Bajo la premisa Exploración, el recital de ideas TEDxRíodelaPlata que se realizó en el Movistar Arena puso en agenda asuntos de importancia que revolucionan la conversación
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La exploración es parte de la evolución y de eso están convencidos los oradores del segundo segmento de la edición número 14 de TEDxRíodelaPlata, el recital de ideas más grande del mundo que, en esta oportunidad, convocó a más de 10.000 personas en el escenario del Movistar Arena.
Exploración del entorno pero también, y a veces sobre todo, exploración propia. Un ejemplo clarísimo de cómo escuchar al cuerpo puede cambiar la historia es Miriam de Paoli, periodista brasileña y fundadora y CEO de No Pausa, startup enfocada en la conversación y desmitificación de la menopausia. La mujer parte de la premisa de que el cuerpo habla y que hay que escucharlo.
“Soy de una generación que no creció con el concepto de escuchar el cuerpo, pero también soy de la primera generación que se dio cuenta de que el cuerpo habla y fuerte. En mi caso lo empecé a escuchar porque no me habló, me gritó”.
De Paoli relató con entusiasmo cómo un día se levantó y no se reconoció. “Olvidos, cambios de humor, anemia, sequedad ocular y todo junto. Un año y medio buscando un diagnóstico, plata, tiempo, miedo y frustración”, contó.
“Cuando llegó el diagnóstico, no lo podía creer. Me acuerdo haber dicho en voz alta: ¿perimenopausa peri qué? mientras veía el resultado de mi análisis hormonal. Un año y medio para descubrir que estaba en una etapa natural de la vida pero que, por la desinformación, puso mi vida patas para arriba”.
La empresaria, pero por sobre todas las cosas, mujer, hizo énfasis en que no está sola en ese proceso. “Nos une a mí y a todas las personas que menstrúan y que me están escuchando, porque todas las que menstruamos vamos a dejar de menstruar”, señaló. “El cómo y el porqué es único, porque cada cuerpo es único, pero el impacto en nuestras vidas es similar”.
En datos concretos, hoy al 12% de la población mundial le pasa lo que le pasó a ella y, solo en Argentina, a más de cinco millones de mujeres les pasa. “Y más del 70% llega sin el conocimiento suficiente para que esta condición no impacte en su calidad de vida”, aseveró De Paoli.
Otro de los puntos que remarca la experta es el peso que lleva la palabra “menopausia”. “Parece una mezcla de miedo con pausa. Y es solo otra etapa. Se llama climaterio y dura entre seis y 10 años. Pero no hablamos de ella, ni en lo cafés entre amigas ni en la charla con doctores. No está en la agenda. Está invisibilizada. Por eso dejar de menstruar nos agarra tan desprevenidas como menstruar agarraba a nuestras abuelas, que veían las primeras gotas de sangre en la bombacha y pensaban que estaban lastimadas”.
De Paoli habla de un vacío de desinformación en nuestra biografía hormonal que hace que las mujeres sigan entrando en esa etapa como entraban las abuelas en la pubertad, “sin sacar lo mejor de ella”. En primer lugar, la especialista resaltó que la llegada de la menoupausia es más una cuestión de hormonas que de edad y, resignificar su valor es esencial para transitarla.
“La menopausia nos agarra en un momento donde todas somos líderes en algún aspecto de nuestras vidas. Lideramos nuestros hogares, empleos y hasta gobiernos. Es la edad de la mayoría de las líderes formales o informales. Cuando llega la menopausia somos las responsables de nuestras decisiones”, dijo De Paoli, que enfatiza que que la decisión de vivirla es 100% personal.
“Invito a todas las personas que me escuchan a hablar de la menoupausia. A sacarla del placard. Por las que la estamos atravesando, las que ya lo hicieron y las que lo harán”.
Realidad virtual
La realidad virtual es otro eje que pisa fuerte en esta época y que forma parte, de una forma distinta a la de dejar de menstruar, de la exploración de los sentidos. Gino Cingolani, diseñador digital que trabaja en Decentraland, una plataforma de realidad virtual, planteó la posibilidad de “pensar en un futuro menos sombrío en la virtualidad”.
El hombre se remontó a su pasado personal para ilustrar el orígen de su interés profesional. “Hace algunos años vi a mi papá enfermarse de ELA, una enfermedad que destruye la capacidad de tu cuerpo para moverse pero deja intacta la capacidad de tu cerebro para pensar. Progresivamente, tu cuerpo, esa única constante que tenemos en el espacio/tiempo para explorar el mundo físico, deja de responder”, contó. “Y me pregunté por primera vez: ¿si eso me pasara a mi?”.
Con el motor de encontrar mundos sin un cuerpo físico funcional para habitar, Cingolani se metió de lleno en el campo de lo digital y se encontró con más de una verdad. “Las tecnologías inmersivas engañan a nuestro cuerpo para hacernos creer que estamos haciendo algo que no está en nuestro mundo físico. Modifican nuestra percepción de la realidad, que pasa a ser la propia realidad. Cuando las experiencias de realidad virtual están bien hechas, nuestro cerebro produce un efecto de encarnación, sentimos como propio un cuerpo que no es nuestro, que en realidad no habitamos y que de hecho no existe. Ese habitar del cuerpo hace que esa experiencia se vuelva más significativa. Más real”, reveló.
Después de meses y años de exploración, Cingolani se encontró con que dichas experiencias son tan reales que hay evidencia científica que nuestro cerebro puede enviarle señales de dolor a nuestro cuerpo físico cuando vemos que alguien lastima la mano de nuestro cuerpo virtual.
“Ya hay casos de personas con stress postraumático por haber experimentado violencia o situaciones de abuso en entornos virtuales. ¿Entienden a lo que voy? La realidad virtual cambia la percepción de nuestra realidad y la percepción de nuestra realidad ES la realidad. Así como la energía eléctrica hizo que nuestros días fueran más largos o el transporte motorizado achicó distancias y aceleró tiempos, la realidad virtual amplía la capacidad de nuestro cuerpo de estar presente en entornos que antes solo consumíamos con los ojos”, ilustró.
Frente a la pregunta inicial, de si hay espacios nuevos para habitar sin el cuerpo, pero con la corporalidad mental, la respuesta del hombre es definitivamente sí. “La pregunta ya no es si vamos a habitar o no estos espacios en el futuro, sino de qué manera vamos a hacerlo. Como usuarios tenemos que ser más cautos y demandar más a los artífices de estas tecnologías y estas experiencias. Y tenemos que hacer esto antes de que sea demasiado tarde”.
El hombre explica que, así como en su momento aparecieron las redes sociales y transformaron por completo la forma de vincularnos, hoy nos enfrentamos a un conjunto de tecnologías que no había aparecido en las narrativas de ciencia ficción y que no nos dieron tiempo a pensar cómo queríamos los humanos relacionarnos con ellas.
“Pensábamos que estábamos completando encuestas de personalidad, pero estábamos construyendo la mayor base de datos de comportamiento humano de la historia”, dilucidó. “Con las tecnologías de realidad virtual ya no van a ser nuestros intereses, nuestros gustos y nuestros contactos, van a ser nuestros sentidos, nuestros cuerpos y nuestra percepción de la realidad las que van a estar en juego”.