solo esto último es novedoso y concreto de esta aplicación. Las otras tres funcionalidades están incorporadas a Tinder, Bumble y otras apps dirigidas a grupos de edad más jóvenes.
“Conocer gente en aplicaciones desgasta mucho porque es muy fácil tener distintos objetivos: relaciones serias, compañía, encuentros casuales… Hay personas que a lo mejor te entran por la vista y con las que no hay por dónde sacar una conversación. Pasar por esto de manera continuada agota”, apunta Aznárez. “Es verdad que es una de las herramientas más útiles para conocer gente –más durante y después de la pandemia– pero es un sentimiento común esa pereza que puede dar en ciertos momentos seguir ahí cuando ves que lo que estás buscando no es tan fácil como a lo mejor proyectabas”.
En Ourtime, la selección de candidatos, que se ofrece según afinidad tras responder a un cuestionario muy exhaustivo, el componente físico es tan importante como en las aplicaciones para un público más joven, o incluso más. No solo preguntan el color de pelo y la altura, sino que te sugieren que especifiques la complexión física y si tenés sobrepeso. Al igual que en otras aplicaciones, se incluyen cuestiones sobre el nivel de formación académica, aunque no sobre el nivel de ingresos. Además se intenta decodificar las personalidades a través de preguntas que permiten dilucidar gustos y aficiones, se dedica un apartado a averiguar si el usuario es muy activo o más bien tranquilo. Para rellenar estos cuestionarios, la propia página facilita un chat con una asistente virtual que asesora en la tarea.
La web ofrece la figura del love coach (un entrenador) que brinda consejos sobre citas y cómo prepararlas, con encuentros en streaming a través del canal de YouTube o con sesiones privadas que se ofrecen solo previo pago. Aurelio Gómez es esa figura y en conversación telefónica explica qué tipo de preguntas le suelen hacer los usuarios: “Con una determinada edad estamos más desentrenados y a veces nos preguntan si se debe besar o no en la primera cita, cuánto es conveniente esperar para las relaciones sexuales…”. Las respuestas no difieren mucho de las que daría a cualquier grupo de edad: eso es muy personal y depende de cómo fluya la situación. «Lo que hemos percibido en estas sesiones es que con una determinada edad el sexo es importante pero no tan primordial. Se valora mucho más la complicidad y el concepto de sexualidad es muy amplio: la caricia, un beso, los preliminares…». En cualquier caso, la aplicación de momento no ofrece datos concretos sobre la satisfacción de sus usuarios con la experiencia ni puede concretar con informes estadísticos los hábitos de sus usuarios ni el porcentaje de éxito.
Teresa V., de 56 años, ha sido usuaria de Meetic y mantuvo una breve relación con una persona que conoció en esta plataforma, que es la aplicación principal de la empresa matriz de Ourtime y se presenta como la opción para “solteros exigentes”. En su caso, entró a la aplicación tras separarse de quien fue su pareja durante 20 años y con la intención de conocer gente, sin mucha pretensión. Ella cuenta que la falta de seguridad y de fiabilidad fue precisamente el mayor hándicap y el motivo por el que, si volviera a estar soltera, no repetiría la experiencia de coquetear por internet. “Tengo la sensación de que detrás de estas plataformas puede haber cualquier persona y que difícilmente vas a saber cómo es. Yo conocí a mucha gente agradable con la que no llegué a quedar, pero también tuve una mala experiencia con una persona que me resultó incómoda y me llegó a parecer peligrosa”. Es por eso que alaba la idea de que esta aplicación cuente con perfiles verificados, es decir, que hayan comprobado que la persona que se representa en el perfil digital se corresponde con la persona del mundo real, y ofrezcan la posibilidad de que la gente cuente sus experiencias en privado al equipo humano de la plataforma, por si se da alguna situación incómoda, peligrosa o denunciable.
“Me gustaría que se pudieran poner en conocimiento de los responsables de la plataforma las situaciones anómalas y que te hicieran caso”, continúa Teresa V. cuando habla de sus experiencias pasadas en otras aplicaciones. Precisamente para responder a esta demanda, ahora en Ourtime existe la posibilidad de hablar durante las 24 horas del día con un equipo de profesionales de la compañía. La contestación, sin embargo, no es inmediata y se produce en un chat, por lo que su verdadera función es más cosmética que real.
Otra medida que hace supuestamente que los usuarios se sientan más seguros de que están hablando con la persona que se presenta parapetada tras el perfil digital es la posibilidad de hacer videollamada y chequear quién está realmente al otro lado. Que esa persona sea la que sigue ahí cuando se apaga la cámara, y no otra, es algo que Ourtime, sin embargo, no puede garantizar.
“Ya sabemos que hoy en día conocer a alguien por internet es otra forma más de hacerlo y han disminuido los prejuicios sobre ello”, cuenta Aurelio Gómez, que además de love coach es psicólogo. “Por eso es importante que se dé como una experiencia más humana y accesible, fácil en el manejo y que dé seguridad a los usuarios”.
Pero, ¿hasta qué punto es posible humanizar una experiencia en la que, a fin de cuentas, manda un algoritmo? En el caso de Tinder, fue reveladora la investigación que la periodista Judith Duportail hizo a partir de los datos que extrajo de su historial de usuaria. El resultado lo publicó en 2019 en un ensayo titulado El algoritmo del amor (Contra). En el texto detallaba cómo la aplicación influye en nuestro comportamiento, autoestima o forma de entender las relaciones. Y revelaba además cómo el fin de la aplicación pasa por mantener a sus usuarios dentro el máximo tiempo posible, ofreciendo perfiles y servicios, y no por encontrarles pareja. No existen investigaciones similares respecto a las apps dirigidas a personas de más de 50. Aunque en el caso de Ourtime, cada usuario tiene un máximo de perfiles que puede visualizar en un día. Para esquivar ese límite o para participar viendo perfiles en modo incógnito también hay que pagar.
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