La práctica regular de Rubik en sus distintas versiones tiene varios beneficios de “bienestar mental” para cualquier edad
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A punto de cumplir 50 años está pasando por su mejor momento. En 1974 el arquitecto húngaro Erno Rubik inventó el “cubo mágico”, un rompecabezas tridimensional con seis colores y 43 trillones de combinaciones posibles. El boom se dio recién a principios de los 80, primero como diversión (es el juguete más vendido de la historia) y luego, ya en este milenio, como una competencia, el speedcubing, con cientos de miles de cuberos que a nivel global pelean por batir récords en 17 categorías.
Dos datos de las últimas semanas que dimensionan bien el fenómeno. El video más buscado del año en YouTube fue el del récord de Max Park en un cubo 3x3, el tradicional, con 3.1 segundos. Park salió campeón mundial en Incheon, Corea del Sur, en agosto pasado. A nivel local, el tutorial más buscado en Google en 2023 fue el de “cómo armar un cubo Rubik”.
La Argentina está en la elite mundial de este juego, ocupa el séptimo puesto del mundo y en 2024 organizará, por primera vez, el campeonato Sudamericano, en la Universidad Di Tella. Hay speedcubers excepcionales como Leando Martín López, que vive en San Martín y estudia para ser chef, que en los últimos meses batió diez veces el record mundial en Megaminx, un dispositivo de doce caras, con tiempos de menos de 25 segundos que hasta hace poco se consideraban imposibles
Y más allá de que la gran mayoría de competidores sean adolescentes, lo cierto es que la práctica regular de Rubik en sus distintas versiones tiene varios beneficios de “bienestar mental” para cualquier edad. Algunos de los principales son:
1) Ganar foco y atención. El spam promedio de atención de un ser humano hoy es de 8 segundos, menos del tiempo que lleva leer un párrafo. Enseguida vamos a ver las notificaciones del celular o a ver una serie en una plataforma. A los chicos que arrancan con la práctica de Rubik les empieza a ir automáticamente bien el en el colegio: no les cuesta prestar atención en clase. Los días de torneos implican 10 o más horas de mantener un foco de “rayo láser”.
2) Memoria. Es una habilidad olvidada y subestimada, que dejamos de ejercitar luego del ciclo lectivo formal y que por lo tanto se va debilitando por falta de uso. El deterioro es “normal” con la edad en términos estadísticos, pero no debería ser “natural” si se la ejercita como a un músculo del cuerpo. A medida que se va a avanzando en Rubik es necesario memorizar algoritmos de movimiento, y esto contribuye a una mejora generalizada en la memoria.
3) Fuera de la caja. La creatividad es la unión de puntos que nadie había juntado con un valor agregado de originalidad. Si no recordamos lo que aprendemos, los libros que leemos, etc, nos quedamos sin “puntos para unir”. Además, mover partes del cerebro que habitualmente no se usan también correlaciona positivamente con ganar creatividad. En especial, aquellas actividades en las que pre-suponemos que somos malos.
4) Aprendizaje permanente. Pasar de un método de principiantes a uno de resolución implica “olvidarse” de mucho de lo que ya se había aprendido. Alvin Toffler decía que “los analfabetos del siglo XXI no serán los que no sepan leer ni escribir, sino los que no sepan aprender, desaprender y volver a aprender”. Este modelo implica mucha humildad y también es un entrenamiento para el “hambre” de mejora permanente. En los Estados Unidos (hoy la mayor potencia mundial en Rubik) se promueve la práctica en el sistema educativo y las universidad consideran estos resultados a la hora de asignar becas.
5) Estrategia y decisiones bajo incertidumbre extrema. Los 15 segundos de inspección de los torneos oficiales corren y hay que definir rápido la mejor estrategia, bajo presión; y en las categorías “blind” ejecutar luego a ciegas: cualquier parecido con las decisiones de negocios y del día a día en un mundo de hiper-incertidumbre son pura coincidencia.
Todas estas avenidas llevan a una mayor “fortaleza mental” y suman lo que los neurocientíficos llaman “reserva cognitiva”: cada vez hay mayor evidencia que muestra que aprender habilidades nuevas ayuda a evitar, postergar o morigerar enfermedades neuro-degenerativas como la demencia o el Alzheimer, por ejemplo.
Y lo mejor de todo: es tremendamente divertido. Este dato no es menor: en la nueva agenda de longevidad los hábitos que se incorporan tienen que entretenernos, porque luego los vamos a tener que sostener durante décadas. Y es muy difícil competir con la gente que se divierte haciendo lo que hace.
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