Una tendencia que crece donde un componente de la pareja no da cabida al otro en su círculo cercano; psicólogos y sexólogos admiten que es generalizada la conducta de avanzar en el terreno sexual pero no en el emocional
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CÓRDOBA.- “Pocketing”. En tiempos en que rápidamente se crea un vocablo para definir una conducta, con este término se define a los vínculos que no quieren incluir al otro en su vida social. No se trata de no hacer lo que hace unas décadas era la “presentación oficial”, pasa por directamente hacer como si la relación no existiera. Psicólogos y sexólogos admiten que es generalizada la conducta de avanzar en el terreno sexual pero no en el emocional. No abren juicio respecto a ese punto, pero sí admiten que son muchos quienes lo hacen pero están “insatisfechos” y ahí está el problema.
Reconocen que las aplicaciones de citas y los vínculos generados en el mundo virtual alimentan estas conductas, además de una “mirada social” que para algunas personas es sinónimo de una marcación, de una conducta a seguir. El “pocketing” puede ser una forma de buscar “protección” a nivel emocional, a la vez que -en algunos casos- es también una evasión del compromiso que implica tener un vínculo emocional.
“El punto es que les va mal teniendo sexo. Es fácil, darle match en Tinder pero después aparece la contradicción, las dificultades -dice a LA NACION la sexóloga y psicóloga Silvia Aguirre-. Las consultas por este tema registran un aumento exponencial; hay crisis de pareja, de ansiedad, depresiones. Dificultades, en general, con los vínculos”.
A su entender hay “cierta obligatoriedad” de tener una genitalidad activa y, en muchos casos, de una búsqueda de contacto con otra persona: “Es el mandato social de la época y eso en sí mismo es bueno, es una necesidad humana que permanece y que es un indicador saludable si se está consiguiendo lo que las personas están deseando, pero no siempre pasa. En esos encuentros se repite un guión sexual normativo, se repite la fórmula aun cuando no funciona”.
Las fuentes consultadas coinciden en que hay cada vez más consultas de personas que manifiestan tener dificultades para crear conexiones “reales”, que no están conformes aun cuando tengan relaciones sexuales que decían que eran lo que pretendían. Los especialistas están convencidos que los códigos de comunicación “instantáneos” de las redes sociales se aplican en los vínculos y no siempre funcionan.
Para la psicóloga Paula López la “inmediatez” es el denominador común del contacto y del no contacto, aunque depende de dónde se ponga el acento. “Mucho empieza en la virtualidad y apunta a lo emocional, la persona quiere ser escuchada, acompañada -explica-. En el otro lado, está el salir al boliche, no hablar nada y quedarse en lo físico. Se satisface rápido la necesidad pero no se tolera hacer un proceso con el otro”.
Sobre cuál es ese proceso, señala que inicia cuando el otro empieza a demandar. “No hay tolerancia; estamos en la inmediatez y eso pasa en los adolescentes y en los adultos. Pasan de un mejor amigo a otro, no hacen lo que llamamos ‘tolerancia a la frustración’, cuando lo deben hacer cierran la puerta y pasan a otra cosa”.
No atravesar e incorporar las vivencias, el compartir, que implica un vínculo, es determinante para que aparezca el “pocketing”. Incluso hay quienes sostienen hacerlo con “buenas intenciones” para “no arruinar, para que otros no se metan”.
Las descripciones de las psicólogas están en línea con lo que el sociólogo Zygmunt Bauman conceptualizó como “amor líquido”, un vínculo frágil. Lo asoció a lo fugaz, a la necesidad de satisfacer una necesidad momentánea y, después, abandonar. Bauman, incluso, no lo circunscribe a las relaciones con otros, sino incluso con uno mismo. “La liquidez del amor propio”, sintetizó.
La “dictadura del placer”
Para la psicóloga, sexóloga y especialista vincular Gladys Larocca, hay mucha información sobre qué, cómo y cuándo, pero sigue la “intensidad del tabú” sobre la sexualidad y el sexo. “Es tan intenso como siempre; viró en la expresión, es la otra cara de la misma moneda -puntualiza-. Lo interesante es querer salir del modelo anterior y en ese camino se van cometiendo ciertas torpezas entendibles”.
Larocca, quien trabaja la sexualidad con temáticas de ancestralidad y espiritualidad, asegura que “se hace mucho daño” cuando se fuerza una situación. “No es forzada cuando estamos en conexión con nuestro deseo, pero si se confunde por los deseos externos, y lo que está de moda, se pierde el eje, la autenticidad. Hay una dictadura del placer y nos perdemos cuando seguimos cualquier tipo de dictadura. Perdemos todo y después viene el vacío”, grafica.
López sostiene que hay un factor que se ha descontextualizado mucho y lo ve como una consecuencia de las prácticas seudo psicológicas que hacen eje en el “vos qué necesitas” y dejan de lado al otro: “Si estoy en una relación y no quiero más debo ser responsable, no soy inocente respecto del otro, de su vulnerabilidad y de la mía. No se trata de buscar la salida rápida, claro que eso es lo que se evita, el vínculo y entonces, en muchos casos, queda la insatisfacción”.
La dificultad para establecer y sostener vínculos con “mayor profundidad” se va ahondando, indica Aguirre, por el individualismo y está convencida de que la pandemia “ha jugado en contra” ya que maximizó los miedos y también la sensación de soledad.
“El siglo pasado lo tuvo como prioritario al modelo de la relación permanente, de los roles estereotipados y rígidos, de la pareja heterosexual en el primer plano. Ese modelo pierde vigencia; se dan otro tipo de relaciones conjuntamente con la profundización del individualismo”, plantea y subraya que su descripción no va en contra de la libertad ni del placer sexual sino de pensar en “qué se hace porque realmente se quiere y qué por cuestiones de miedo y entonces elijo el ‘toco y me voy’. Vemos dificultades importantes, contradicciones entre lo que se hace y lo que se siente que se está buscando”.
Por su experiencia de consultorio, cuenta que hay diferencias entre los socializados varones y las socializadas mujeres. En el primer caso, “funcionan mucho con el ‘toco y me voy’, con la multiplicidad de parejas. No importa tanto la calidad pero no quieren quedarse ‘atrapados’ en esos vínculos”. En el segundo, buscan “mayor estabilidad, aunque entran en la dinámica de multiplicidad esperando encontrar ese vínculo más estable”.
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