Acciones sutiles que implican un engaño y si bien no llegan a ser una infidelidad propiamente dicha pueden dañar la estabilidad de una relación
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El engaño de un encuentro físico es más fácil de encasillar como infidelidad que otros tipos de comportamientos como mensajes de texto, fotos, llamadas o videos a terceros. Estos últimos se encuentran clasificados dentro del neologismo llamado “microinfidelidades” o “microcheating” en inglés. Este término fue creado por la psicóloga australiana Melanie Schilling, quien explicó en su momento a The Daily Mail que la palabra surgió por la necesidad de denominar un comportamiento entre las parejas que hasta el momento no tenía nombre, pero que era una realidad inminente.
Asimismo, Schilling describió a las microinfidelidades como aquellas acciones mínimas, o pequeños comportamientos, en los que una persona que está comprometida lesiona la relación traicionando al otro, valiéndose del coqueteo encubierto.
Un hábito que crece con la tecnología
“Estamos hablando de algo que lamentablemente aparece y aumenta con la llegada de las nuevas tecnologías y formas de comunicación que hacen más viable estas conductas”, dice la psicóloga y sexóloga Sandra López (M.P. 61148).
¿Qué es lo que diferencia la infidelidad de la microinfidelidad? Según López, en las parejas puramente monógamas y cerradas hay un acuerdo/límite respecto a relacionarse con otras personas de manera emocional o sexual y en las microinfidelidades se cruza una línea de intimidad, pero no se llega a concretar específicamente el encuentro físico con la otra persona. “No se concreta el encuentro sexual ni emocional, pero sí hay una comunicación”, aclara.
Se trata de una forma de deslealtad en la que caen las personas comprometidas, solo que a diferencia de los tipos de infidelidad más recurrentes, estas ocurren de una manera tenue y con ayuda de la tecnología. Pero, ¡atención! porque si bien el nombre microinfidelidad apareció hace pocos años, las acciones de las que se hablan existen desde hace mucho tiempo.
Nichi Hodgson, autora de un libro sobre citas llamado The Curious History of Dating: From Jane Austen to Tinder, está de acuerdo en que el microcheating le da nombre a algo que ya existía antes. “Incluso en el siglo XVIII, las personas coqueteaban con cartas inapropiadas o revelaban pensamientos indebidos en sus diarios. Lo que ha cambiado es que ahora tenemos herramientas que facilitan este micro engaño más que nunca”, dijo Hodgson al ser consultada por la BBC sobre este mismo tema.
“Es el secreto y el engaño que acompaña a la comunicación lo que la define como microinfidelidad”, dijo Schilling. “Tu pareja puede tener una relación perfectamente platónica con un amigo y ser sincero y abierto para hablar de ello. Esto no debería hacer sonar las alarmas. El problema aparece si comienza a ocultarte su relación o te miente al respecto, entonces ahí se empieza a considerar la idoneidad de su vínculo”, añadió en el reportaje original.
¿Cómo darte cuenta si tu pareja está cometiendo una microinfidelidad? Para la psicóloga López puede haber varias pautas, pero uno de los puntapiés que sirven para identificarlas son los cambios llamativos como por ejemplo: distintos horarios, inusual manejo del teléfono, actitudes que puedan levantar sospecha y empiecen a afectar el nivel de confianza de la pareja. “Es muy difícil poder construir hacia adelante si se rompe la confianza. Se produce una sensación de amenaza, de que el otro se va a ir, de que hay un engaño o traición y se despiertan ansiedades y angustias”, sostiene López.
Ejemplos más recurrentes de microcheating:
- Restarle importancia a la relación actual
- Consultar constantemente la vida de las exparejas
- Guardar el número de otra persona con un nombre diferente para que la pareja no lo note
- No hacerle saber a la otra persona que se encuentra en una relación estable
- Interacción constante con la otra persona, que no es su pareja, sin que exista una amistad siquiera, sino que solo se trata de la mera atracción
- Tener conversaciones subidas de tono con la otra persona, entre otras
Para los expertos, no se debe caer en estos comportamientos con demasiada frecuencia. Ocultar cosas de forma recurrente destruye la confianza de la pareja y puede tener un impacto negativo en el futuro de la relación.
Aunque no impliquen sexo, esos comportamientos pueden erosionar y precipitar el fin de la pareja porque se producen a escondidas y pueden considerarse, al igual que la infidelidad tradicional, una traición a la confianza del otro.