Las 20 voluntarias de la Fundación de Ayuda al Inmunodeficiente, que funciona en el hospital Muñiz, colaboran en las tareas administrativas, acompañan a los pacientes y alivian el dolor de la enfermedad
El médico da el diagnóstico: positivo. El paciente arrastra sus pies desde el consultorio hasta la recepción, destrozado. Allí están las voluntarias de la Fundación de Ayuda al Inmunodeficiente (Fundai)dispuestas a darle turno para su primera consulta. "Uno de los momentos más difíciles y dolorosos es cuando el médico confirma el SIDA y el paciente debe pedir su primer turno -cuenta Amelia Sambiasi, coordinadora de voluntarias de la Fundai-. Un simple apretón de manos o un beso pueden ser suficientes. Pero a veces se necesita poner el hombro y secar lágrimas."
Las voluntarias de la Fundai trabajan sin obtener ninguna ganancia material. Todos los días, de 7 a 13, con una sonrisa y buena disposición, realizan los trabajos administrativos (archivan historias clínicas, ayudan a llenar formularios, atienden llamadas, dan turnos) y brindan afecto a los pacientes con SIDA.
Historias con voluntad
La rubia Karin Pistarini, ex modelo argentina famosa en los años 60 y 70, se acomoda con gracia su melena y cuenta: "Comencé con problemas respiratorios. Unas infecciones permanentes que me obligaron a consultar con el médico. Pero no encontraba a nadie que supiera tratarme. Hasta que di con el doctor Jorge Benetucci, del hospital Muñiz, excelente médico y excelente persona.
"En ese momento -recuerda la exmodelo-, él estaba planeando una fundación para el inmunodeficiente y me pidió ayuda. Yo había colaborado toda mi vida con la problemática social, había hecho desfiles a beneficio. Pero sólo cuando me tocó hacerlo con este nivel de responsabilidad valoré lo que significaba el trabajo solidario -cuenta Karin, que hoy es vicepresidenta de la Fundai."
"Empecé trayendo bidones de cloro y material descartable. Pero para crecer -continúa- tuvimos que organizar eventos y convocar empresas. La primera parte del laboratorio de la Fundai se construyó con una presentación de Julio Bocca en el Colón. Estaba trabajando en la Opera de París, pero se hizo una escapada hasta acá para bailar El Quijote ..." Hoy, en el freezer de ese laboratorio hay muestras de sangre de más de 20.000 pacientes con HIV.
Las voluntarias se fueron sumando de a poco. Hoy son veinte. Amelia, la coordinadora, llegó de la mano del doctor Benetucci. Mabel Cáceres se unió al grupo luego de enterarse de lo que hacían por medio de un programa de televisión. María Inés, a través de su abogado. Sí, su historia es distinta: debido a un problema legal menor, hoy tiene que hacer tareas comunitarias. Entre las opciones estaba la Fundai y la eligió. Ahora está tan contenta que piensa continuar con su voluntariado cuando ya no lo tenga que hacer por obligación.
Tortas de chocolate
En la Fundai hay historias lindas, pero también las hay tristes. Pacientes que un día no vuelven.
Amelia recuerda un voluntario que era portador del virus del HIV. "Venía los lunes, siempre con una torta de chocolate. Solía decirme: "Amelia, el día que ya no pueda preparar la torta, no voy a venir más". Ayudaba muchísimo, era un ejemplo como voluntario y como portador. Un día dejamos de comer torta de chocolate -Amelia hace una pausa, conmovida-. Cuando dejó este mundo lamentablemente no existían los cócteles de drogas; si no quizá todavía estaría entre nosotros".
Como en todas las relaciones humanas, hay personas que se caen bien a primera vista. "Era de la localidad de Lobos -recuerda Mabel-, tenía unos 30 años y muchísima necesidad de hablar. Fue una historia muy corta. Yo lo iba a visitar a la sala donde estaba internado. Justo ese día iba a ir a verlo. Pero vino su familia, no quise interrumpir y lo dejé para el viernes. Justo ese día falleció... La tristeza me quedó por un tiempo", se le empaña la voz.
¿Hasta qué punto se involucran afectivamente con los pacientes?
Mabel se encoge de hombros. María Inés hace la traducción: "No podés medir la cantidad de cariño que vas a brindar. Venís y das. Y seguramente en algún momento se te va a ir el alma con alguien".
Pero hay compensaciones.
Mabel: "Algunos vienen y preguntan por la voluntaria rubia. Y la extrañan si no está...".
María Inés: "Hasta tenemos el caso de una pareja que se conoció en la sala de espera".
Amelia: "La verdad es que una viene acá pensando que va a dar, y se lleva una gran sorpresa... Es una la que recibe".
Las cuentas claras
"Yo tengo acceso a todos los medios gracias a mi carrera -explica la modelo Karin Pistarini-. Eso te abre las puertas. Por lo menos te escuchan. Pero después hay que argumentar y convencer. Y luego rendir cuenta de lo que hacemos. Siempre digo que la Fundai se ve, se toca y se usa todos los días de 7 a 13. Puede venir cualquiera, el hospital es público, y no necesita anunciarse." Para consultas o donaciones a la Fundai, llamar por el: (011) 4304-3332.
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