Se denomina midorexia a esa obsesión que aparece en la adultez y tiene como objetivo mantenerse joven; de qué se trata este trastorno y cómo hacer para aceptar los ciclos de la vida
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“Vivimos en una cultura obsesionada con la juventud que constantemente trata de decirnos que si no somos jóvenes, no brillamos y no somos atractivos, no importamos. Me niego a permitir que un sistema, una cultura o una visión distorsionada de la realidad me digan que no importo. Sé que solo siendo dueño de quién eres puedes comenzar a dar un paso hacia la plenitud de la vida. Cada año debería enseñarnos algo valioso. Que aprendas la lección realmente depende de ti”, declara en su libro “What I know for sure”, la reconocida presentadora de televisión norteamericana, Oprah Winfrey, respecto del miedo a envejecer.
Sus palabras representan fielmente lo que le sucede a millones de personas a medida que van sumando años a su vida. Aparece un miedo desesperante por dejar de ser quien era, porque no se puede volver el tiempo atrás, hay características físicas que se modifican y con la mayoría de edad surge la reflexión sobre la finitud de la vida.
Como consecuencia aparecen crisis de la edad, angustia, tristeza y una necesidad desmedida de hacerse retoques estéticos para revertir la apariencia. Relacionado con esto último según estadísticas de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética, en 2019, la Argentina se situaba en el séptimo puesto con más cirugías estéticas del mundo, detrás de Estados Unidos, Brasil, México, Alemania, India e Italia.
¿Qué tiene el envejecimiento que hace que a la gente se le ponga la piel de gallina? ¿Será que envejecer le recuerda a las personas que son mortales? ¿Qué hay detrás de este miedo y cómo se lo puede afrontar?
“En la actualidad la sociedad de consumo impone a la juventud como ideal y se la asocia a la belleza, a la inmediatez, al éxito, que se convierte en condición para la felicidad. La promesa de felicidad es un cuerpo sin marcas, con todo en su lugar, sin rastro del paso de los años”, explica la psicóloga Ailin Gomez Mari (M.N. 71465). De esta manera, se sobreentiende que si la conquista de la felicidad está en la juventud, uno debería estar dispuesto a hacer cualquier cosa para conseguirla. Y tal vez se podría explicar el exceso de tratamientos estéticos y de consultas con médicos o terapeutas que se intensifica con el paso de los años.
Sin embargo, el cuerpo biológico que nada entiende de procesos sociales y culturales, se hace notar y es un recordatorio constante del paso del tiempo y según Gomez Mari, provoca en muchas personas una angustia profunda.
“En la actualidad es común encontrar en el consultorio pacientes de diferentes edades que llegan alegando temor a envejecer, con muchas preguntas y pocas respuestas acerca de cómo atravesar el momento que les toca”, relata. Asimismo, destaca que esos temores luego se replican en conductas que decantan en la búsqueda obsesiva de ser eternamente jóven.
Precisamente por esto, algunas personas se exponen a tratamientos estéticos invasivos o programas de entrenamiento físico intenso de forma excesiva, implicando un riesgo para su salud. “Esto puede llevar a confundir el límite entre la búsqueda de hábitos más saludables con conductas riesgosas”, advierte la licenciada.
"El envejecimiento es un proceso extraordinario en el que te conviertes en la persona que siempre deberías haber sido”"
- David Bowie
La palabra con la que se justifica el miedo: midorexia
Se denomina midorexia a esa obsesión que aparece en la adultez y que tiene como objetivo mantenerse joven. De hecho, la primera aparición del término fue en el 2016, en un artículo que publicó The Telegraph, en el que definieron este término como “el afán que tienen ciertas personas mayores de 50 años por estar más atractivas que nunca y la necesidad de mostrarlo”. Al no existir un consenso sobre este concepto, algunas personas lo identifican como un posible trastorno y otras, con una actitud que puede traer muchos beneficios para la persona”, detalla el escrito.
“La edad es solo un número”
Es la frase que alegan muchos de los que padecen este miedo irracional a seguir sumando años. Con estas palabras lo que buscan es justificar todo lo que ponen en práctica para “pausar o ralentizar” el envejecimiento y para reconfortarse a sí mismos sobre su edad real.
Ni siquiera es necesario remontarse a la Antigüedad, tan solo décadas atrás, los adultos mayores eran respetados y sinónimo de sabiduría y cultura. Las arrugas que se desplegaban en sus rostros representaban las vivencias y los aprendizajes de su vida; los dolores musculares y las fallas articulares u óseas demostraban que su cuerpo había sido intensamente utilizado al trabajar, entrenar y recorrer millones de calles durante varias décadas; y, por sobre todo, sus palabras y su suave tono de voz, recopilaba la información más preciada y sustancial del universo. Sin embargo, todo eso parece haber quedado en un tiempo lejano; lo que se explora ahora es la pócima de la eterna juventud, algo que mantenga a las personas jóvenes para siempre.
“Envejecer se asocia a la pérdida, a no poder seguir disfrutando de la vida, de las experiencias, algo que es totalmente errado. Crecer es parte del recorrido de la vida y como todo cambio en el desarrollo, implica elaborar una serie de duelos”, dice la Lic. Gomez Mari. Y respecto de esta pérdida que se debe gestar, recalca que para poder apropiarse de la nueva identidad es importante entender que esta etapa seguramente traiga nuevas oportunidades para disfrutar.
Hacerle frente al problema
Para de a poco poder desafiar el estigma que hay con alcanzar la mayoría de edad, la Lic. Gomez Mari propone revisar la propia historia y permitirse cuestionar las creencias construidas acerca de la juventud y la vejez. Hay que comprender que la vida implica diferentes ciclos que permiten enfrentarse a cambios que son necesarios para seguir creciendo y que si bien pueden tener aspectos negativos, también tienen su lado positivo. “Tener al deseo como brújula puede separarnos de la demanda social y así renunciar a la carrera contra el tiempo. De esta manera, podemos hacer un uso más preciado del tiempo, del lado del disfrute, con lo que hay, con lo que somos y permitirnos gozar todo lo nuevo que pueda traernos este momento de la vida”, sostiene.
Por último, añade que en los casos en los que el miedo, la ansiedad o los pensamientos negativos en relación a envejecer se vuelven excesivos e interfieren con la vida diaria, es recomendable buscar la ayuda de un psicólogo o profesional, para poder trabajar y afrontar aquello que no se está pudiendo sobrellevar por los propios medios.
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