Mitos y creencias populares le atribuyen impacto en la salud, el comportamiento y el sueño: ¿qué hay detrás de esta misteriosa fuente de fascinación?
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Ariosto me enseñó que en la dudosa / luna moran los sueños, lo inasible, / el tiempo que se pierde, lo posible / o lo imposible, que es la misma cosa.
Jorge Luis Borges le dedicó un poema en su obra El Hacedor, donde ensayó múltiples imágenes metafóricas de la luna. Sin embargo, terminó por subrayar la imposibilidad para capturar su esencia, declarándola “más allá de (su) literatura”.
Desde chica me pasa algo similar. La miro una y otra vez, y cuando se muestra en su plenitud circular quedo obnubilada con tanta belleza. Me llena de paz y serenidad pero, al igual que Borges, la encuentro “indescifrable y cotidiana”.
Misteriosa y eterna fuente de fascinación, ha inspirado innumerables mitos y estudios a lo largo de la historia, pero persiste el empeño por descubrir la influencia real de la luna llena sobre las personas.
Las leyendas urbanas la han asociado con fenómenos tan variados como la aparición de hombres lobo y alteraciones en el comportamiento humano. No obstante, resulta crucial diferenciar entre las creencias populares y lo respaldado por la evidencia científica.
Se potencian las conductas
Desde tiempos inmemoriales, se cree que durante la luna llena se potencian ciertas conductas como la agresividad y la inestabilidad emocional. De ahí el término lunático (persona que padece locura por intervalos) proviene de la palabra en latín que significa “lunar”.
¿Qué hay de cierto detrás de esta creencia? Si bien algunos científicos argumentan que la gravedad lunar podría influir en los líquidos de nuestro cuerpo de manera similar a como afecta a las mareas, hasta ahora no hay evidencias concluyentes que respalden esta teoría. No obstante, Adela Comoretto, terapeuta holística afirma: “La luna llena es un momento de máxima energía y dado que nosotros somos 70 por ciento agua, sucedería lo mismo con el ser humano que con las mareas”.
En contraste, hay posturas francamente escépticas, como la de Cynthia Zaiatz, psicóloga de salud mental del Sanatorio Modelo de Caseros, que señala que “las conductas no tienen que ver con la luna”. Es cierto que se requiere recabar más evidencia para verificar la hipótesis de investigadores que sugieren que los movimientos del sol y la luna crean ondas sutiles en el campo magnético de la Tierra, que podrían ser percibidas por los seres vivos.
Noches alteradas
Algunas tradiciones indican que la luna llena puede afectar el organismo, provocando, por ejemplo, un incremento en la gravedad de algunas condiciones médicas o alterando procesos fisiológicos. Hasta el día de hoy se repite que las embarazadas tienen más probabilidades de dar a luz durante la luna llena, aunque las evidencias científicas respecto de los nacimientos en las distintas fases lunares son inconsistentes.
Mario Sebastiani, médico obstetra del Hospital Italiano, con una experiencia de más de 46 años y 13.000 partos realizados, aclara: “Fue estudiado varias veces y nunca se encontró una relación entre la luna llena o la luz y los nacimientos. Entiendo que los agricultores miran este u otros aspectos de la naturaleza en la siembra pero no en la cosecha”. Y remata: “Tendríamos la vida más organizada y no es así; trabajamos todos los días”.
En su obra Imaginarios del desarrollo, el antropólogo Gonzalo Iparraguirre revela que, según sus investigaciones, todos los productores agropecuarios del sudoeste bonaerense a los que consultó reconocieron la práctica de considerar las fases lunares para diversos propósitos. “Yo había tratado el tema entre los mocovíes, para quienes la luna menguante es indicio de sequía y la luna creciente, sugiere la llegada de lluvia”, confiesa.
También se cree que los efectos de la luna llena se evidencian en las alteraciones de los patrones de descanso. Durante esta fase, no son pocas las personas que aseguran que tardan más en conciliar el sueño o duermen mal.
Un estudio publicado en la revista Science Advances, encontró que las personas se dormían más tarde y descansaban menos tiempo en total en los tres a cinco días previos a la luna llena. El efecto fue aún más pronunciado en áreas donde las personas tenían menos acceso a luz artificial.
Para llegar a dichas conclusiones, los investigadores (el primer autor es el Dr. Leandro Casiraghi, investigador de CONICET en el Laboratorio interdisciplinario del Tiempo de la Universidad de San Andrés) estudiaron a personas en tres comunidades, precisamente en la Argentina: un barrio en los suburbios de una ciudad, un pequeño asentamiento rural con acceso limitado a la electricidad, y un grupo de personas en un área remota que no tenía acceso a luz eléctrica.
Los autores del estudio también analizaron el sueño de 464 estudiantes de la Universidad de Washington. Todos los participantes usaron dispositivos de monitoreo por al menos una semana y, en algunos casos, hasta dos meses. Los investigadores compararon sus patrones de sueño con las fases lunares. Las personas tardaron entre 30 a 80 minutos más en dormirse durante el período previo a la luna llena, y perdieron entre 20 a 90 minutos de sueño total en esas noches.
Las conclusiones apuntan a que es posible que la luna llena hiciera que las personas fueran más activas por la noche, lo cual explica por qué las diferencias en el sueño fueron más pronunciadas en comunidades con menos acceso a electricidad. La luz artificial, dijeron, podría producir un efecto similar.
Pablo Ferrero, experto en medicina del sueño y laboral, y director del Instituto Ferrero de Neurología y Sueño (M.N. 119738), explica que, desde el punto de vista científico, la luna llena refleja más luz solar, lo que aumenta la luminosidad ambiental. Esto impacta en la retina, que interpreta el aumento de la luz como si estuviera amaneciendo o como si el sol no se hubiese puesto. “Por eso, esto puede alterar los cronotipos, es decir, el horario en el cual estamos acostumbrados a dormir, o modificar los ciclos de sueño. Puede ser que te cueste más conciliar el sueño o permanecer dormido”.
Qué dice la astrología
Vanesa Maiorana y Alejandro Luna, astrólogos docentes de la formación en astrología de la Fundación Columbia, explican que el efecto de la luna llena está un poco sobredimensionado: “Astrológicamente se trata de una oposición entre el sol y la luna. