Practicada desde hace milenios por varias religiones como ritual, tiene comprobada eficacia como medida higiénica y preventiva de ciertas infecciones.
La circuncisión masculina -eliminación del prepucio, que deja al descubierto el glande- fue impuesta como ritual en muchas religiones en la Antigüedad, y tal vez no es casual que estuviera tan extendida en pueblos que habitaban áreas desérticas, como el antiguo Egipto, donde no era una práctica ritual sino simplemente una medida higiénica: no les sobraba el agua para lavarse tan frecuentemente como quisieran.
Hoy al parecer nadie la discute como medida higiénica. Clínicamente está indicada como tratamiento de la fimosis (inflamación o endurecimiento del prepucio que impide la salida del glande y produce dolor en la erección, entre otros problemas) y como preventivo de varias infecciones (lo que los estudios científicos están tratando de definir más exactamente es cuáles sí y cuáles no). Y los únicos reparos para esta operación serían de orden cultural, por parte de quienes le atribuyen a esta práctica médica alguna significación particular asociada con lo religioso o con algún aspecto subjetivo de la sexualidad.
La circuncisión médica se llama técnicamente postioplastía y es realizada por un urólogo, generalmente en forma ambulatoria y con anestesia local. No es dolorosa, pero al quedar el glande expuesto, los dos primeros meses posteriores a la operación suele haber molestias a causa del roce. Luego esta hipersensibilidad de la mucosa cede y la persona sigue su vida sin inconvenientes.
A fines de marzo se publicaron en la revista científica The New England Journal of Medicine los resultados de un estudio llevado a cabo conjuntamente por la Universidad Johns Hopkins de Baltimore y la Universidad Makerere de Kampala, Uganda, en este país africano, a lo largo de 2 años con 3.398 pacientes adultos. Aún con el suministro regular de preservativos y de información sobre prácticas sexuales seguras, hubo al cabo de los dos años una transmisión de herpes genital (causada por el HSV-2) que fue más de un 20% menor en los voluntarios circuncisos al principio del estudio que en los no circuncisos: 7,8% contra 10,3%. Y la transmisión del HPV, capaz de causar en un cierto porcentaje cáncer de pene pero, sobre todo, cáncer de cuello de útero en sus parejas sexuales femeninas, fue un 35% menor en los circuncisos.
En el porcentaje de transmisión de sífilis, en tanto, no hubo diferencias. Cabe recordar que estas infecciones de transmisión sexual, a diferencia del HIV, que se contagia a través de la sangre, el flujo vaginal y el semen, pueden contraerse por contacto con las lesiones que se encuentran en la periferia de la zona genital (ampollas, verrugas, chancros).
Este estudio está relacionado con otros realizados por los Institutos Nacionales de Salud estadounidenses (NIH, según sus siglas en inglés), en los que se reconoce que la circuncisión reduce las posibilidades de adquirir el HIV en los varones heterosexuales.
¿Cuándo se recomienda?
En la actualidad, indica el jefe de Urología del Hospital de Clínicas "José de San Martín", doctor Osvaldo Massa, son cuatro los problemas frente a los cuales se indica la circuncisión terapéutica en el varón, sin límite de edad.
La primera es la ya citada fimosis, el cierre del orificio prepucial, que suele ocurrir como consecuencia de una infección en el prepucio o de una balanitis xerótica, enfermedad degenerativa que endurece y cierra el prepucio.
Pero aún sin haber fimosis, el hongo Candida albicans, muy común en la vagina de la mujer, puede causar trastornos al pasar al varón: enrojecimiento del glande y descamaciones (o hasta ulceraciones) con una secreción blanquecina que al acumularse produce mal olor aún cuando la higiene es adecuada. Luego de una circuncisión y del engrosamiento adaptativo de la mucosa del glande, este problema, especialmente frecuente en las personas diabéticas, desaparece.
La tercera indicación es el HPV, o virus del papiloma humano: "Se indica la circuncisión para que desaparezca la humedad del glande -que funciona como reservorio- y el virus pueda ser combatido con facilidad", explica el urólogo.
Por último, existe una secreción que puede aparecer permanentemente entre el glande y el prepucio cuando no existe buena higiene o por repetición de infecciones. Se llama esmegma y, advierte Massa, es cancerígeno, tanto para el pene como para el cuello del útero de la mujer. La circuncisión evita la formación de esta sustancia: "Por eso en los países donde existe la circuncisión ritual prácticamente no existe el cáncer de pene, tan frecuente en lugares donde tienen carencia de agua potable para la higiene, y son tan bajas las cifras de cáncer de cuello de útero".
¿Para todos?
En los niños, entonces, es un factor de protección que dura toda la vida, y en los adultos representa beneficios también. Contraindicaciones no pareciera tener, según confirma el doctor Massa, que es titular de la cátedra de Urología en la Facultad de Medicina de la UBA. ¿Significa esto que a todos los niños debería realizárseles una postioplastía? "No, es una elección -responde-, pero una elección cuyas ventajas tienen asidero científico".
Hay una operación alternativa a la circuncisión por la que pueden optar quienes no deseen hacerla por motivos culturales, y es la cirugía de Duhamel, que consiste en un corte longitudinal del prepucio, sin extraerlo. Sus desventajas: no se eliminan con ella del todo las secreciones, y además puede resultar poco estético, lo cual no es poco importante a la hora de las relaciones sexuales.
En lo que respecta a lo orgánico, la circuncisión no altera la sensibilidad en la relación sexual ni la potencia en la erección. Convendrá quizás, para quien necesite hacerse la operación y tenga dudas, evaluar el posible impacto psicológico que pueda tener en él en particular. Pero con tantos millones de circuncisos en el mundo, muy difícilmente pueda decirse que sea justamente esa la causa de la infelicidad sexual de alguno.