La ceremonia está asociada con el renacer y la idea es poder dejar atrás las cosas o situaciones que no queremos cargar más en nuestra vida
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Desde el origen de la humanidad, la naturaleza siempre fue venerada por todos los seres humanos, quienes encontraron en ella una conexión y unión especial. A través de sus principales elementos: tierra, agua, aire y fuego, las personas crearon una fusión y los empezaron a utilizar para su propia supervivencia, en agradecimiento, le rendían culto a través de distintos rituales. En cada uno hallaron una conexión y utilidad trascendental por lo que generaron hábitos que se transmitieron de generación en generación.
Y como todo en la vida vuelve, no es casualidad que las culturas actuales busquen volver a los orígenes, a las raíces, y que hayan vislumbrado nuevamente en estos elementos, una forma de vincularse con ellos mismos y con el otro. Y de todo este concepto, surgió el Temazcal, también conocido como baños de vapor, una ceremonia con fines terapéuticos, que busca reconectarse con la Madre Tierra, purificar y renovar a las personas para que puedan encarar la vida con nuevos objetivos y propósitos dejando atrás las viejas andanzas o todo aquello que se quiera soltar o cambiar.
“Este método va de la mano con la introspección porque consiste de un trabajo de búsqueda y conocimiento interno. Llegás siendo una persona y te vas siendo otra”, cuenta Pilar Pose, una instructora de Yoga que también da estos talleres, y que asegura que en su incursión por esta técnica, transformó la manera de mirarse a ella misma, al otro y al entorno.
Se trata de un proceso intenso y profundo. Las sesiones duran aproximadamente dos horas y se realizan en carpas con una estructura circular, a oscuras y en donde cada uno de los elementos ocupa un rol clave: el suelo conecta con la tierra, al fuego se lo utiliza para calentar unas piedras de origen volcánico que se las activa con agua y diferentes “medicinas naturales” como puede ser la salvia, el romero o el cedrón, que liberan vapor y calor, entonces, y como es de esperar, el aumento de la temperatura ambiental genera la eliminación de todo tipo de toxinas y excedentes del organismo y por ende, el cuerpo queda totalmente relajado y “reseteado”.
Ahora bien, son varias las instancias que forman parte de esta aventura mágica. El primer paso consiste en realizar unas posturas de yoga, “sencillas, pero que tienen que ver con el estiramiento para preparar el cuerpo, abrir el corazón y activar la mente”, detalla Pose. Luego, arranca la etapa principal que tiene que ver con las intenciones, es decir, con hacer foco en “todos aquellos aspectos que querés sumar a tu vida como así también aquellas que querés soltar y agradecer”, sostiene la experta.
Pero, ¿qué significa ello? ¿Cómo se lo encara? Pose comenta que se desarrolla a través de una actividad guiada por un profesional certificado donde se van tocando distintos ejes que conducen a que las personas se conecten con sus emociones y lo más profundo de su ser. Por ello, se les pide una tarea de ante mano: que lleguen al encuentro habiendo pensado sus intenciones.
Toia, por ejemplo, una administradora de 42 años confiesa que en este espacio no solo se conectó con el poder de la naturaleza, el calor del fuego, la frescura de la tierra, la oscuridad y la luz, si no que también, “con cada unas de las personas que estaban ahí buscando lo mismo que yo”.
“Esta ceremonia está asociada con el renacer y la idea es poder dejar atrás las cosas o situaciones que no queremos cargar más en nuestra vida y en esta experiencia, nos liberamos de las toxinas físicas, mentales y emocionales, y ayuda a conectarnos con nuestro espíritu y las necesidades de nuestro alma”, relata Pata Gómez, guía de Temazcal.
La historia del Temazcal –palabra compuesta por dos significados: “temas”, que equivale a “sudor” y “calli”, que simboliza “casa”-, es incierta, pero se la asocia con el principio del hombre, con lo primitivo.
Los dichos populares sospechan que esta técnica pudo haberse originado en las tierras de América del Norte, particularmente por los pueblos Mayas de México, ya que su cultura está estrechamente ligada a la difusión de este ceremonial, que practican con regularidad. Además, han encontrado muestras arqueológicas en distintas excavaciones que condicen con esta práctica.
Los beneficios
Sus virtudes son de las más amplias y cada tanto, necesarias, y corresponden a la revitalización del cuerpo y el alma. Entre ellas, Pose enfatiza que se resetea el organismo, tanto físico como mental, debido a que se eliminan las toxinas por medio del órgano más grande que tienen las personas que es la piel. Además, a través de la relajación que se genera, los practicantes logran alcanzar un estado de reflexión e introspección.
Por todas estas ventajas y teniendo en cuenta que se trata de un proceso que deja marca en la vida de las personas, Pose se lo recomienda tanto a hombres como mujeres a partir de los 15 años, ya que según dice, es una edad donde ya empiezan a ser conscientes de ellos mismos y de lo que les pasa. Y en cuanto a la regularidad de su práctica, sugiere que sea en cada una de las estaciones, es decir, cuatro veces al año porque cada período trae de la mano distintos cambios y oportunidades.