Al escuchar melodías las áreas del cerebro responsables de las emociones y de registrar las vivencias se activan; qué efectos puede tener una banda sonora en el estado anímico de las personas
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Toda persona en algún momento experimentó cómo ciertas canciones tienen la capacidad de traer una avalancha de recuerdos. Tal vez sea la melodía que sonó durante el primer lento o el himno de un viaje increíble. La gente suele pensar en estos recuerdos musicales como instantáneas fijas del pasado. Una investigación reciente sugiere que la música puede hacer más que simplemente desencadenar escenas vívidas: incluso puede cambiar la forma en las que uno recuerda.
Un investigador de psicología del Instituto Tecnológico de Georgia en Estados Unidos, en conjunto con las expertas en música de la Universidad de Colorado Boulder, Sophia Mehdizadeh y Grace Leslie, encontraron conexiones intrigantes entre la música, las emociones y la memoria.
Específicamente, escuchar una canción puede cambiar cómo uno se siente sobre lo que recuerda, lo que también podría ofrecer nuevas formas de ayudar a las personas a lidiar con recuerdos difíciles.
Música, historias y memoria
Al escuchar una melodía, no son sólo los oídos los que se activan; también se activan las áreas del cerebro responsables de las emociones y de registrar lo experimentado. El hipocampo, esencial para almacenar y recuperar recuerdos, trabaja en estrecha colaboración con la amígdala, el centro emocional del cerebro. Esta es, en parte, la razón por la que ciertas obras sonoras no sólo son sorprendentes, sino también profundamente emotivas.
Si bien la capacidad de la música para evocar emociones y desencadenar recuerdos es bien conocida, la investigación también planteó si era posible alterar el contenido emocional de los discos existentes. La hipótesis, explicaron, se basó en el concepto de reactivación de la memoria: la idea de que, al recordar algo, estas áreas se vuelven temporalmente maleables, lo que permite incorporar nueva información.
Un experimento de tres días fue diseñado para comprobar si la música reproducida durante el recuerdo podría introducir nuevos elementos emocionales en la memoria original.
El primer día, los participantes memorizaron una serie de historias cortas y emocionalmente neutrales. Al día siguiente, recordaron estas historias mientras escuchaban canciones positivas o negativas o guardaban silencio. El último día les pedimos que volvieran a recordar los cuentos, pero esta vez sin música. El segundo día, registramos la actividad cerebral con exploraciones de resonancia magnética funcional (fMRI), que miden la actividad cerebral y detectan cambios en el flujo sanguíneo.
El enfoque es análogo a cómo las bandas sonoras de películas pueden alterar las percepciones de los espectadores sobre una escena, pero en este caso se examinó cómo la música tiene la capacidad de cambiar recuerdos reales.
Los resultados fueron sorprendentes. Cuando los sujetos escucharon baladas cargadas de emociones y simultáneamente recordaron historias neutrales, era más probable que incorporaran nuevos elementos emocionales que coincidieran con el estado de ánimo de la canción. Por ejemplo, las historias neutrales recordadas con una melodía positiva de fondo fueron recordadas más tarde como más positivas, incluso cuando la música ya no sonaba.
Aún más intrigantes fueron los escáners cerebrales realizados durante el experimento. Cuando los participantes recordaron historias mientras escuchaban música, hubo una mayor actividad en la amígdala y el hipocampo, áreas cruciales para el procesamiento de la memoria emocional. Esta es la razón por la que una canción asociada con un acontecimiento importante de la vida puede parecer tan poderosa: activa el procesamiento de las emociones y las regiones de la memoria al mismo tiempo.
También se observó evidencia de una fuerte comunicación entre las partes del cerebro que procesan los recuerdos emocionales y las partes involucradas en el procesamiento sensorial visual. Esto sugiere que la música podría infundir detalles en los discos a medida que los participantes imaginaban visualmente las historias.
Recuerdos musicales
En definitiva, los resultados del experimento mostraron que la banda sonora de nuestra vida actúa como un señuelo emocional, entrelazándose con los recuerdos y alterándolos sutilmente. Pueden ser más flexibles de lo que se pensaba anteriormente y pueden verse influenciados por señales auditivas externas durante el recuerdo.
Aunque se necesita más investigación, los hallazgos tienen implicaciones interesantes tanto para la vida cotidiana como para la medicina.
Para las personas que padecen enfermedades como depresión o trastorno de estrés postraumático (TEPT), donde los recuerdos negativos pueden ser abrumadores, una canción cuidadosamente elegida puede ayudar a replantear esos recuerdos desde una perspectiva más positiva e incluso reducir el impacto negativo con el tiempo. Abre nuevas vías para explorar intervenciones en tratamientos para la depresión y otras afecciones de salud mental.
La investigación destaca el potencial del “fondo musical” que las personas eligen para sus vidas. Los recuerdos, al igual que las canciones favoritas, se pueden remezclar y remasterizar. Lo que uno escucha mientras recuerda, o incluso mientras realiza sus rutinas diarias, podría determinar cómo se van a recordar dichas experiencias en el futuro.
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