La falta de relación o contacto con seres queridos puede tener consecuencias fatales en la salud de los adultos mayores según detalla una investigación de la Universidad de California
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¿Cómo estás? ¿Por qué no me llamás más?
Nunca te veo, no me visitás jamás.
Siempre estás ocupado en ese trabajo tuyo.
De los reclamos más enunciados por los padres que se encuentran en la tercera edad. Según pone de manifiesto un estudio de la Universidad de California, si uno no se presenta a la comida familiar del domingo, estará reduciendo la esperanza de vida de los padres de la tercera edad en al menos un nueve por ciento.
Puede que suene sorprendente, pero es posible que los adultos mayores con hijos realmente se sientan solos. Y esto no es del todo extraño… son personas que se han dedicado a estar rodeados de familiares en sus casas durante décadas y, de la noche a la mañana, el panorama cambia; los hijos se mudan solos, se pierden amistades, finaliza la etapa laboral y, en la mayoría de los casos, se encuentran cara a cara con una de las sensaciones más temidas: la soledad.
De hecho, un informe de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de los Estados Unidos (NASEM) evidencia que “más de un tercio de los adultos de 45 años o más se sienten solos, y casi una cuarta parte de los adultos de 65 años o más se consideran socialmente aislados”.
El aislamiento social aumenta significativamente el riesgo de muerte prematura de una persona por todas las causas, al mismo ritmo que rivaliza con el tabaquismo, la obesidad y la inactividad física. Según los Centros para el Control de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC), se asoció con aproximadamente un 50% más de riesgo de demencia y con tasas más altas de depresión, ansiedad y suicidio. De hecho, “la soledad entre los pacientes con insuficiencia cardíaca se asoció con un riesgo casi cuatro veces mayor de muerte, un 68% más de riesgo de hospitalización y un 57% más de riesgo de visitas al departamento de emergencias”.
Según explica Agostina Zabaleta (M.N. 81962), psicóloga clínica de Espacio Psicosol y especializada en procesos de familia, crianza y maternidad, al llegar a la tercera edad las personas lidian con varios cambios y situaciones que afectan su funcionamiento corporal y psíquico: el cuerpo se vuelve más lento, se exacerba el cansancio y ocurren cambios en los roles y vínculos sociales.
“Son personas que se mantuvieron activas durante toda la vida a través del trabajo, la crianza de los hijos y el desempeño de roles sociales. Ahora ya mayores y retirados de sus actividades laborales, se encuentran más limitados y aislados, situación que podría afectar negativamente su salud”, agrega.
Esa soledad podría estar haciendo estragos en un padre anciano. La investigación revela que la soledad es una de las principales causas del deterioro de la salud e incluso, de la muerte en personas mayores de 60 años.
En profundidad, el estudio siguió a 1.600 adultos, con una edad promedio de 71 años; a pesar de controlar el nivel socioeconómico y la salud, quienes se encontraban solitarios presentaban tasas de mortalidad más altas. Aproximadamente el 23% de los participantes solitarios murieron dentro de los seis años posteriores al estudio, en comparación con solo el 14% de los que informaron tener compañía familiar.
Durante el análisis, uno de los métodos de observación empleados por los investigadores consistió en formular tres preguntas diferentes a los participantes: si se sentían excluidos; si experimentaban sensación de aislamiento y si percibían una falta de compañia. Frente a esto, el 43% de los participantes afirmaron sentirse solos.
“Esto es cierto ya que si comparamos a los adultos mayores con adultos de menor edad, estos primeros ven con menor frecuencia a sus amigos y familiares, por lo que sus redes sociales y de apoyo se van reduciendo significativamente”, destaca la Lic. Zabaleta. Sucesivamente, la profesional añade que en verdad los estudios científicos que demuestran que el aislamiento social y familiar se relacionan con un mayor riesgo de tener problemas de salud, son varios.
“Las consecuencias varían desde enfermedades psicosomáticas como pueden ser las de la piel, gastrointestinales y cardíacas como también provocar síntomas de depresión, ansiedad y deterioro cognitivo”, señala. Según explica, para combatir esto es esencial entender que la vejez también es una etapa más de la vida y que los cambios corporales, sociales y laborales en los adultos mayores no los invalidan; “siguen siendo personas deseantes y con necesidades emocionales y de afecto. Comprender esto nos ayudará a acompañarlos de una mejor manera, y así evitar el aislamiento y sus consecuencias”.
Otro de los hallazgos de la Universidad de California fue que aquellos que reportaron sentirse solos tenían más probabilidades de tener dificultades para realizar las actividades diarias habituales que implicaban utilizar su movilidad, como caminar o levantar los brazos por encima de la cabeza. Eso infiere, según se detalla en el escrito, que las personas que presentan síntomas de soledad tienen dificultades para realizar tareas diarias que les permitan ser independientes.
“La soledad contribuye de manera importante al sufrimiento humano, especialmente en las personas mayores, entre quienes las tasas de prevalencia pueden ser más altas”, se declara en el estudio. “Es el sentimiento subjetivo de aislamiento, de no pertenencia o de falta de compañía por lo que mantener conexiones familiares y fomentar amistades puede colaborar con que las personas mayores se sientan valoradas y mejoren su salud física y mental.
Por su parte, Carolina Moché (M.P. 94762), licenciada en Psicología, asegura que el conocimiento de estas consecuencias y la prevención son fundamentales. “Uno envejece como vive por eso se puede anticipar y ser muy consciente sobre el estilo de vida que lleva. No es que la vejez sobreviene un día y uno se levanta y es viejo; todo termina siendo una consecuencia de cómo se fue trabajando durante los años/décadas posteriores a dicha vejez”, enfatiza.
¿Es posible entonces revertir y prevenir estos cuadros? La Lic. Moché asegura que sí y aconseja sumar a los adultos mayores a la rutina de uno. “De repente llamarlos para ver cómo están y hacerles saber que uno está a disposición para lo que necesiten o decir ‘voy a elegir los martes para tomarme algo con mi mamá o pasarla a buscar’ o ‘los domingos vienen a almorzar mis papás a mi casa’ son manifestaciones de cariño para con ellos”, destaca. De esa forma se le “encuentra la vuelta” a la sensación de soledad y potencialmente se previenen varios de los riesgos mencionados.
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