Desde hace algunos años se impone una tendencia en residencias para adultos que pone el foco en el bienestar emocional y social y no se centra únicamente en la salud
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El aumento de la expectativa de vida es una realidad, los adultos mayores viven más años y buscan tener una buena calidad de vida durante esta etapa. Muchos de ellos se mantienen bien física y mentalmente; otros atraviesan cuestiones de salud, los achaques propios de la edad, que les sacan autonomía y, en estos casos, son los hijos quienes se ponen al frente del cuidado de sus padres, ya sea personalmente o a través de cuidadores. Sin embargo, con hijos, trabajo y las responsabilidades de la mediana edad que los desbordan, en muchísimos casos, encuentran como mejor opción llevar a sus padres a un geriátrico. Pero, probablemente en los últimos diez años, y a paso lento, las residencias o también llamados hogares para adultos mayores evolucionaron. Si bien en un principio, el objetivo se establecía únicamente desde el plano de la salud, ahora se priorizan además los otros aspectos que hacen a la persona como su bienestar emocional y psíquico. Aunque no sucede en todos los casos, muchas de las instituciones que dejaron atrás la denominación de geriátrico buscan ayudar a los ancianos a vivir esta etapa con alegría y con toda la autonomía posible, rodeados de afecto, de atención y cuidados.
Helga Führer tiene 87 años, es soltera y no tuvo hijos, trabajó durante muchos años como secretaria de una empresa multinacional. Hoy vive en la Residencia Los Pinos, en Pacheco, en el partido de Tigre. “Vine al hogar porque consideraba que acá iba a encontrar un ambiente en el que me iba a sentir cómoda, después de una vida laboral muy activa. Me gusta el intercambio que tenemos entre todos, el contacto con mis compañeros. Hacemos lectura, manualidades, salidas, estoy ocupada y me siento realizada, de acuerdo a mi edad lógicamente que nos impone limitaciones físicas”, aclara.
“Son cada vez más, los casos de personas que deciden por ellas mismas venir a la residencia. Estos son ejemplos de adultos que lo hacen por una decisión personal, no es el caso de los hijos que deciden llevar a los padres a un lugar”, sostiene Gabriel Mulero, gerente general de la Residencia Los Pinos. Según recuerda Mulero, uno de los residentes, un señor de 83 años, llegó al hogar en su auto dos o tres veces a verlo, “la última vez nos dijo que se iba a Mar del Plata a pasar el fin de semana y el lunes volvió y se quedó en la residencia”, cuenta. Otro ejemplo es el de un señor que internó a la mujer porque necesitaba asistencia médica y estaba más tranquilo si ella se quedaba allí. “El venía todos los días a visitarla y se aburría solo en su departamento, se cansó y nos pidió si podía tener una habitación individual. En un principio venía de lunes a viernes y los fines de semana se iba con los hijos, al final se quedó a vivir”, aclara. Hoy por hoy, saca todos los día a su mujer a pasear por el parque de la residencia y otras veces sale a tomar un café con sus amigos. “Este señor tiene actividades: se queda haciendo sobremesa, tiene amigos, juega a las cartas, hace excursiones, está en una comunidad en donde se siente contenido, mientras que, en su casa, estaba solo y no sabía qué hacer”, señala.
Mulero asegura que estamos ante un cambio en el concepto de cuidado de adultos mayores que hace algunos años no existía. “Es ponerle cariño a una etapa de la vida a la que todos vamos a llegar. Yo lo que pregunto siempre es cómo querríamos estar nosotros en ese momento, creo que estamos generando un cambio”, sostiene. Por supuesto, que el foco está puesto en la salud de la persona, pero también se valora el aspecto emocional, es decir, que el señor o la señora se sienta a gusto, que sea un lugar que elige. El concepto es que disfruten, en el caso de la Residencia Los Pinos tienen la atención de médicos, kinesiólogos, pero también un profesor de educación física porque la idea es que tengan actividad. “Queremos que no pierdan movilidad ni masa muscular, tienen distintas actividades físicas para hacer junto con sus momentos de descanso”, agrega.
