Ya sea que siempre hayan estado cerca o que deseen llevarse mejor, a continuación algunos consejos para reforzar la relación
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Las hermanas Audrey Findlay, de 75 años, y Barbara Rowe, de 63, se despiertan todos los días de la semana con una llamada telefónica a las 8 am. Aproximadamente una hora después, van a trabajar juntas en Findlay Rowe, la tienda de regalos que abrieron hace 12 años. (Anteriormente, trabajaron en la misma compañía de atención médica durante 13 años, donde la Sra. Findlay era la gerente general y la Sra. Rowe gerente de administración).
A las 5 o 6 de la tarde, cuando terminan de trabajar se dirigen a sus hogares que se encuentran a tan solo cuatro casas de distancia. Y después de cenar, vuelven a reunirse para dar un paseo de una hora, entrando fácilmente en lo que sus hijos adultos (tienen nueve entre ambas) llaman cariñosamente su “charla de gemelas”.
“Una de nosotras comienza una oración y no la llega a terminar, que la otra ya está respondiendo”, dice la Sra. Findlay.
Las hermanas tienen sus argumentos, como se podría esperar de dos personas que suelen pasar la mayor parte del día juntas. Pero están comprometidas a permanecer cerca y estar allí la una para la otra.
“Nuestro padre era huérfano y para él la familia era algo muy importante”, añade la Sra. Rowe. “Podemos tener una pelea fuerte y al día siguiente, vernos y decir: ‘Bueno, ¿a dónde vamos a cenar?’”, revela.
Más del 80 por ciento de los estadounidenses crecen con al menos un hermano y la investigación sugiere que esas relaciones pueden ofrecer beneficios hasta en la edad adulta. Un estudio de 2019 que se centró en personas de 60 años, por ejemplo, descubrió que la calidez entre hermanos adultos puede proporcionar un amortiguador contra la soledad y ayudar a aumentar el bienestar.
Si bien no hay mucha investigación sobre qué tan bien se llevan la mayoría de los adultos con sus hermanos, los datos del libro de 2015 titulado “Relaciones entre hermanos adultos”, coescrito por Geoffrey Greif, profesor de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad de Maryland, ofrecen algunas pistas. En entrevistas cualitativas con 262 adultos, el 64 por ciento dijo que se consideraba un “buen amigo” de al menos uno de sus hermanos, y el 45 por ciento dijo que consideraba que al menos uno de sus hermanos estaba entre sus mejores amigos.
“Sin embargo, el 70 por ciento dijo que tuvo altibajos con sus hermanos a lo largo de sus vidas”, destacó el Dr. Greif en una entrevista.
“Las relaciones entre hermanos, como todas las relaciones familiares, tienen una cierta ambivalencia y ambigüedad”, sostiene Greif, una declaración obvia, pero que él cree que es importante que los hermanos tengan en cuenta, para que no establezcan una expectativa imposible de lo que implica tener una relación sólida.
Él y otros terapeutas que se enfocan en las relaciones familiares creen que es posible reforzar una conexión entre hermanos adultos, incluso si no se tiene (o ni siquiera se aspira a tener) el tipo de vínculo que comparten Findlay y Rowe. A continuación, tres estrategias que pueden ayudar.
Darse permiso el uno al otro para cambiar
Nicholas Gant, de 40 años, y su hermana Gaybrielle LeAnn, de 37, eran muy cercanos cuando eran niños: Gant le enseñó a su hermanita a caminar y hablar. Pero durante la adolescencia, se distanciaron. LeAnn describió a su hermano como un cantante talentoso, amable y carismático; ella sostiene que esto creó un “campo magnético natural” a su alrededor que hacía que le sea difícil encontrar su propia voz.
Ambos asistieron a colegios y universidades históricamente negros una experiencia que, según señalan, les enseñó la importancia de construir una comunidad y los ayudó a “reconocer la necesidad mutua de estar juntos”, dice Gant. Él y LeAnn pasaron sus 20 y 30 años no solo aprendiendo sobre sí mismos, sino también haciendo un espacio para estar presente y comprender al otro hermano: si Gant, que es cantante, tiene un espectáculo, su hermana está en la audiencia. Cuando LeAnn hizo hace poco un festejo para conmemorar los ocho años desde que sobrevivió a los coágulos de sangre que amenazaron su vida, su hermano estaba allí.
“Siento que realmente nos encontramos de nuevo”, señala Gant. “Nos enamoramos de nuevo como hermanos”, añade.
La Sra. LeAnn acredita su “capacidad de crecer y amarse como individuos y no solo como parientes” para lograr convertirse en grandes amigos.
“Esa voluntad de ver y abrazar el crecimiento de un hermano es importante”, destaca Nedra Glover Tawwab, terapeuta y autora de “Drama Free: A Guide to Managing Unhealthy Family Relationships”.
“A veces hay una versión tuya que ellos recuerdan”, remarca Tawwab. A continuación dice que por ejemplo, un hermano mayor podría seguir pensando en un hermano menor como el “bebé”, incluso si ese bebé tiene 60 años. “Uno se tiene que permitir entender que las personas evolucionan y no tratarlas como siempre las ha tratado”, dice.
