Gracias al uso de biosonidificadores, los músicos miden los cambios biológicos que ocurren dentro de las plantas y los árboles; cómo es la melodía resultante y cuán beneficiosa es
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Varias culturas alrededor del mundo se dedicaron a preservar tradiciones que destacan el papel fundamental de los árboles y las plantas como auténticas bibliotecas de conocimiento. En un proceso de reaprendizaje para escuchar nuevamente a la naturaleza aparecen nuevos matices de estudio sobre lo avanzados que son estos seres vivos y lo beneficioso que es para los humanos vincularse con ellos.
De a poco se está empezando a escuchar lo que el medioambiente tiene para decir y, literalmente, evidencia de esto son los experimentos musicales que realizan varios artistas tanto con plantas como con árboles. Lo que surge es la designada “música vegetal”, una forma de monitorear las señales eléctricas de las plantas como sonido que, a través del uso de tecnología de sonificación –una herramienta que permite la transformación de cualquier tipo de información en sonido– mide los cambios biológicos dentro de las plantas, los representa gráficamente como una onda y traduce en un tono musical.
“En síntesis, cada nota que se va escuchando es una expresión en tiempo real de un cambio en una planta/árbol”, explica Hilario Gramaglia, de nombre artístico Hila, que se dedica full time a la composición y el trabajo musical con plantas.
Gramaglia nació en Alcira Gigena, un pueblo del sur de Córdoba. Allí, rodeado de un ambiente en el que la naturaleza abunda encontró un vínculo especial con las plantas y luego, fue desarrollando pasión por la música.
Fue con el paso de los años y ya con una carrera consolidada como DJ que aquellos dos intereses que tenía se juntaron de una manera cuasifilosófica: “Me cuestioné quién era verdaderamente y cuáles eran mis raíces. Empecé un viaje de autoconocimiento y de reconexión con mi propósito que es generar un contacto entre la naturaleza, la música y la tecnología, construyendo puentes sonoros”.
Un portal se comenzó a abrir para él y para todo aquel que tiene la posibilidad de escuchar su arte y trasladarse, aunque sea momentáneamente, hacia la exploración de la sinfonía de las plantas.
Una creencia similar tiene Matías Primo, artista que crea música con árboles. “Mi enfoque es aquel que tiene como trasfondo la naturaleza silvestre y el entender que más allá de la música hay que conectar con la información que está transmitiendo el árbol para volver a nuestras raíces”, revela el artífice.
Según considera Primo, los árboles son portales de información natural que ayudan a las personas a bajar los decibeles y la vorágine que prepondera en una ciudad.
Plantas y árboles tienen la capacidad de escuchar y comunicarse, prueban los caudales de investigaciones sobre el tema. Gracias a los sensores que colocan los profesionales en ellos se pueden obtener bioemisiones –microfluctuaciones de conductividad eléctrica– que el biosonificador convierte en información musical (sonidos, melodías o ritmos).
Fue en la década del 80 que se hicieron los primeros experimentos sobre el tema, como el que realizó la comunidad espiritual Damanhur. Colocaron sensores eléctricos en las plantas y transformaron el resultado en música. Su técnica se basaba en transmitir las emisiones eléctricas de las plantas a un instrumento MIDI (Musical Instrument Digital Interface), un dispositivo electrónico que transforma señales eléctricas en anotaciones instrumentales. De aquel modo, los biorritmos de los seres vivos se convertían en una actuación musical.
Para contrarrestar la creencia popular que considera que la música que se escucha es “cruda” y sale de esa forma de la planta, Primo explica que no es así. “La melodía no la elijo yo, es de la planta o árbol, lo único que hago es añadirle sonoridad como puede ser un piano con sonido expansivo o unas campanas”, dice. Ejemplifica lo mencionado con el corazón; “late, pero no tiene sonido. Esos latidos o pulsos tienen una variación que, para mí es como tener una partitura de base para luego componer”, señala.
Varios estudios científicos avalan la sensación de bienestar que producen las plantas. La investigación Una síntesis de los beneficios para la salud de los sonidos naturales y su distribución en los parques nacionales respalda muchos efectos positivos del sonido de la naturaleza en la salud integral, entre los más destacados están: reducción del estrés, mejora del estado de ánimo, alivio del dolor, mejora de la calidad del sueño, estimulación cognitiva.
En cuanto a si las sinfonías emitidas por las plantas son iguales, el especialista explica que no. “Cada planta tiene su pulso y este además puede variar según la luz, el tipo de planta, las personas que están cerca y sus emociones y el clima, entre otros factores”, dice.
Grimaldo hace énfasis en que son cada vez más las personas que se interesan por estas experiencias inmersivas que unen arte, ciencia y naturaleza. “Con esta música que hago teniendo como raíz la naturaleza, deseo transmitir calma, sensaciones que puedan llevar al público a meditar, viajar o tener sensaciones diferentes”, precisa.
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