El comunicador Juanjo Vargas presenta su trilogía Puentes a la Mente y explica por qué, tanto en casa como en el trabajo, es importante tener una actitud positiva y auténtica
- 7 minutos de lectura'
Una persona que despierta por la mañana y que, antes de abrir los ojos, recuerda el amor incondicional de su madre, repasa momentos placenteros vividos con otras personas o rememora sus logros personales se da, en cuestión de minutos, “una explosión molecular de hormonas de bienestar”, dice Juanjo Vargas. Lo hace en uno de los 365 textos cortos que componen Puentes a la Mente, una curiosa trilogía de “editoriales del alma” que fue escribiendo cada lunes a las 5 de la mañana durante más de 7años. El resultado es una obra de tres tomos sumamente inspiradora, que se puede leer al azar o de corrido, y que fue presentada en la última edición de la Feria del Libro.
Comunicador social, asesor de empresas y conferencista (lleva 1664 encuentros, según su estadística personal), Vargas se reconoce como la tercera generación de comunicadores de su familia. “Mi abuelo era de la prensa, la política y los discursos. Mi papá, de la radio. Y yo me enfoco más en las cuestiones humanas. Pero los tres somos buenos contadores de historias”, resume, para LA NACION, luego de la presentación de Puentes a la Mente.
-¿Por qué tanto énfasis en la comunicación?
Porque el tema de la comunicación es fundamental. A una persona que comunica bien, que llega bien al otro, se la entiende. El problema hoy es que no nos estamos escuchando. La gente cree que todo el mundo está leyéndole la mente. Entonces, cuando aprendés a decodificarte, a equilibrarte y a comunicarte mejor, no sé si están todas las soluciones, pero por lo menos allanás el camino para que haya un mejor entendimiento.
-Hablabas en la presentación de los aportes que hoy se hacen desde la neurociencia en relación al bienestar. ¿Cómo es eso?
Lo que yo puedo decir es que hoy la neurociencia certifica lo que hay que hacer. Nos indica, de lo que hacemos, qué es lo mejor y qué se puede mejorar. Mencionaba tres palabras (optimismo, extroversión y autoestima) que no son de la neurociencia, pero que sí están vinculadas al bienestar. Y eso es lo que podemos certificar con la neurociencia. Yo creo que el bienestar de las personas se basa en esta fórmula. No podés hablar de optimismo y tener una actitud mala o tener cara de ogro cuando te vienen a preguntar algo: el optimismo es también gestualidad. La extroversión es abrirte al diálogo, en especial cuando se tiene una mínima pizca de poder. Y la autoestima es la palabra de la construcción: está bueno que padres y personas estén dispuestos a decir lo mejor del otro, con el reconocimiento y el amor como pilares. Sin reconocimiento de las personas, no hay bienestar. Nadie se siente mejor sin reconocimiento y agradecimiento recíprocos. Si no están, no nos sentimos parte del vínculo.
-¿La neurociencia puede medir el nivel de optimismo?
La neurociencia, lo que ha comprobado, es que hay un movimiento neuronal de un sector a otro del cerebro. Este movimiento promueve paquetes de neuronas que se van a desarrollar simplemente porque estás pensando cómo voy a hacer esto, si conviene hacerlo por acá o por allá. Es decir que, al pensar en eso, estoy generando nuevas neuronas y “agrandando” mi cerebro. Un cerebro es más grande y optimista porque tiene más dinámicas neuronales, ya que está pensando cómo resolver algo, cómo llegar, cómo construir para que salga bien. Y ahí es donde decimos que el optimista tiene más neuronas, porque tiene que estar pensando permanentemente. El pesimista, que no es criticado, sino que es simplemente pesimista o negativo, muchas veces lo es porque prefiere estar en un lugar seguro, donde no haya una sorpresa insatisfactoria. Pero también hay que ver la parte positiva de lo pesimista. El pensamiento crítico es un poco objetar lo que estás viendo, y eso también es una transformación del futuro. El trabajo en equipo, la buena comunicación, la creatividad y el pensamiento crítico son, entre otras cosas, las grandes virtudes del niño que viene.
-¿Cuál es el propósito de esta trilogía?
El propósito es colaborar en la vida cotidiana de cualquier persona, puede ser un niño, un adolescente, un hombre grande, un mayor. Si se lee como propongo, que es al azar uno por día o en el momento en que necesites, los libros traen respuestas, porque dentro hay vivencias reales y no muy lejanas a las nuestras. Tenemos vidas parecidas, con algunas alteraciones, pero parecidas. Entonces, cuando vas a “Puentes a la Mente” te vas a encontrar con cosas que son similares a lo que te está pasando. Y quizás no traerá todas las soluciones, pero te va a dar herramientas para lo diario desde la comunicación. Hay historias y cosas que te llevan a sacar tus propias conclusiones.
-¿Y cuál es el trabajo que se puede hacer hoy para mejorar la comunicación y la convivencia en las empresas?
En este tiempo he aprendido que no es posible entrenar a gerentes de una empresa sin entender primero que se trata de seres humanos que quizás tienen problemas personales o que tienen una familia. Si en su familia no es muy bueno comunicando eso mismo reflejará en la empresa. Entonces, o lo corregís para que el tipo mejore en su casa o en su empresa no va a crecer. Porque, de lo contrario, va a ser una cáscara. Y todo lo que no es auténtico, dura poco, la gente se da cuenta. En cambio, cuando él prueba las herramientas que le damos en su casa y funciona, comienza a aplicarlas en el trabajo. Y cuando aplica en el trabajo algo auténtico, porque empieza a ser de él y ya no de un tipo que le enseñó, entonces la cosa cambia. Por eso digo que la comunicación es 360. Vos la aprendés, aplicala con tu hijo o con tu pareja, que luego en el trabajo va por default. Yo creo que el trabajo es la expresión de lo que mejor hicimos en los cimientos personales, en esa construcción que hacemos todos los días.
-¿Cómo es la comunicación 360?
Cuando vos comunicás, generalmente entre el 9 y el 10% de la comunicación es lo verbal. Alguien puede decir que yo hablo muy lindo. Sí, si me escuchás en la conferencia, si charlamos un rato, pero hay muchas comunicaciones que yo hago que no son verbales, que son gestuales, desde la forma en que me visto, la forma en que saludo o la forma en que me río. Siempre digo que cuando conocés a una persona, el saludo, la sonrisa y sus cejas dicen todo. Si yo saludo, y te doy la mano, y te miro a los ojos, y te regalo una sonrisa, y levanto las cejas, seguramente pienses “este tipo es diferente al resto”. De golpe pasás a tener color, no sos gris como todos lo somos un poco en algún momento. Bueno, de eso se trata la mejora en la comunicación, en descubrir nuestras virtudes y ponerlas a prueba. Y empezar por casa, porque en el trabajo podemos tener una cara, pero en mi casa soy verdaderamente auténtico. Por eso, en las empresas primero hablo de las familias. Poné todo tu amor en tus hijos y te vas a transformar en un comunicador. Todos somos comunicadores.
Otras noticias de Vida positiva
- 1
Claudia Villafañe: su mejor rol, por qué no volvería a participar de un reality y el llamado que le hizo Diego Maradona horas antes de morir
- 2
Escala la pelea en la Corte Suprema: Lorenzetti estalló contra sus colegas, que le respondieron con dureza
- 3
Lionel Messi mostró el lugar sagrado que tiene en su casa y sorprendió a sus fanáticos
- 4
Los empresarios que pelean por una codiciada esquina de Palermo