El avance de la longevidad y la introspección llevó a profundos replanteos para lograr el equilibrio entre el trabajo y el ocio en un mundo en el que es crucial cuidar el cuerpo, la mente y el espíritu
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Una habilidad que se puede entrenar y mejorar. Un negocio multimillonario en plena explosión. También un bien escaso y una gran oportunidad económica para la Argentina. Y finalmente, en términos más generales, una puerta que se abre y nos lleva a otro lugar. Todo eso y a la vez es la nueva agenda del bienestar. “Los avances medicinales nos están dando la posibilidad de vivir más años en cantidad. Ahora está en nosotros llenarlos de calidad; y cuando uno lo piensa de esta forma se da cuenta de que este fenómeno es un tsunami”, cuenta a LA NACION Alberto Naisberg, un ingeniero de 97 años que estudia en profundidad esta temática, y en particular a las denominadas “zonas azules” de longevidad extrema: lugares del planeta donde hay una cantidad inusual de personas superlongevas.
Los avances en medicina y en ciencias de la vida en general –que en algunos casos vienen siendo casi de ciencia ficción- a los que alude Naisberg representan sólo uno de los motores para el aumento del protagonismo del nuevo bienestar.
Otro motor fundamental fue la pandemia, que trajo por un lado una conciencia de nuestra fragilidad física y mental, y por otro, produjo una introspección que llevó a profundos replanteos en el equilibrio trabajo-ocio y la calidad de vida en general. Sacando el boom de la inteligencia artificial generativa de los últimos cinco meses (ChatGPT y otras aplicaciones), las historias más potentes de la temática de innovación en lo que va de la década tuvieron que ver con el área de las “ciencias de la vida” justamente por la urgencia que trajo el Covid: lo rápido que se hicieron, produjeron y distribuyeron las vacunas; la tecnología de ARN mensajero, etc. Y el tercer gran motor es el cambio demográfico acelerado: América Latina es hoy, según un informe sobre “economía plateada” del BID, el continente que envejece a mayor velocidad en el mundo: en la década que viene un tercio de la población tendrá más de 60 años –como sucede en Japón y pasará pronto en Italia y España-, y este segmento tiene al bienestar como una prioridad a tope de lista.
En este despliegue nacen sectores y temas nuevos, como la economía del sueño, las nuevas drogas y terapias, el sexo como un eje de bienestar y muchos otros. Según la consultora McKinsey es un segmento que mueve 1,5 billones de dólares al año (millones de millones de dólares: más que varios PBI de países sumados), y probablemente la cifra se quede corta. Lo que sigue es un viaje por la frontera de 10 claves o megatendencias que explican, en parte, por qué se volvió tan crucial cuidar y mantener en forma a los principales activos que tenemos: nuestro cuerpo y nuestra mente.
1) Surgen nuevos hábitos
Hasta no hace mucho las conversaciones sobre bienestar se reducían a hacer ejercicio, comer mejor y tal vez encarar algunas rutinas antiestrés. Hoy esta avenida se ensanchó e incluye desde aprobaciones semanales de entes reguladores para el uso de nuevas-viejas drogas (cannabis, psicodélicos, etc.) hasta helados, anillos y colchones personalizados para dormir mejor, pasando por baños de bosque, técnicas de respiración o de meditación de lo más diversas.
La buena noticia es que esta explosión cámbrica de posibilidades de bienestar sirve para que cada uno encuentre su propio “set de hábitos” con la menor fricción posible para sostenerlos: si es difícil empezar a hacer deporte o encarar una dieta muy estricta, se puede empezar por meditar 10 minutos por día. Son “hábitos cascada” que luego, en la medida que se comprueban los beneficios, incentivan a redoblar la apuesta. Por eso mantenernos informados sobre las novedades en este campo, con herramientas como este nuevo suplemento, son fundamentales para nadar en el océano de lo que “no sabemos que no sabemos” y explorar nuevas ideas para aplicar en la vida cotidiana.
