Los especialistas destacan que es absolutamente innecesaria la aplicación de activos para retrasar el envejecimiento de la piel a edades tempranas, algo que parece impensado pero que se volvió habitual entre las chicas jóvenes
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A muchas mamás les sucede que al ir a buscar en la mesa de luz, en su necessaire o en el lugar donde guardan su rutina de belleza se encuentran con que la crema de tratamiento que se aplican por las noches tiene repentinamente señales de que alguien más la usa. “De un día para otro me di cuenta de que mi hija de 19 se ponía la crema que tengo indicada para las arrugas, además de usar el serum para contorno de ojos”, explica Sabrina, de 49, del barrio porteño de Villa Ortúzar. “Me llamó la atención y le pedí un turno con su dermatóloga porque claramente estos productos no corresponden a una chica de su edad”, advierte.
Sabrina no es ajena a lo que les pasa a muchas mamás. Cada vez es más frecuente que chicas jóvenes, de entre 18 y 20 años, usen las rutinas antiedad de sus madres de más de 40. Algo impensado y hasta contraproducente en pieles firmes y turgentes que no sufren pérdida de colágeno o elastina y en las que la producción natural del hidratante por excelencia, el ácido hialurónico, es óptima.
Sin embargo, muchas de ellas tomaron el hábito de usar activos específicos recomendados para pieles maduras, presentes en cremas, sérum concentrados y productos para contorno de ojos. Influenciadas por las redes sociales, que promueven un modelo de belleza hegemónico y a través de las cuales tienen acceso a las recomendaciones de voces no calificadas, se vuelcan a un cuidado de la piel que no responde a una necesidad concreta.
“En la actualidad, los pacientes utilizan una innumerable cantidad de productos antiedad o de skincare, en general, muchas veces sin supervisión de un profesional entrenado y desde edades muy tempranas”, explica Paula Luna, médica del Servicio de Dermatología del Hospital Alemán (M.N. 110753). La especialista sostiene que suelen utilizarse distintos tipos de ácidos a diversas concentraciones, algunos de los cuales solo deberían ser recetados por un médico especialista.
Para Luna, la razón que tienen las jóvenes para usarlos responde a que, en mayor o menor medida, todos somos susceptibles a los cánones de belleza. A la vez, llama la atención sobre un tema no menor: “hoy las redes son una gran influencia para marcar tendencia en relación a los parámetros de lo estético y cualquiera puede postear sin necesidad de tener un título habilitante”, advierte la dermatóloga.
También previene sobre los peligros de las redes sociales en la construcción de la imagen que las jóvenes tienen de sí mismas, revela la doctora Johanna Furlan, médica cirujana (M.N. 122.975). “Los filtros de belleza que nos muestran las redes sociales están influyendo en las nuevas aspiraciones de quienes buscan una mejor apariencia, sin marcas ni arrugas, con perfecto maquillaje o iluminación en el rostro. Esto también incluye levantamiento de los pómulos, los párpados y relleno de los labios.
Estos filtros están causando furor entre los usuarios más jóvenes, y más allá de compartir fotos dándoles uso, está bajando la media de edad de los pacientes que acuden a las consultas”, explica Furlan. Además destaca que es necesario considerar que los principales usuarios de redes sociales son personas muy jóvenes. “Antes lo normal era comenzar a hacerse tratamientos a partir de los 30 o 35 años, pero ahora llegan consultas, sobre todo mujeres, de entre 18 y 20 años”, agrega.
La cirujana asegura que, con 20 años cuando la piel todavía no ha sufrido muchos cambios y suele estar muy sana, ya comienzan a consultar y a buscar incorporar principios activos. Y, sin embargo, “lo único que la piel necesita a esta edad es agua, sueño y protección solar”, advierte. Y subraya que es necesario conocer el tipo de piel que tiene cada paciente para diagnosticar y recomendar qué debe usar y si realmente es necesario la aplicación de productos en esa piel, cuando aún son sanas. “No debemos sobrecargarla de rutinas innecesarias, cuando solo tenemos que lograr que la piel esté hidratada”, explica.
Tendencias de moda vs. cuidado real
Luego de la adolescencia, las pieles suelen pasar por etapas en las que necesitan cuidados básicos específicos. Por ejemplo, la médica asegura que a los 20 años las pieles más grasas mantienen sus poros abiertos y algún brote de acné y que para estos signos lo mejor es el uso de cremas ligeras con ácido salicílico que ayudan a hidratar y controlar los brotes de acné. Mientras que para pieles mixtas o secas, los productos específicos con ácido hialurónico colaboran para mantener la hidratación necesaria de la piel. “Sin embargo, los activos antiedad que usan las chicas jóvenes son mayormente la niacinamida y el ácido hialurónico”, señala. La primera se trata de una vitamina soluble en agua -otra forma de vitamina B3 que se extrae de las raíces de las plantas y las levaduras- que es capaz de penetrar en la capa más superficial de la piel. También es posible hallarla en diversos alimentos como los productos lácteos (leche, huevos) y algunas carnes.
El ácido hialurónico es uno de los ácidos más demandados por las jóvenes en la actualidad. Pero, según Furlan, se suman el Dmae (DiMetilAminoEtanol) y argireline, que son principios tensores muy pedidos también por las jovencitas y, hay que tener en cuenta que, en general, a los 20 o 30 no tienen necesidad de usarlos. Lo negativo de este uso es que no tiene en cuenta las necesidades específicas de la piel sino que viene de una demanda de tendencia o de moda, cuando se usan cosméticos que la piel no necesita, ésta nos dará señales de que algo no está funcionando. “Por eso siempre la recomendación de consultar con el especialista para dar con la rutina indicada para nuestra piel”, indica Furlan.
En cuanto a las consecuencias, la cirujana asegura que usar productos que no están indicados para la edad puede provocar piel asfíctica o asfixiada, ya que no se elimina correctamente el exceso de sebo en la piel. Entonces, este se solidifica dentro del poro hasta taponarlo y crear microquistes conocidos como miliums.
Por otra parte, subraya que, cuando el producto que aplicamos no es para nuestro tipo de piel, algunas señales son muy claras: el tono luce apagado, se evidencia una sensación de irritación al aplicarlo en zonas como mejillas, mentón, nariz, frente. También puede sentirse la piel tirante o luego de un tiempo de aplicado el producto continúa seca y eso significa que el contenido de agua tiende a evaporarse o se trata de una fase oleosa escasa que no proporciona suficiente emoliencia a la piel. Además es posible notar un desequilibrio hídrico, es decir, se agravan las zonas secas y las grasas son más evidentes. En casos más extremos, o tras un uso prolongado del cosmético equivocado, puede producir acné.
Para ambas especialistas, es fundamental no tomar todos los consejos que circulan en redes sociales porque estos no tienen en cuenta las necesidades específicas de nuestro tipo de piel. Siempre recomiendan consultar con un especialista y seguir la rutina que nos indique el dermatólogo o médico. Para Luna, un buen consejo para prevenir el envejecimiento, independientemente de la edad, es cuidarse del sol, limpiarse la cara entre una y dos veces por día e hidratarse.
La recomendación de Furlán va en la misma línea: agua, sueño y protección solar son los tres infaltables a los 20. “Los hábitos siguen siendo siempre el buen cuidado del cuerpo y la piel: la alimentación, la hidratación y el ejercicio físico. Y hoy sumaría también la importancia de la salud mental, para acompañar cambios y decisiones que parecen estar cruzados por valores no muy claros”, finaliza.
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