Tanto por la Argentina como por el exterior, estas salidas permiten compartir la pasión y practicar el deporte de manera segura; los beneficios de subirse a una tabla
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“Toda mi vida quise hacer surf. Me encantaba la idea de que sea un deporte tan difícil y desafiante, con una curva de aprendizaje. También sabía que, si quería empezar, le tenía que meter en serio”, cuenta Víctor Rodríguez, de 34 años y oriundo de El Palomar, Buenos Aires, en diálogo con LA NACION. Le gusta la actividad física –jugó al fútbol semiprofesional durante muchos años– y tiene un trabajo remoto como programador que le permite darse algunas libertades; entre ellas, vivir en la playa. “Me mudé a Miramar hace cuatro años, por esto del surf”, se ríe. Para él, como para muchos fanáticos de la disciplina, todo empezó con un viaje en el que se enamoró de las olas. No cualquier tipo de viaje: un surf trip.
“Me enteré de una empresa que ofrecía viajes desde Buenos Aires a Miramar con todo incluido: transporte, comida y clases de surf. No me tenía que encargar de absolutamente nada”, explica Rodríguez. “Además, eran movidas en grupo: una oportunidad para conocer gente”. Desde ese momento en 2018, Rodríguez realizó más de 20 viajes de este estilo, nacionales e internacionales; a la costa atlántica, a las playas de Brasil y a Lima, en Perú. “Perdí la cuenta de cuántos hice”.
Durante los últimos años los surf trips se volvieron tendencia en distintos lugares del mundo, atrayendo tanto a surfistas experimentados como a aficionados en busca de nuevas experiencias. Bali, en Indonesia, Hawai, la Gold Coast en Australia, el norte de Perú y la costa de Portugal, son ejemplos de epicentros del surf alrededor del globo. En Argentina, destinos como Mar del Plata, Miramar y Chapadmalal vivieron un creciente interés a nivel local, especialmente después de la pandemia.
Animarse, a pesar del miedo
Allá por 2015, cuando aún no existían iniciativas de esta índole en el país, Ignacio Cornu (36) y Catalina Mac Gaul (32), de Vicente López, se propusieron generarlas. Ella coordinadora deportiva y él comunicador, compartían la pasión por el agua y disfrutaban de vacacionar en destinos surferos, pero notaban que no llegaban entrenados de la manera en la que les gustaría llegar. “Concluimos que era probable que lo que nos estaba pasando a nosotros podía estar pasándole a otros y, quizás, a un montón”, relata Cornu.
Para corroborarlo, la dupla abrió, primero, un par de clases aisladas de surf “en seco” y, al poco tiempo, entrenamientos de una semana en Mar del Plata y Chapadmalal. Bautizaron al concepto Parafa Surf Club. Actualmente organizan alrededor de siete viajes por año, tres nacionales y cuatro internacionales. A los destinos de la costa argentina se sumaron Itamambuca y Praia do Rosa en Brasil; Lima, Máncora, Órganos y Lobitos en Perú, y Cabarete en República Dominicana.
Los grupos son reducidos, de ocho a 15 personas. “Preferimos que sean pocos, para poder dar una atención personalizada con foco en el progreso individual”, explica Cornu. “También está bueno respetar a los locales y no colapsar el mar”. Para las clases de surf, la empresa se asocia con profesores de escuelas de surf locales.
Aunque no existe un registro preciso de cuántos emprendimientos de esta índole existen en el país, ambos coinciden en que por lo menos hay 40. “Cuando empezamos todos nos miraban como si estuviéramos locos. Nunca me imaginé que mi hobby se iba a convertir en mi trabajo principal”, admite Mac Gaul. En algún momento del relato, ella y Cornu dejaron de ser pareja, pero siguen siendo socios. “Cuando empezamos me moría de miedo y ahora estoy cada vez más contenta. En retrospectiva, creo que de eso se trata surfear: tener miedo pero animarse igual”.
Un espacio de conexión y salud mental
Otro ejemplo de emprendimiento dedicado a los surf trips es “Chamana”, fundado por Agustina Di Benedetto (28), de Escobar, Buenos Aires, en marzo del año pasado. En este caso, los viajes son exclusivos para mujeres y el destino es Itamambuca. Recibida de arquitecta y con una afición por la actividad física y pasarla bien, la jóven explica que la motivación detrás de su propuesta es inspirar a mujeres a meterse en el mundo de los deportes extremos. “Son ambientes, el del deporte y el del surf, con pocas mujeres y me gustaría cambiarlo”. Los viajes que organizan también duran alrededor de una semana. Los grupos son más grandes que los de Parafa, pero nunca superan los 30 nombres. “La idea es conectar a mujeres con un mismo interés, entre ellas y con sus cuerpos. Y no hay cosa mejor para hacerlo que el deporte”.
