El tomate suma beneficios a la salud; es muy efectivo para bajar la presión arterial porque contiene un potente antioxidante llamado licopeno
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Si hay un alimento cuya presencia es habitual en la mesa y que es amigable con las más diversas preparaciones, es el tomate. Su crecimiento a partir de las flores de la planta y las semillas que contiene en su interior lo clasifican como una fruta. Rico en licopeno, carotenoide responsable de su color rojo, que actúa como un potente antioxidante protector del organismo, el tomate suma beneficios a la salud, entre las que se destaca su función como antihipertensivo.
Si bien desde el punto de vista botánico, el tomate es un fruto, si uno se refiere a él como un alimento, “se trata de una planta comestible y, por lo tanto, está considerada una hortaliza que consumimos habitualmente y poco conocemos sobre sus beneficios”, afirma Elizabeth Caron, médica nutricionista (M.N. 168852), miembro del equipo del Centro Médico Bionut.
Rico en antioxidantes, los que se encuentran en los tomates, “incluidos el licopeno, el betacaroteno y la vitamina C, protegen las células vasculares y las lipoproteínas de la oxidación y así previenen la formación de aterosclerosis”, señala Julio Bragagnolo, médico (M.N. 72013), Jefe de la unidad de nutrición y diabetes del Hospital Ramos Mejía y docente de la Universidad de Buenos Aires. Además, tienen un alto contenido de agua, vitaminas C, B, E y D y minerales, como el hierro, el potasio, el fósforo, el calcio y el magnesio. El licopeno, que se encuentra en altas concentraciones en el tomate, “es un pigmento lipofílico, que proporciona color rojo y naranja. Juega un papel importante en la salud humana, pero no sintetizamos licopeno, su fuente es la ingesta”, asegura Caron.
Comprobada la acción beneficiosa de los alimentos que contienen fitoquímicos sobre la salud, en los últimos tiempos se recomienda al aumento de su consumo ya que tienen un importante rol en la prevención de enfermedades crónicas. En el caso del licopeno, cuenta con “propiedades biológicas y fisicoquímicas que actúan en la prevención de enfermedades crónicas como cáncer, enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas e hipertensión, en las cuales el estrés oxidativo es un importante factor etiológico”, señala Caron. La especialista asegura que los antioxidantes como el licopeno mitigan el efecto dañino, jugando así “un papel significativo en la prevención de dichas enfermedades”. Bragagnolo afirma que, según un estudio de la publicación Biology, a cargo de investigadores de la Universidad de Portsmouth, entre las propiedades beneficiosas para la salud se destaca la prevención del cáncer, además de “otras enfermedades relacionadas con la edad, como las cardiovasculares, diabetes y Alzheimer, así como lo relacionado con la salud de la piel y la fertilidad”.
La acción antihipertensiva del fruto está comprobada científicamente, aunque, para que su efecto sea directo sobre el organismo, habría que comer mayor cantidad de lo normal. Sin embargo, Bragagnolo advierte que, dentro de un plan médico de control de la presión, es aconsejable “incorporar tomate dentro de la dieta, sumándolo a los hábitos saludables”. Eso sí, el jefe de la unidad de nutrición y diabetes del Hospital Ramos Mejía hace hincapié en que “es imprescindible tener en cuenta que la sal rompe el hechizo, es decir que, en casos de hipertensión, la sal la genera y no debería incorporarse al tomate para que sea eficaz su acción antihipertensiva”.
En un estudio realizado por investigadores de la Universidad del Ben-Gurión del Néguev, Israel, se concluyó que “el complejo de nutrientes del tomate que contenía 15 mg y 30 mg de licopeno fue bien tolerado y mostró eficacia para reducir la presión sistólica en la población con hipertensión, mientras que las dosis más bajas y el licopeno puro independiente no fueron suficientes. El contenido de licopeno en los tomates crudos es de 2,5 a 4 mg por cada 100 gramos. De este modo, un consumo razonable de tomates -por ejemplo, 100 a 200 gramos por día- suministrará entre 4 y 8 mg de licopeno, no suficiente para impulsar la reducción de la presión. Sin embargo, el grupo de investigadores sugiere, por un estudio que usó extracto de tomate en pacientes hipertensos, tratados, pero no controlados, que los pacientes tratados con varios fármacos anithipertensivos pueden beneficiarse de la adición del complejo de nutrientes del tomate”. Bragagnolo expresa que en dicha investigación se cita la acción cardiovascular del tomate y que “muchos de los antioxidantes que se encuentran en los tomates, incluidos el licopeno, el betacaroteno y la vitamina C, protegen las células vasculares y las lipoproteínas de la oxidación y así previenen la formación de aterosclerosis”.
Así, el versátil fruto, que se adapta a una ensalada o a un jugo, pasando por todos sus matices, resulta “amable con todas las preparaciones e hipocalórico. Está indicado comer cinco porciones de vegetales por día, entre ellos el tomate. En Argentina comemos dos vegetales diarios. En cambio, se recomienda consumir 5 gramos de sal por día y consumimos 11. En el tomate la sal puede reemplazarse por condimentos que no la contengan, como orégano, tomillo, salvia y aceite de oliva”, apunta Bragagnolo. El médico advierte que el tomate contiene oxalatos que están desaconsejados “en personas con tendencia a hacer cálculos urinarios”.
Por su parte, Elizabeth Caron aconseja planificar una ingesta de verduras variada en colores, de manera de incorporar diferentes nutrientes al organismo. “Más color, más salud”, resume. La nutricionista asegura que está demostrada la utilidad de las medidas no farmacológicas “en el contexto del tratamiento de la HTA (hipertensión arterial). Sumadas al uso de fármacos hipotensores, dichas medidas son la base del tratamiento. “El efecto hipotensor de las medidas no farmacológicas será proporcional al grado de adherencia a las mismas por parte del paciente”, afirma Caron. Entre dichas medidas, destaca “la cesación tabáquica, el descenso de peso, la disminución del consumo de sodio, la ingesta de potasio, magnesio y calcio, la gestión del estrés y la práctica de actividad física o de algún tipo de movimiento, como caminata o baile, como estilo de vida”.
Elizabeth Caron resalta que “la ingesta de licopeno puede considerarse como una medida preventiva y terapéutica no farmacológica para diferentes tipos de enfermedades, pero se requiere el trabajo de los profesionales de la nutrición y de la salud para incrementar su consumo a través de la educación alimentaria y proponer, a partir de los resultados de investigaciones científicas, sus niveles de ingesta diaria”.
Al alcance de la mano, el tomate es una de las verduras más populares y, junto a la lechuga se arma un dúo imbatible que, tal vez sin llegar a ser irresistible, goza de amplia aceptación. Sin embargo, sus mil y una incursiones en diversas recetas lo vuelven una sencilla y eficaz alternativa capaz de complementar las indicaciones médicas, según cada necesidad.
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