A sus 46 años, Sonsoles Rey contó en el marco del evento de Mujeres Líderes de LA NACION, cómo es ser una luchadora y vivir el día a día sin certezas
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Su nombre hace referencia al de la Virgen de Sonsoles en Ávila, España, y pareciera no ser lo único que tiene en común con la figura religiosa. Según cuenta la leyenda, la de Sonsoles es quien protegía de las plagas, el clima, enfermedades y dolencias a los campesinos, animales y cultivos de la ciudad de la cual es patrona; una misión de vida similar a la de Sonsoles Rey, una mujer valiente y “guerrera” por designio divino –así lo dice ella misma– que asegura que su responsabilidad es visibilizar un tema tan serio como lo es el proceso de donación de órganos en la Argentina.
La historia de Rey es una de resiliencia y excesivo estoicismo que tomó popularidad hace aproximadamente 10 años atrás cuando su madrina y entonces pareja de su madre, Sandra Mihanovich, le donó un riñón para salvar su vida. Gracias a la repercusión de su caso, Sonsoles se consolidó como una referente en el tema que –en palabras propias– “es una lucha no solo contra la enfermedad sino con la burocracia que rodea a todo el proceso de donación de órganos en el país”.
Fue en el Capítulo 9 del evento Mujeres Líderes organizado por LA NACION que Rey, fiel a su estandarte, estuvo presente y conversó en un mano a mano con José Del Rio, secretario general de Redacción, sobre las lecciones de vida que aprendió a lo largo de su diagnóstico, internaciones y trasplantes para demostrar que “la vida va por otro lado”.
“Cuando veo mi historia así resumida me doy cuenta de todo lo que pasé y lo que sigo pasando. Muchas veces me preguntan qué siento y por qué me pongo esta camiseta y en verdad lo único que hago es visibilizar algo que es muy serio. Me tocó ser una persona alegre, pero tengo como misión hablar de esto”, confesó emocionada.
Al ser consultada por Del Rio sobre qué siente al pensar en las 30 mil personas conectadas a una máquina que esperan un trasplante de riñón, Rey fue contundente: “Siento vértigo y claustrofobia porque somos demasiados para una lista que, por suerte, cada vez funciona mejor. Imaginate la posibilidad que tengo de que en 30 mil, me toque a mí”.
Consecuentemente contó que dadas las dificultades que hay para poder recibir un trasplante, siente que su rol es comunicar e informar cada vez más para que cambien las leyes dado que hoy en la Argentina no es legal que un amigo, conocido o ser querido, que no sea un familiar directo, done un órgano. “Cada día se achican más las posibilidades. Hay gente que no tiene familia y sí amigos o conocidos que se ofrecen y no pueden recibir trasplantes de ellos”, explicó.
En el momento de profundizar sobre por qué se siente tan comprometida con la causa, la “luchadora” aseguró que sabe que tiene una responsabilidad con Dios; “sino, no estaría viva y lo cierto es que cada vez estoy mejor. Mi misión es que todos se den cuenta por dónde va la vida y qué pasa con los cuerpos y con el alma de la gente que está ahí por horas atada haciendo diálisis”, sostuvo.
Cuerpo y mente como campo de batalla
De su propia boca relató lo importante que es tener un cuerpo y una cabeza fuerte. “A mí no me gusta asustar a la gente que tiene que entrar en este proceso o que ya lo está viviendo, porque sino se van cayendo las motivaciones de vida. Te preguntás: ¿hasta cuándo tengo que estar conectada a esta máquina?”, dijo. Sucesivamente contó la historia de una mujer que conoció mientras hacía diálisis, Patricia, quien con el tiempo se convirtió en una de sus mejores amigas, pero que en un principio le repetía constantemente que ella moriría allí porque sabía que no tenía posibilidad de trasplante. “Cuando me costaba levantarme e ir a diálisis pensaba en ella que se tiene que quedar para siempre ahí y me doy cuenta de que no puedo quejarme y que en parte, lo que me pasó con Sandra fue mágico; me hice un análisis y al mes estaba trasplantada”, relató.