Whitney Goodman, una terapeuta matrimonial y familiar con sede en Miami, sugiere que para conocer más en profundidad al hermano de uno puede servir hacerle preguntas como: “¿En qué estás ahora?” o “¿Qué está pasando en tu vida que yo no sepa?”.
“Me gusta que la gente vuelva en sí misma y piense: ¿cuánto he cambiado, cuánto he crecido? ¿cómo quiero que me vea mi hermano?”, añade la Sra. Goodman.
Tenga en cuenta cómo sus padres afectan su dinámica
Todos los terapeutas entrevistados notaron que no importa cuán amorosos sean los padres, los conflictos entre hermanos pueden ocurrir igual. El Dr. Greif devela que puede ser útil preguntarse: “¿Estoy siendo ‘triangulado’ con mi hermano por mi madre o mi padre?”. Esto quiere decir: ¿Ha caído en un patrón de comunicación con su padre o padres que está determinando cómo se siente acerca de su hermano, incluso si esa no es la intención de nadie?
Para evitar ese tipo de interferencia, los expertos sugieren establecer una regla básica simple: cuando se esté conversando con los padres o se pasa tiempo con ellos, no hay que hablar de los hermanos, especialmente si la conversación toma la forma de chismes.
También es posible que uno desee explorar si el favoritismo de los padres está afectando la relación que se tiene con un hermano. Los datos de la encuesta sugieren que el 40 por ciento de los estadounidenses sienten que sus padres tienen un hijo favorito y los estudios han demostrado que puede ser un obstáculo para la cercanía entre hermanos.
“En la investigación, el favoritismo de los padres es una de las mayores influencias sobre cómo funcionará esa relación entre hermanos, especialmente en la infancia”, señala la Sra. Goodman. “La atención de un padre es uno de los recursos más relevantes, ¿verdad? Y los hermanos pueden llevar eso a la edad adulta”, suma.
Por otro lado, Goodman añade que las familias no deberían evitar hablar sobre el favoritismo de los padres, aunque reconoce que es más fácil decirlo que hacerlo. “Los hermanos adultos pueden beneficiarse de asistir a terapia juntos (con o sin sus padres) incluso si es para abordar cosas que sucedieron hace años”, dice.
Laurie Kramer, profesora de psicología en la Universidad Northeastern, dirige un programa que enseña a individuos que son hermanos pequeñas estrategias para llevarse bien. Ella coincide en que tener ese tipo de conversaciones directas puede ayudar a “reparar años de resentimiento” entre hermanos si la gente está dispuesta a hablar sobre este tipo de cosas y ser honesto con sus percepciones.
Tómese un tiempo para disfrutar de la compañía del otro
Mientras crecían, Ken LoCicero, de 54 años, y Ricky LoCicero, de 58, eran mejores amigos y compañeros de cuarto. En la edad adulta, encontraron una forma agotadora de pasar tiempo juntos: corrieron 50 maratones juntos en 50 estados, una meta que les llevó más de 20 años.
“Este puede ser un ejemplo extremo de buscar pasar tiempo el uno con el otro, pero los hermanos a veces pierden de vista el hecho de que su relación, como cualquier otra, requiere atención y cuidado”, dice Goodman. “A menudo esperamos que las relaciones familiares prosperen simplemente porque alguien está relacionado con nosotros, pero no funciona así”, remarca.
Kramer destaca que los hermanos deben encontrar formas de divertirse juntos. “Es realmente difícil cuando todas las interacciones son sobre los problemas que uno de ellos tiene o cuando discuten sobre quién se hará cargo de las necesidades de los padres”, agrega. “Deben buscar y encontrar momentos en los que realmente puedan disfrutar el uno del otro”, recomienda.
La especialista sostiene que puede ser divertido buscar las fotos antiguas de la familia y pasar unos minutos recordando las situaciones en las que fueron tomadas.
Los hermanos LoCicero disfrutaban de los días de carrera y de cómo de vez en cuando podían llevar a sus esposas e hijos y pasar un fin de semana todos juntos. Pero también se alegraban de las horas que pasaban entrenando y planificando juntos. A veces corrían en silencio; en otras ocasiones, hablaban de trabajo, matrimonio e hijos. (Los LoCicero también tienen una hermana con la que son buenos amigos y un hermano que murió de cáncer de páncreas hace 15 años, una pérdida dolorosa que los acercó aún más).
A pesar de que su aventura de 50 maratones se ha terminado, los hermanos todavía hablan por teléfono o se ven cada pocos días; además viven a solo 11 kilómetros de distancia. “Sé que Kenny siempre va a estar disponible, accesible y dispuesto a escuchar”, dice Ricky. Y considera que no hay nada que pueda cambiar ese vínculo.
“Con Ricky, no hay nada que no diría en voz alta”, repite Ken. Saber cuán comprometido está su hermano con su relación y sentir que pueden ser honestos y vulnerables el uno con el otro es para él “un regalo”.
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