Los especialistas revelan la importancia de conectar con los espacios fuera de las responsabilidades cotidianas y los beneficios para la salud
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El ritmo acelerado de todos los días hace sentir que no queda tiempo para nada. Se anhela que el fin de semana sea más largo, tener más días de vacaciones y que las jornadas de trabajo sean un poco más cortas. En este frenético escenario, rigen los reproches de que no hay momento para hacer lo que se quiere y de estar con quien se quiere. Al tiempo libre se lo asocia con felicidad, pero, ¿por qué no siempre somos capaces de disfrutarlo?
Los espacios libres de obligaciones laborales, domésticas y actividades específicas son claves para una vida conectada con el disfrute. “Son momentos fuera de los compromisos diarios, que lo destinamos a nosotros mismos y que a largo plazo generan bienestar”, comenta Julián Bernard, referente del programa de Salud y Bienestar Wellness para Panamerican Energy (PAE).
Sin embargo, más allá de las virtudes que se cree que estos momentos brindan, la realidad muestra otra cara: hay una parte importante de la población que no sabe cómo gestionarlo y fracasa en el intento de disfrutarlo.
Un estudio realizado por la Universidad de Pensilvania en conjunto con la de California a 35.375 individuos, reveló que tener tiempo libre ayuda al bienestar emocional, pero hasta cierto punto ya que en exceso puede ser perjudicial. Según indicaron, lo ideal es tener entre dos y tres horas libres por día, ni más ni menos. Excederse de las cinco puede generar consecuencias negativas ligadas a la desmotivación y la falta de productividad.
La paradoja del tiempo libre
Entonces, ¿qué nos pasa internamente con el ocio que no podemos disfrutar de esos espacios?
“Puede resultar que la cabeza se empiece a llenar de dudas y cuestionamientos y que la persona, de golpe no sepa qué hacer o qué le gusta. Además, a veces estas situaciones las obliga, encontrarse consigo mismos y con los problemas que tienen pendientes”, explica Juan Martín Barbich, coach ontológico profesional.
Bernard agrega que a veces disfrutar estos espacios se hace difícil porque “no nos animamos a salir de la zona de confort o estamos muy abocados a las tareas laborales”. Y lo que es mucho peor aún no sabemos qué hacer: “entonces caemos en el consumo de las redes sociales y las plataformas de entretenimiento, que en vez de ayudarnos a descansar, nos generan más cansancio”, agrega.
En este contexto, no solo las personas sino también las organizaciones buscan la forma de optimizar estas horas y hacerlas productivas. ¿Cómo? Incursionan en proyectos alternativos donde les proponen a sus colaboradores diversas actividades para que puedan realizar en sus tiempos de recreación y aprovecharlo de manera eficiente.
Por caso, en la energética PAE implementó un extenso abanico de propuestas en las que fomentan la diversión y el aprendizaje de sus colaboradores. “Buscamos brindar herramientas para que cada uno pueda gestionar el ocio de manera práctica y lo haga rendir al máximo”, cuenta Bernard.
Entre sus programas, hay para todos los gustos e intereses: para los devotos del arte, hay clases de pintura y canto, también salidas teatrales y fotográficas. Los que necesitan poner su mente en blanco, cuentan con espacios de meditación; los de espíritu curioso pueden optar por encuentros y charlas virtuales, moderadas por reconocidos especialistas de distintas áreas.
A su vez, hay planes para padres, donde se les enseña a vincularse con sus hijos a través del juego. “A partir de estas técnicas muchos se descubren desde otro lugar y empiezan a ver la vida desde otra perspectiva”, reflexiona Bernard.
Tiempo libre: ¿amigo o enemigo?
Según Barbich, a muchos les cuesta disfrutar los momentos de esparcimiento porque las sociedades modernas imparten un mandato donde le exigen a los individuos ser productivos, en otras palabras, que ocupen el tiempo trabajando y estudiando. “En este camino hacia la globalización, se perdió la idea de individualidad para formar parte de un todo, dándole lugar a un paradigma que valora más al que está activo, creando”, comenta el especialista.
También sucede que en el correr de esta vorágine, “la gente se exige a sí misma para tener mejores resultados, se presionan, cada vez quieren más y no aflojan, o tampoco se lo permiten”, sostiene Ricardo Corral, médico psiquiatra, presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras.
Esta situación, “nos aleja de lo importante que es tomarnos un rato para fomentar la creatividad y el ocio, dos aspectos que estimulan nuestra visión del mundo, que nos permiten conocer y mirar las cosas desde otra perspectiva”, reflexiona Barbich.
Encontrar un equilibrio entre la recreación y las responsabilidades cotidianas no es una tarea sencilla, pero es la puerta de entrada para una vida en armonía.
Para Mariana Kerestezachi, psicóloga y terapeuta familiar sistémica, la clave para lograrlo es teniendo un propósito “para que no veamos al tiempo libre como algo malgastado o que nos haga sentir improductivos”. Y sugiere fijarse un objetivo.
“Animarse a dar el paso y confiar en las corazonadas. Lo importante es sacarle el jugo al tiempo de ocio y hacer cosas nuevas o que den disfrute. Las actividades significativas, al final del día, te van a generar satisfacción”, concluye Bernard.
Claves para transformar el tiempo libre en un aliado
- Tomarse al menos entre dos y tres horas al día. Más de cinco no se recomienda ya que, estudios revelaron que afecta a la productividad y al bienestar emocional.
- Buscar un objetivo: pensar qué se necesita, qué se quiere hacer, cuáles son los gustos e intereses de cada uno. ¿Se necesita descansar? ¿hacer ejercicio? ¿Alguna actividad relacionada con el arte? La lista y las opciones son infinitas y hay para todos.
- Elegir una actividad o deporte que se pueda sostener en el tiempo, es decir que sea factible de realizar y compatible con la dinámica diaria.
- Permitirse esos espacios, incorporarlos como parte de la rutina hasta que se transformen en un hábito diario.