2) Trabajar en uno y evitar el “picoteo espiritual”
La contracara de esta tormenta de estímulos y de posibilidades casi infinitas es el riesgo de lo que la neuróloga Lorena Llobenes, autoridad mundial en estudios sobre meditación, llama “picoteo espiritual o de bienestar”: “En esta era de cataratas de información sobre lo que tenemos que hacer, caemos en la tentación de buscar en el afuera, de ‘trabajar’; cuando la idea es aquietar, buscar lugares seguros dentro de uno mismo. Y terminamos ‘picoteando’ un poco de cada cosa en una carrera sin límite”, dice Llobenes. Hay trucos para evitar esta “ruedita del hámster”, como consejos de médicos, nutricionistas, deportólogos, análisis de ADN o de microbiota intestinal (cada vez más extendidos) que ayudan a priorizar y a personalizar cada estrategia de bienestar.
3) El fitness cerebral y la brecha de estímulos
En la actualidad probablemente el gran divulgador de la agenda de longevidad extrema sea el genetista David Sinclair, que tiene un doctorado en la Universidad de Nueva Gales del Sur, en Australia, y un posdoctorado en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) de los EE.UU. Sinclair está a cargo de un laboratorio en Harvard, donde investiga por qué envejecemos, y es autor de best sellers como Alarga tu Esperanza de Vida (LifeSpan). Remarca que más del 80% de nuestra salud futura depende de cómo vivamos, y no de nuestro ADN. Y suele enfatizar que hay mucha conciencia en mejorar el bienestar físico pero menos consideración a las actividades de “fitness cerebral”, por ejemplo tener el hábito de aprender cosas nuevas, encarar juegos de mesa, etc. En un extremo de simplificación, el genetista argumenta que se ven cada vez más corredores mayores de 70 años en maratones, pero al mismo tiempo aumentan los casos de demencia o de Alzheimer. “De nada sirve tener un cuerpo de 20 años menos si nuestro cerebro no sigue la misma trayectoria”, asegura Sinclair.
4) El nuevo mindset
Sea como sea, los expertos recomiendan cambiar la forma de pensar en lo que hace a esta agenda: convencerse de una vez por todas que con los hábitos saludables existe lo que en finanzas se llama “interés compuesto” (lo que hace que el dinero a una tasa de interés determinada se multiplique luego de algunos años, con lo cual la primera recomendación en finanzas personales siempre es empezar a ahorrar e invertir cuanto antes). Con los hábitos saludables pasa lo mismo: el tiempo juega a favor de estas microdecisiones acumuladas todos los días. Y lo mismo sucede en sentido contrario: el tiempo juega en contra de los malos hábitos. Fumar un cigarrillo un día hace muy poco daño, pero el acumulado en varios años puede ser mortal.
5) La importancia de los amigos y los proyectos
Tal vez el estudio académico más citado en el campo del bienestar sea el que iniciaron en 1938 expertos de la Escuela de Medicina de Harvard, que se planteó seguir de cerca, con cuestionarios muy detallados, la vida de un grupo de (por entonces) jóvenes, para determinar qué factores terminaban incidiendo más en el bienestar físico y emocional.
Algunos de ellos vienen “de fábrica” y no los podemos modificar: una niñez apacible, tener ancestros longevos y una personalidad lo más lejana posible a la depresión. Pero hay otra serie de factores que sí dependen de nuestras decisiones: no fumar, comer sano, movernos regularmente, aprender toda la vida o desarrollar técnicas de autoconocimiento (como la meditación). La variable con más alta correlación con el bienestar resultó ser la de los vínculos saludables, no necesariamente de pareja o matrimonio. Un estudio posterior de la misma universidad cuantificó esta relación con un dato que fue título en muchos medios de EE.UU.: tener once nuevos amigos (no íntimos, con lazos intermedios) equivalen, en términos de bienestar, a dejar de fumar.
6) El valor de estar conectado con la naturaleza
La pandemia, que provocó que mucha gente se mude a áreas suburbanas, y la mayor conciencia de la crisis climática hicieron que entrara con mucha fuerza en la agenda de bienestar el imperativo de un mayor contacto con la naturaleza. Los papers e investigaciones que muestran correlaciones positivas entre ambas variables se acumulan: en Inglaterra se midió una mayor tasa de longevidad en personas que viven cerca de espacios verdes; enfermos cardiovasculares se recuperan más rápido si en su habitación del hospital se ven árboles desde la ventana y si luego en la casa hay un animal de compañía (se llama “efecto mascota”). El neurocientífico y divulgador Andrew Huberman remarca la importancia de exponerse al sol al menos diez minutos cada mañana para mejorar el sueño y otros indicadores de salud física y mental.