Del Rio le consultó si en algún momento contempló el por qué de su situación. “Creo que Dios necesita guerreros en este plano y elige perfecto a quién para cada tarea. Nunca me cuestioné por qué a mí, pero sí me enojé mucho cuando el riñón de Sandra empezó a fallar porque no entendía a qué se debía hasta que comencé a entenderlo”, confesó.
Sumado a ello, contó que una herramienta que la ayudó a salir adelante es la meditación. “Me salvó la vida, es algo mágico que me hace vivir todo más fácil dentro del horror que en verdad es”, afirmó. A continuación, reveló que otro “instrumento” que descubrió para sentirse bien fue la práctica de la llama violeta. “En 2019 estaba muy complicada, a la par de la falla del riñón se me expandió el corazón y me dijeron que me iban a tener que trasplantar nuevamente y operarme a corazón abierto. Apenas me dieron el diagnóstico dije: ‘me voy a morir, no puedo resistir a esto en simultáneo’”, contó. Fue así que en plena crisis se encontró con un médico al que luego de decirle que esta historia del corazón no era suya, le aconsejó “hablar con su cuerpo y achichar su corazón”. “Ahí empecé a trabajar con la llama violeta que es una técnica para trasmutar las cosas y pasaba horas dibujando mi corazón y achicándolo. A la semana un ecógrafo nuevo me preguntó el por qué del pedido de ecografía del corazón y me dijo que no se veía nada malo en la imagen; lo analizaron con otros médicos y vieron que efectivamente había desaparecido el problema”, detalló.
Aquella experiencia de no creer, le dio aún más fuerza e ilusión. El éxito que obtuvo con su perseverancia la llevó a decidir entrar a diálisis nuevamente para, de una vez por todas, terminar con la historia en la que los médicos la persiguen.
“Entré a diálisis creyendo que igual de rápido que apareció Sandra iba a aparecer otro trasplante, pero no fue así. Empecé a entender la magia del cuerpo, cómo los riñones trabajan y filtran y cómo cada día es un esfuerzo”, reconoció a la vez que confesó lo solitario que es el camino de quienes esperan un trasplante. “Vivo con el teléfono pegado porque ese llamado puede llegar a cualquier hora, cualquier día o cualquier momento y la espera es vertiginosa”, agregó.
"Necesito que se den cuenta de que hay muchos problemas que en verdad no lo son y que la vida se te puede poner jodida de verdad"
-Sonsoles Rey
Vida y muerte
“Yo la muerte la sentí más de una vez”, afirmó. Convencida en varias ocasiones de que “no zafaba” del inevitable fin, Rey se enfrentó y habló con la muerte muchas veces. “Para mí es una transición a otra cosa y hoy con la espiritualidad que tengo no la entiendo propiamente como algo que se termina. Solo que no me gustaría que sea hoy por mi hijo y porque siento que soy la voz de mucha gente que no tiene manera de hablar”, dijo.
Este tipo de historias llenas de fortaleza se caracterizan también por volver visible lo invisible y Sonsoles no es la excepción. “Valoro lo que muchos no ven porque cuando la vida se te pone tan pesada y te cuesta tanto vivir, encontrás gratitud y valor en lo simple y en ponerle el pecho a la vida”, enfatizó.
Asimismo dejó un mensaje a todo aquel que la escuche o la lea: “veo gente estresadísima porque el dólar sube y en realidad la vida va por otro lado. Necesito que se den cuenta de eso, de que hay muchos problemas que en verdad no lo son y que la vida se te puede poner jodida de verdad”.
En última instancia Del Rio elevó los ánimos y le dijo: “¿Quién te dice que así como Ezequiel –por Lo Cano, impulsor de la Ley Justina– logró su cometido, tu voz no alcanzará una ‘Ley Sonsoles’?”. Conmocionada por esas palabras y por haber relatado con detalle sus luchas y victorias, Rey respondió una última pregunta. “¿Cómo le pondrías a la canción de tu vida?” a lo que ella, segura, contestó: “Honrar la vida”.
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