El habla, el cuerpo y la mente están entrelazados y cumplen un rol clave en el aprendizaje
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El mundo de Adolfo García, especialista en neurociencias del lenguaje y la comunicación, se rige entre estudios, investigaciones, hipótesis y resultados. Su objetivo es entender de qué manera el habla y los movimientos corporales van de la mano y se complementan entre sí. Dos aspectos de la vida que se dan por sentado, pero que esconden secretos.
Durante su charla en el evento TEDxRíodelaPlata que se realizó en el Movistar Arena, el director del Centro de Neurociencias Cognitivas de la Universidad de San Andrés e investigador del Conicet y la Universidad de California en San Francisco, habló de la relación entre el lenguaje y el movimiento y explicó la importancia que tienen en las personas, ya que a partir de esa reciprocidad, se pueden detectar de manera temprana enfermedades cerebrales.
Ahora bien, entre un constante mar de dudas y curiosidades, se preguntó: ¿Cuál es la relación entre ambos? “Cuando una persona mueve alguna de sus extremidades, se le activa una zona del cerebro conocida como la corteza motora, que se ocupa de dar la orden para ejecutar la acción. Sucede que dichas palabras, tienen un efecto muy poderoso en el organismo y todo lo que uno dice o escucha influirá en su comportamiento”, aseguró.
“Cuando comprendemos el lenguaje, se reactivan experiencias corporales pertinentes”, resaltó. Pero, ¿esto qué significa? La incógnita fue respondida con un sencillo ejemplo: “Imagínense que viene un amigo y te dice que estuvo escalando en el Monte Kilimanjaro. Es muy probable que no sepas dónde queda, pero lo interesante de ese verbo es que implanta en tu cerebro los movimientos necesarios y correspondientes a escalar, por ello y más allá del desconocimiento de la escena, entendemos qué nos quiere decir”, destacó el experto.
Sin embargo, según García, el partido del lenguaje no se juega solo en el estadio del cerebro, sino que en todo el cuerpo. “Cuando una palabra describe un movimiento corporal, esa parte se moviliza automáticamente y es en ese movimiento, en esa práctica, que las personas entienden aún mejor de qué se trata aquello que está diciendo, pensando o lo que le están comunicando”, destacó.
Frente a este escenario, junto a su equipo llevaron a cabo una meticulosa investigación: convocaron a un grupo de niños de entre ocho y diez años y les hicieron contar historias. Luego, se les hicieron preguntas acerca de los personajes que mencionaban, qué tipos de actividades hacían y cuáles y cómo eran sus movimientos. Una vez finalizada esta instancia, se les propuso jugar al “Nintendo Wii”, una consola de inmersión corporal completa donde hay que bailar, saltar y patear al servicio de una experiencia lúdica. “Para finalizar, les volvimos a pedir que nos vuelvan a contar las historias a la par de que les hacíamos las mismas interrogaciones que al principio. Lo sorprendente es que pudimos ver que, ahora, podían expresar mejor lo que querían transmitir”, enfatizó.
Es por ello que también se replantea la manera en que se enseña el lenguaje: “¿Habrá otras formas de aprenderlo?”, preguntó. Lo cierto es que se suele estudiar idiomas en un aula y detrás de un escritorio. Pero aclaró que cuando a las palabras nuevas que se están incorporando se las acompaña con movimientos, el resultado es aún más satisfactorio. De esta manera, propone alternativas para que el aprendizaje sea más dinámico y lúdico.
Sin ir más lejos, las palabras son una herramienta para los individuos y cumplen la función indispensable de comunicar y de expresar sus sentimientos. Pero esto no es todo, también son un vehículo para detectar si ciertos sistemas cerebrales están funcionando con normalidad o no y dan la posibilidad de conocerse a uno mismo. En este sentido, García insiste en que la comunicación hay que pensarla como un aspecto integral que une el cerebro y el cuerpo.
Por lo visto, la relación entre el habla y el movimiento tiene gran importancia en la vida cotidiana de las personas y puede ser fundamental para detectar enfermedades como el Parkinson de forma temprana, intervenir a tiempo con tratamientos y, de esta manera, mejorar la calidad de vida de quienes la padecen. Los pacientes que sufren esta afección, tienen déficits específicos para procesar verbos que describen movimientos, sin mayores dificultades para otros tipos de palabras. “Poder dilucidar cuando el lenguaje o la movilidad falla, es clave para luchar contra la enfermedad cerebral”, afirmó García. Y subrayó que “el lenguaje, el cerebro y el cuerpo están entrelazados. Poco se gana pensándolos por separado”.
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