Por su parte, Bernardo Fernández (37), junto a dos socios, fundó “AP Surftrips” en 2016. “Toda mi vida en Miramar, en una casa a 20 metros de la playa. El mar era mi patio”, cuenta. Aunque se mudó a Buenos Aires para estudiar derecho y trabajó durante un tiempo en el Poder Judicial, Fernández sabía que su destino personal y profesional estaba en el agua. “Cuando arranqué a hacer estos viajes sabía que, eventualmente, iba a tener que elegir cuál era mi prioridad, y no tengo dudas de que es el mar”. Su empresa ofrece viajes nacionales a Miramar (con cupo para 50 personas), e internacionales a Brasil, Perú y, a partir de 2025, Costa Rica y Marruecos (con cupo para 16). “Con el surf, la gente se pone en contacto con la naturaleza y consigo misma. Es una experiencia que, a la corta o a la larga, transforma”.
Desde un punto de vista médico, el surf tiene múltiples beneficios a nivel físico y mental. Ramiro Heredia, médico clínico (M.N. 117882) señala que se trata de un deporte muy completo, porque:
- combina ejercicios aeróbicos –o de resistencia– con ejercicios de fuerza muscular, equilibrio y elasticidad. “Practicado en forma regular, un ejercicio como el surf permite tener una vida más larga y mejor”, explica, y agrega que:
- debería combinarse con una dieta saludable y un buen descanso para mantener un peso corporal normal, regular el colesterol, la glucosa y la presión arterial y mantener una buena salud cardiovascular y cerebral.
- Además, sostiene que el ejercicio físico como el surf se ha asociado a un menor riesgo de varios tipos de cánceres, así como del desarrollo de demencia.
El pro en el que Heredia hace mayor énfasis, sin embargo, es el impacto del surf sobre la salud mental. “Realizar actividad física tres veces por semana está asociado a efectos similares a los que tiene la toma de un medicamento para tratar la ansiedad generalizada o la depresión, en personas que tienen estas patologías”, detalla. “Hacerlo en un entorno natural que, en el caso del surf, combina espacios azules (agua) con verdes (vegetación), incide significativamente en el bienestar personal”.
Mucho más que un deporte
Todos los entrevistados coinciden en que el surf es un deporte, pero también es muchas cosas más. “Te pone a prueba todos los días, te obliga a entrenar la paciencia y a querer mejorar”, dice Rodríguez.
El perfil de cliente varía: “Hay desde grupos de universitarios a madres e hijas y hasta un cuarentón que decidió que quería surfear”, señala Cornu con humor. “Se genera un mix divertido y familiar, de personas con distintos contextos en busca de un mismo objetivo: disfrutar en el agua”.
El rango etario es amplio. Mac Gaul recuerda que su clienta más jóven fue de ocho años, y la más grande de 55. “Lo más lindo de todo es ver la unión a través del surf. Tanto los que vienen solos como quienes vienen acompañados, al tener una meta en común, se unen para alentarse”, dice. “No me gusta describir al surf como un deporte frustrante, pero de a momentos definitivamente lo es. Al hacerlo en grupo te sentís más contenido y es mucho más fácil querer desafiar tus propios límites. Es cómo hacer en equipo, un deporte individual”, agrega Cornu.
Otro punto de coincidencia es en que el surf tiene un componente terapéutico. “Es una actividad que te da mucha información: te enfrenta con vos misma, con tu mentalidad, con tu físico, con tu autoestima, con tus inseguridades y pesadillas. El mar te lo muestra todo, el miedo y la confianza, y no hay manera de disimular”, reflexiona Mac Gaul, a lo que Fernández agrega: “Lo más lindo de estos viajes es poder transmitir el paralelismo del surf con la vida: hay momentos de calma y de tormenta; momentos en los que tenés que respirar hondo y aguantar y otros en los que podés estar más tranquilo”.
“Siempre digo que la sensación de que una ola te empuje en el medio del océano estando arriba de una tabla, es algo que todos por lo menos una vez en la vida, tendríamos que experimentar; al margen de si lo hacés una única vez y después nunca más o si, como yo, te hacés fan”, concluye Mac Gaul.
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