Los investigadores han asumido durante mucho tiempo que el cerebro controla el sentido del tiempo; un nuevo estudio sugiere que el corazón juega un papel importante
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Es una obviedad que el tiempo parece expandirse o contraerse según las circunstancias: en un estado de terror, los segundos pueden alargarse. Un día pasado en soledad puede arrastrar. Cuando se está tratando de cumplir con una fecha límite, las horas corren.
Un estudio publicado en la revista Psychophysiology por psicólogos de la Universidad de Cornell encontró que, cuando se observan a nivel de microsegundos, algunas de estas distorsiones podrían ser impulsadas por los latidos del corazón, cuya duración varía de un momento a otro.
Los psicólogos colocaron electrocardiogramas a estudiantes universitarios para medir con precisión la duración de cada latido del corazón y luego les pidieron que estimaran la duración de breves tonos de audio. Los psicólogos descubrieron que después de un intervalo más extenso de latidos cardíacos, los sujetos tendían a percibir el tono como más prolongado; los intervalos más cortos llevaron a los sujetos a evaluar el tono como más breve. Después de cada tono, los intervalos de latidos del corazón de los sujetos se alargaron.
“Una frecuencia cardíaca más baja pareció ayudar con la percepción”, dijo Saeedeh Sadeghi, candidata a doctorado en Cornell y autora principal del estudio.
“Cuando necesitamos percibir cosas del mundo exterior, los latidos del corazón son un ruido para la corteza”, explicó. “Se puede percibir más el mundo, es más fácil introducir cosas cuando el corazón está en silencio”.
El estudio proporciona más evidencia, después de una era de investigación centrada en el cerebro, de que “no hay una sola parte del cerebro o del cuerpo que marque el tiempo; todo es una red”, dijo, y agregó: “El cerebro controla el corazón y el corazón, a su vez, impacta en el cerebro”.
El interés en la percepción del tiempo se ha disparado desde la pandemia de Covid, cuando la actividad fuera del hogar se detuvo abruptamente para muchos y personas de todo el mundo se encontraron frente a períodos de tiempo indiferenciados.
Un estudio de la percepción del tiempo realizado durante el primer año del confinamiento en Gran Bretaña encontró que el 80 por ciento de los participantes reportaron distorsiones en el tiempo, en diferentes direcciones. En promedio, las personas mayores y más aisladas socialmente informaron que el tiempo se hizo más lento, y las personas más jóvenes y más activas informaron que se aceleró.
“Nuestra experiencia del tiempo se ve afectada de maneras que reflejan, en general, nuestro bienestar”, dijo Ruth S. Ogden, profesora de psicología en la Universidad John Moores de Liverpool y autora del estudio de cierre. “Las personas con depresión experimentan una desaceleración del tiempo y esta se experimenta como un factor de empeoramiento de la depresión”.
El nuevo estudio de Cornell aborda algo diferente: cómo se percibe el paso de los microsegundos. “Comprender esos mecanismos puede ayudarnos a manejar el trauma ya que las experiencias instantáneas se recuerdan como prolongadas, dijo la Dra. Ogden.
Al tratar de evaluar la importancia de una experiencia dijo, “nuestro cerebro simplemente mira hacia atrás y dice: ‘bueno, ¿cuántos recuerdos creamos?’”
Agregó: “Cuando se tiene esta memoria realmente rica, más rica de lo que normalmente uno obtendría en un período de 15 minutos de su vida, se auto engañará para pensar que fue largo”.
La investigación sobre la percepción del tiempo se ha centrado, hasta hace poco, en diferentes áreas del cerebro, dijo Hugo Critchley, profesor de psiquiatría en la Escuela de Medicina de Brighton y Sussex, que ha estudiado cómo los latidos del corazón afectan la memoria de las palabras y las respuestas al miedo.
“Creo que hay una apreciación mucho mayor de que las funciones cognitivas están íntimamente vinculadas, tal vez incluso basadas en el control del cuerpo, mientras que la mayor parte de la psicología hasta la década de 1990 descartaba el cuerpo como algo controlado a nivel del tronco encefálico”, dijo el Dr. Critchley, que no participó en el estudio de los latidos del corazón de Cornell.
Investigaciones anteriores han ahondado cómo la excitación física está conectada con el procesamiento del estrés y estados emocionales como la ansiedad y el pánico, señaló el Dr. Critchley. El nuevo estudio amplía eso al centrarse en el papel del corazón en una función no emocional que es la percepción del tiempo, que puede vincularse a distorsiones más grandes en el pensamiento.
“No se puede observar la función cognitiva de forma aislada”, dijo. “Incluso al comprender cómo se desarrolla el cerebro y comienza a representar estados mentales internos, las personas están observando la primacía de la información interna ineludible que se necesita controlar para mantenerse con vida”.
Una razón por la que el cuerpo puede estar estrechamente involucrado en la percepción del tiempo es que el tiempo está demasiado relacionado con las necesidades metabólicas, dijo Adam K. Anderson, profesor de psicología en Cornell y coautor del nuevo estudio.
“El tiempo es un recurso”, dijo el Dr. Anderson. “Si el cuerpo fuera una batería o un tanque de gasolina, en ese momento está tratando de decir: ‘¿Cuánta energía tenemos? Vamos a hacer que las cosas parezcan más cortas o más largas en términos de tiempo según la cantidad de energía corporal que tengamos’”.
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