7) El avance de la longevidad extrema
Si bien la ciencia aún no pudo lograr avances para romper el récord de 122 años de vida (lo tiene una ciudadana francesa, Jean Calment), la novedad es que hay mucha más gente de 80, 90 o más años con una plenitud física y cognitiva que hasta no hace mucho duraba diez o 20 años menos. Hoy hay decenas de startups dedicadas a atacar el problema del envejecimiento.
“Es un tema bastante nuevo: en muchos países no desarrollados la expectativa de vida al terminar la Segunda Guerra Mundial era de 51 años”, explica Ricardo Jáuregui, gerontólogo argentino que preside la Asociación Mundial de Geriatría. Brasil es hoy el país que más rápido envejece. Vivir más décadas dejó de ser una conversación entre científicos y pasó a formar parte de una frontera alcanzable en el mediano plazo. Es un área de negocios que según Merrill Lynch involucraba 110.000 millones de dólares en 2019 y ascenderá a 600.000 millones en 2025.
8) Los desafíos de sentirse bien aún con las presiones laborales
Una “jornada” o una “semana del bienestar en la empresa”, con un médico o nutricionista invitado una vez al año a la oficina para que eduque en hábitos de bienestar ya no son suficientes, mientras los niveles de burnout entre los empleados siguen escalando. “Es un elefante sobre la mesa sobre el cual –todavía en muchas organizaciones– se lo suele encarar con parches parciales y mucho “hagamos como si”... cuando en realidad se requiere un abordaje integral, holístico y sostenido en el tiempo”, cuenta a la nacion Diego Kerner, autor de Lunes Felices y codirector del programa de Bienestar, productividad y Performance de la Universidad Di Tella. “No se trata –sigue Kerner– de poner una canchita de ping-pong, dar masajitos, hacer una fiesta. Se requiere una estrategia integral de bienestar organizacional basada en modelos y principios provenientes de distintas disciplinas”.
9) El talento argentino gana protagonismo
Al contrario que otras tecnologías como inteligencia artificial, computación cuántica, etc., la biotecnología depende en forma crítica del talento humano, y la Argentina tiene biólogas y biólogos de primerísima línea a nivel mundial para jugar en este terreno. Un laboratorio para implementar Crispr (una herramienta de edición genética) se puede montar por unos miles de dólares con herramientas compradas online. La Argentina tiene el récord de premios Nobel en ciencias de la vida para América Latina y el científico local que probablemente haya agregado más riqueza al PBI planetario fue César Milstein, con sus investigaciones que dieron origen a los monoclonales. La economía del nuevo bienestar puede ser una oportunidad de oro para el futuro desarrollo del país.
10) Las inversiones en salud, en la mira de las empresas más valiosas
Otro buen indicador de cómo está creciendo el rol del área de bienestar lo constituye el hecho de que las empresas más grandes y valiosas del mundo (Apple, Amazon y Google, entre otras) pusieron su ojo en las oportunidades en salud y en la mejora de la calidad de vida. Jeff Bezos amplió su inversión el año pasado en el laboratorio Los Altos, mientras que Amazon compró una farmacéutica por 3800 millones de dólares y Google sigue invirtiendo en Calico Labs. Arabia Saudita anunció un fondo soberano de 1000 millones de dólares para atacar los retos de la vejez.
Además, florecen las startups vinculadas con well tech (tecnología del bienestar) y age tech (tecnología para adultos). Algunos economistas ya estiman este sector ampliado –que incluye el de la salud tradicional– en un tercio del PBI global y en ascenso por el envejecimiento poblacional. Sólo la economía del sueño mueve unos 432 millones de dólares al año con productos que van desde pijamas de materiales especiales, iluminación adecuada, distribuidores de música para calmar la mente hasta helados relajantes para ayudar a terminar la vigilia.