Cada 20 de julio se celebra el Día del Amigo, una iniciativa del profesor argentino, Enrique Ernesto Febbraro, autor de una campaña publicitaria para conmemorar la llegada del hombre a la luna en 1969
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Si para los argentinos la inflación es la madre de todas las batallas, la amistad es el refugio donde encontrar un momento fuera de peligro. La trinchera que representa un amigo vale oro en tiempos de futuros inciertos, grieta electoral y crisis económica.
Entre los hábitos que aceleró la pospandemia, la amistad en las redes sociales es un fenómeno en constante transformación. ¿Un seguidor se equipara a un amigo? ¿Pedir solicitud de amistad implica un compromiso digital en especial? ¿Y bloquear a alguien o armar una lista de mejores amigos? Las plataformas nos exigen definiciones, catálogos donde especificar el grado de amistad para definir con quién compartir gustos, curiosidades y momentos.
Los dispositivos, entonces, funcionan como puentes que cruzan fronteras entre los continentes de la amistad. Las relaciones en constante redefinición impulsan nuevas tendencias. Entre las dinámicas se destacan: La conexión global, el fenómeno que salta barreras físicas para establecer amigos y amigas por todo el mundo, ampliando una red cultural que aporta distintas perspectivas. Por otra parte, las últimas aplicaciones requieren una interacción constante: A través de las redes sociales, poder mantener una comunicación constante con amigos virtuales, compartir actualizaciones, fotos, videos y mensajes instantáneos en cualquier momento y desde cualquier lugar. Esto facilita la conexión y permite mantener una relación fluida a pesar de la distancia física.
Del “quiero tener un millón de amigos” que cantaba Roberto Carlos al quiero millones de likes. Ahora la generación Z se expresa con emojis o fotos para saludar a un amigo-usuario que publica en Be Real, la red espontánea del momento. “Haz la foto y publícala a tiempo para descubrir qué están haciendo tus amigos”, invita la plataforma que permite comentar, chatear y reaccionar, la interacción de moda que, a pesar de sus 10 millones de intercambios diarios, aún no puede destronar a Facebook, que encabeza el ránking con más de 2900 millones usuarios.
¿Puede un corazón, un fueguito o un globo reemplazar al clásico llamado de feliz cumpleaños? ¿Comunicarse se reduce a reaccionar? Si alguna enseñanza nos dejó el virus que lo transformó todo es la importancia de los vínculos afectivos. El contacto cara a cara y los encuentros con seres queridos que producen bienestar treparon al 82% de las respuestas en una de las últimas investigaciones realizadas por Trendsity sobre el registro del uso del tiempo. Así como los integrantes de la generación Z, nativos digitales, se volcaron a las aplicaciones para intercambiar afinidades, los millennial y los centennial lamentaron el contacto físico. Y las consecuencias no son menores. Según Unicef, 1 de cada 7 adolescentes entre 10 y 19 años tiene algún problema diagnosticado de salud mental.
Sin embargo, estas generaciones también aprendieron a la fuerza a convivir desde la virtualidad aunque prefieran, y no negocian, verse de manera presencial. El resguardo que ofrece un encuentro, la protección que brinda y los anticuerpos emocionales que despierta se combinan en una suerte de trinchera de contención efectiva frente al futuro incierto. Vale la pena desacelerar para buscar ese abrigo y dedicarle tiempo de calidad a ese tipo de encuentros. Los resultados, en términos de anticuerpos, redundan en momentos plenos y felices.
Entonces, las problemáticas ligadas con las interacciones digitales plantean un nuevo paradigma: llegaron para transformar la manera de relacionarse. Las comunicaciones instantáneas o asincrónicas, los mensajes de audio, dinamizan y agilizan el vínculo y sus formas de manifestarse, que aún está en plena etapa de recuperación.
Es aquí donde surge una gran variedad de estrategias y oportunidades para el mercado. ¿Desde qué lugar las empresas comunican los valores de la amistad en tiempos líquidos? ¿Cuáles son los insights a tener en cuenta en relación a las necesidades, y exigencias, de los nuevos consumidores? ¿Cómo transmitir un mensaje transparente que trascienda la típica imagen de un grupo de amigos en ronda, compartiendo un producto? Los desafíos también se transforman, como la amistad en tiempos de algoritmos artificiales donde la autenticidad y veracidad de los vínculos piden a gritos una gestión emocional sincera.
Si hay algo que resume el adn de los argentinos es esa particular forma de relacionarse. Tan grabada está esa huella que el Día del Amigo fue una iniciativa de un profesor argentino, Enrique Ernesto Febbraro, autor de una campaña publicitaria para celebrar el día en homenaje al Apolo XI que el 20 de julio de 1969, hace 54 años, reunió a todo el planeta para ver por TV un hito histórico: la llegada del hombre a la Luna. Ese momento bisagra sólo pudo repetirse en nuestro país cuando Argentina salió campeón del mundo. El último diciembre, el más caluroso y alegre que recordaremos por mucho tiempo, las calles se llenaron de abrazos celestes y blancos. Un recuerdo que se activa en el mejor rincón de la memoria colectiva. Un hito compartido, viralizado y reposteado en miles de millones de dispositivos que, a su manera, también celebraban la amistad.
*Por Mariela Mociulsky - Fundadora y CEO de Trendsity, consultora de investigación y tendencias. Presidenta de SAIMO
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