Para el gerente general de la residencia es fundamental que no estén todo el tiempo quietos, además realizan salidas o excursiones, por ejemplo, al Puerto de Tigre, al Teatro Colón, a Temaiken, a un museo, a una cafetería. Además explica que a la gente que no pueden llevar de paseo por cuestiones de salud se le prepara un desayuno o merienda a la carta, esos días los asistentes se visten de mozos, llevan un menú, pasa el carrito con las tortas. “Creemos que tienen que disfrutar, el otro día hubo un show de tango que estuvo acompañado de cocktails”, cuenta. Todo apunta al bienestar de las personas mayores que viven en la residencia.
“Me gustó quedarme acá porque es un lugar amplio y estoy contenta, cómoda, puedo salir los días que quiero, no tengo problema”, dice Maydé Maiz, de 90 años que trabajó como asistente social y tiene dos hijos. “La mesa que compartimos con mis compañeros me gusta y, en general todo, estoy bien, me siento libre. Cuando quiero me voy a mi cuarto a escuchar música o a leer, no tengo horario para levantarme o acostarme. Me gusta caminar por el parque y las salidas que hacemos, además las comidas que nos preparan son muy ricas”, dice.
Compromiso, empatía y contención
Para el médico especialista en geriatría y cuidados paliativos, Osvaldo Daversa (M.N. 86255, M.P.444941), estos son tres ejes fundamentales para quienes trabajan con adultos mayores. “Hay que ponerse en los pantalones de un señor o una señora de 89 o 90 años y pensar qué me gustaría a mí que me pase en esa etapa de la vida”, explica Daversa, quien también se desempeña como médico radiólogo y sanitarista y está al frente de la residencia La Casona en Florida, también en zona norte. En ese sentido, aclara que esta visión del cuidado de adultos mayores la lleva adelante hace muchos años. “Unos 28 años atrás habilité una residencia geriátrica con unos socios y la llamé residencia para adultos”, cuenta y añade que ya en ese entonces dejó atrás la denominación de geriátrico.
Al igual que Mulero, considera que, por lo general, las instituciones geriátricas se abocan al tratamiento del paciente, de la salud. “Pero yo considero que para estar mantenida, erguida, una mesa necesita de tres patas: la primera es un diagnóstico con un buen tratamiento, un buen régimen de higiene y dietético. La segunda es un lugar agradable para vivir y la tercera son los afectos”, advierte. Y asegura que, a diferencia de otras instituciones, en las que cuando la persona deja a su familiar se les pide que no vuelvan por veinte días para favorecer la adaptación, por el contrario, él considera que el familiar tiene que ir entre diez a quince minutos todos los días, para acompañar el proceso para que la persona no se sienta abandonada” dice.
Con 19 residentes en La Casona, Daversa asegura que trabaja involucrándose en el contexto familiar de cada persona, y que lo principal es trabajar en función de y para este grupo etario que pasa por un momento particular de su vida. En la residencia se organizan talleres literarios, cognitivos, musicoterapia, que son opcionales. Los residentes salen con sus familias e incluso organizan actividades para integrar a los familiares, “yo quiero que la familia venga porque no quiero que sea un depósito, una de las actividades más importantes del año es la fiesta que se organiza durante los primeros días de diciembre donde vienen todas las familias”, asegura.
“Se da una situación en nuestra sociedad en la que son muchos los hijos que viven con sus padres jubilados. Todos corren con su vida, el horario de desayuno y almuerzo lo establecen quienes trabajan o estudian, le manejan en control remoto, en la tele se ve lo que quieren sus hijos o nietos”, señala. Y agrega, “los adultos mayores terminan aislándose dentro de su casa. Esto se da en una parte de la sociedad no en toda, y puede llevarlos a una depresión porque a esto se suma la deprivación sensorial, la hipoacusia, la falta de buena visión y la inestabilidad de la marcha”, sostiene el especialista en geriatría. Por eso se vuelve tan importante para los mayores de edad encontrar espacios donde se sientan a gusto, parte de una comunidad, donde tengan actividades, salidas según sus posibilidades. Residencias u hogares con el eje en la salud pero también en los aspectos emocionales y psicológicos que resultan tan importantes como el cuidado físico.
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