El conferencista colombiano-japonés Yokoi Kenji reflexiona sobre el arte del kintsugi y la capacidad de ser resiliente
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Hijo de madre colombiana y padre japonés. Nació en Bogotá por lo que pasó sus primeros años de vida en Latinoamérica, pero con tan solo diez años se mudó junto a su familia a Yokohama, Japón. “Siento una empatía profunda por dos culturas muy distintas, muy diferentes”, reconoce el trabajador social, autor y conferencista, Yokoi Kenji, en una conversación abierta al público del ciclo Aprendemos Juntos 2030 de BBVA.
“Me dedico a analizar patrones de comportamiento en la sociedad para entender un poco el por qué de cosas muy positivas como la disciplina del japonés, y algunas muy negativas como el suicidio masivo que tienen; también el trasfondo de tanta alegría y capacidad de improvisación del latinoamericano, y el por qué de la violencia y los patrones de la pobreza en el continente”, describe.
El sentido de pertenencia tan arriagado que tiene a dos culturas opuestas lo ha llevado a atravesar momentos de crisis de identidad, pero también le ha permitido sacar provecho de ‘lo mejor de dos mundos’ y, fundamentalmente, la capacidad de encontrar el equilibrio. “Ha sido un desafío para mí dado que el latino puede funcionar bien en el caos y, por otro lado, el japonés tiene algo que envidio mucho, que es su sentido de tribu/comunidad”, explica.
Sin embargo, ambos rasgos culturales llevados al extremo, son capaces de desencadenar patologías fuertes y consecuencias, a veces nefastas, que pueden llegar al punto del suicidio u homicidio. Para prevenir un desenlace fatal, explica, es fundamental desarrollar el sentido del equilibrio. Y, según manifiesta, este puede ser encontrado en cualquier dicotomía que se presente en la vida cotidiana.
Un ejemplo que cita es el de los sentimientos. “La felicidad y la tristeza van de la mano siempre. Así como atiendo la alegría y me voy de fiesta y hago cosas cuando estoy alegre, cuando estoy triste tengo que atravesar esta emoción, porque si la evado y obligo a mi cerebro a ser feliz, la tristeza cada vez va a llegar con más fuerza y va a ser muy peligroso”, cita.
La terapia resurge en este tipo de situaciones como una herramienta clave para alcanzar el mencionado equilibrio. Para Kenji en esto se diferencian los países que verdaderamente se encuentran más desarrollados: en la maduración cognitiva de sus ciudadanos. Y para lograrlo normalizan las conversaciones sobre el estado emocional y mental de las personas de la misma forma de la que se acostumbra hablar de patologías o condiciones físicas.
Resaltar las grietas
A la par, el conferencista hace mención del concepto japonés de kintsugi que busca resaltar las grietas de lo que está dañado o roto y profundizarlas más para que no sanen en falso. El japonés, cuando se le cae una taza de té, tiene una oportunidad de salvarla muy importante, y es que hace el arte del kintsugi: la pega otra vez, y las grietas las profundiza con oro.
“La resiliencia para mí es eso, es no esconder las grietas, primero analizar, es decir, buscar los pedazos y adentrarse más en ellas para que no sanen en falso”, reconoce. Ilustra lo mencionado con el caso de los matrimonios que se disuelven y sus integrantes evocan malos recuerdos o tienen malos dichos sobre esa etapa. “Quien hizo kintsugi, resiliencia de verdad, no habla mal de su primer matrimonio. No tiene cómo hablar mal. Lo máximo que va a decir es: ‘Aprendí mucho. Gracias a esos errores que cometimos, hoy en día puedo disfrutar bien mi relación actual’”, dice. Y añade que aquella persona no habla mal del pasado, sino que lo resaltó con oro y puede incluso estar agradecido con todo ese proceso.
Kenji destaca como uno de los aprendizajes principales el tratar de impulsar la creatividad; aunque resalta que para hacerlo se debe estar acostumbrado a combatir la vergüenza. “No hay creatividad si tengo vergüenza del qué dirán. Eso anula la creatividad. Yo, como todo ser humano y adolescente, sentía mucha vergüenza de todo y eso hacía a muy temprana edad que fuera más torpe hasta que un día me cansé y dije: ‘Tengo que poder con esto’”, cuenta.
Así, el resultado de dejar de lado la timidez es el éxito, es decir, poder desnudarse frente a los demás y reconocer que se trata de vergüenzas, pero propias, no de los demás.
Respecto de cuál es otro de los aprendizajes más importantes que ha tenido en su vida, Kenji hace hincapié en la gracia. “Es darle al que no merece. Entonces, es un riesgo alto. Pero, por alguna razón, siento que es una de las lecciones más importantes que quisiera transmitirles a mis hijos. Hay que respetar las opiniones de los demás, saber amar, perdonar… pero, sobre todo, tener gracia”, dice.
*Podés disfrutar de la charla completa en “Aprendemos Juntos 2030″, la plataforma del BBVA con contenidos útiles e inspiradores para mejorar la vida de millones de personas de todo el mundo que, desde mayo de 2022 se emiten en forma exclusiva por LA NACION podés hacer clic acá.
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