Un estudio realizado por la Universidad de Southampton, revela este fenómeno; si bien algunos gestos se asocian con la mentira también pueden ser usados para despistar
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En sus discursos, es muy común ver a Donald Trump realizando el gesto de “okey” con sus dedos índice y pulgar, símbolo de poder, de autoridad, de verdad. Por otro lado, en 1994, el ex jugador de futbol americano O.J Simpson fue acusado de asesinar a su mujer y a un amigo, situación que lo llevó a la justicia a través de un largo proceso mediático. Durante las declaraciones, se podía observar su tensión facial al fruncir los labios y las cejas.
La comunicación no verbal (CNV) adquiere una dimensión trascendental que permite ver más allá de las palabras para averiguar el estado de ánimo y el tipo de personalidad de alguien, como así también, intuir si está mintiendo o diciendo la verdad. Para dar cuenta de ello se hace foco en la postura, en los gestos y en el tono de voz. Alejandro Sangenis (@alejandrosangenisconsultor), especialista en comunicación no verbal y coach en neuro oratoria, explica que el movimiento corporal ayuda a dilucidar hechos o bien a transmitir algo, “y son infinitas las maneras que tiene el cuerpo humano de manifestarse frente a una situación en particular”, dice.
Se trata de una técnica que se funda en las teorías del legítimo científico inglés Charles Darwin durante el siglo XIX, quién a través de una serie de publicaciones, entre ellas “La expresión de las emociones en el hombre y en los animales”, buscó probar que existen ciertos sentimientos innatos en las personas que son expresados de manera universal.
Tras algunas controversias y cuestionamientos, el psicólogo Paul Ekman tomó estas investigaciones para construir su teoría en base a los gestos de sus pacientes. Se apoyó en los dichos de su antecesor para determinar que las expresiones humanas son universales debido a que los comportamientos se aprenden de manera social. Sin embargo, también afirmó que existen diferencias gestuales entre culturas.
A partir de ello, agencias de gobierno, de seguridad y de justicia adoptaron estas técnicas para analizar los gestos y microgestos de las personas que estuvieran investigando, como así también se apropiaron de este método para engañar a otros. El furor fue tal que de a poco, “esta herramienta se empezó a llevar a otros ámbitos de la vida cotidiana con el objetivo de promover la buena presencia y actitudes correctas, ya sea para presentarse en una entrevista de trabajo o para ubicarse al momento de dar un discurso”, comenta Sangenis.
¿Mentira o verdad?
Uno de los dilemas más frecuentes es saber si alguien está diciendo la verdad u ocultando algo. Un estudio realizado por la Universidad de Southampton reveló que, en promedio, las personas dicen alrededor de tres mentiras en una conversación de diez minutos, desde argumentos y hechos falsos hasta omisiones y exageraciones. Por lo general, cuando esconden la verdad, suele ser por miedo, vergüenza o para no salir perjudicados.
Pero, ¿qué significa la mentira? ¿Es posible detectarla? Darse cuenta no es una tarea fácil. Según Alan Crawley, psicólogo y generalista en comunicación no verbal, la población general tiene una tasa de aciertos del 54%, “es decir, que no somos seres hábiles en la detección del engaño”, afirma y explica que la mentira es un lubricante social que favorece los vínculos y reduce las disputas y los conflictos. “Como sociedad, necesitamos de la mentira. Todos los animales han evolucionado para tener un sistema innato que las detecte, sin embargo, no es ciento por ciento efectivo porque sería algo antinatural”, comenta el psicólogo.
De esta manera, es común que haya personas que mienten exitosamente ya que tienen un alto nivel de confianza en sí mismos y en sus capacidades para comunicar. Y si bien hay determinados patrones en cuanto a gestos y posturas que se asocian con el engaño (por ejemplo, no mirar a los ojos, o cruzar las piernas y los brazos, o rascarse la cabeza), los mismos también pueden ser usados para confundir. Es así que se torna difícil dilucidar cuando se trata de una mentira y cuándo de una verdad.
¿Qué hacer frente a una persona que miente?
Crawley brinda una serie de recomendaciones que pueden ayudan a desentrañar el dilema.
- No confiar demasiado en la mirada. Puede ocurrir que el cambio en la dirección de los ojos carezca de una motivación psicológica.
- Intentar no hacer demasiadas preguntas para obtener información adicional, porque se puede entrar en un callejón sin salida ni respuestas.
- Muchas veces el cuerpo y los gestos pueden ser calculados y no revelar la verdad.
- Evitar revelar la sospecha. Esta actitud da pautas de que se trata de una evaluación, provocando un retaceo de información.
- Hacer preguntas abiertas, que susciten respuestas amplias y generales.
- Asumir que el engaño es factible.