La enfermedad como vía de sanación y reparación de conflictos; los beneficios de esta disciplina
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El ritmo acelerado de la vida moderna parece no detenerse, pero en medio de esta vorágine, ganan terreno propuestas como la biodecodificación que invita a observarnos de manera integral y a acompañar nuestros procesos. ¿De qué se trata esta disciplina que entiende a la enfermedad como una forma de repararnos?
“La biodecodificación es la técnica y el arte de la alfabetización respecto de los síntomas de nuestro cuerpo. En cada síntoma, nuestro inconsciente se expresa biológicamente. Cuando sabemos escuchar y comprender, lo transformamos en conciencia biológica y se aplican automáticamente las cuatro fuerzas autocurativas que son la alimentación, la respiración, el sueño y la sexualidad”, señala el doctor Antonio De Santis, médico y director de la Escuela Argentina de Biodecodificación. Y explica que esta disciplina actúa mediante la tríada mente, cerebro y órgano y cuando se genera un conflicto en nuestra vida afecta al mismo tiempo y en forma sincrónica a estos tres espacios, generando estrés psicobiológico que tiene por objeto resolver la problemática. “Una vez solucionado el conflicto, el individuo repara el estrés ocasionado en las tres áreas en forma sincrónica, y esto se manifiesta en lo que llamamos síntomas, que son el resultado final de la activación de programas sensatos biológicos de supervivencia”, apunta el médico.
Desde la biodecodificación, destaca De Santis, se trata de acompañar con terapéutica natural los efectos de los síntomas autocurativos. En este sentido, uno de los grandes beneficios de esta técnica es perderle el miedo atávico a las enfermedades y comprender que tan sólo son el resultado final de una lucha psicobiológica para sostener la vida.
¿En qué se basan las premisas de la biodecodificación?
Para entender más sobre el origen de esta técnica, Violeta Vázquez- terapeuta, directora de Biorizoma y autora de libros como “Ser un salto en el vacío” y el recientemente publicado “Entrá en crisis” -, cuenta que las escuelas de biodecodificación clásicas nacen en Europa como consecuencia de los postulados del doctor Ryke Geerd Hamer, creador de la nueva medicina germánica, que concibe a la enfermedad como una solución biológica que, lejos de querer terminar con la vida o ponerla en peligro, apunta a reparar el daño que produjo un estado de estrés o trauma. “Las escuelas de biodecodificación analizan por qué un determinado conflicto impacta a nivel biológico de una manera en una persona y de otra manera en otra. Ahí es donde se incluye la historia, la biografía de la persona, los rieles, que son esas temáticas principales en la vida que hacen que las personas saltemos ante determinados conflictos y no en otros. Tienen que ver con los lentes con los que leemos la realidad” dice Vázquez. Se trata de desenredar la información que nos da la biología a través de un síntoma o un diagnóstico, en relación a quiénes somos, quiénes fuimos, qué les pasó a nuestros padres, nuestros abuelos, y cómo todo eso se interrelaciona entre sí. En este sentido, el síntoma también aporta información, y cada tejido habla por sí mismo, ya que tiene una funcionalidad, tanto para la humanidad como para la persona afectada, que le puede dar un sentido diferente a cada parte del cuerpo. No es lo mismo desarrollar un síntoma en una mama, en un hueso o en el corazón, apunta la directora de Biorizoma.
Otro de los aportes importantes de Hamer, dice Vázquez, es que aquello que generalmente llamamos enfermedad tiene que ver con la sintomatología de inflamación: fiebre, dolor, enrojecimiento o la inflamación que generan cuadros virales, gripales o infecciones de todo tipo. Se trata del momento en el que el cuerpo necesita descansar. “Hamer dice que esta es una etapa finalizadora de la enfermedad, de reparación. La verdadera enfermedad aparece cuando hacemos un pico de cortisol, de estrés y ahí no tenemos ni frío, ni hambre, ni calor, porque estamos extremadamente ocupados en resolver el conflicto principal. Lo que tenemos es insomnio, necesidad de huir o atacar”. En este sentido, dice, lo que en realidad deberíamos pensar cuando tenemos estos cuadros es qué estamos queriendo reparar o qué pudimos reparar anteriormente para bajar los niveles de estrés.
Biorizoma parte de esta base, pero da un paso más y apunta a un abordaje terapéutico integral, complementario, que no se basa solamente en los síntomas físicos, sino que busca comprender el sentido del conflicto o la sintomatología que esta abrazando la persona. No se trata dice Vázquez, de luchar contra los síntomas, sino de buscar integrarlos. “A diferencia de otras escuelas de biodecodificación, Biorizoma propone un tratamiento integral de, como mínimo, cinco a siete sesiones, con propuestas de trabajo que van más allá del descubrimiento del por qué de esa sintomatología. Ese es el primer paso. Un paso es encontrar el personaje, el arquetipo que representa nuestro hilo conductor, que es ese caminito por el cual saltamos a leer la realidad de una manera particular. Después el trabajo, la propuesta de abordaje va más allá del darse cuenta, es un trabajo que incluye diversas técnicas que vienen de las áreas de las ciencias sociales, de las artes y de la educación”, apunta Vázquez y cuenta que el equipo de trabajo se compone tanto de médicos y psicólogos, como de artistas, bioenergetistas, astrólogos, tarotistas y fiolósofos, que buscan dar una mirada transdisciplinaria y holística. Se trata de abrir el panorama.
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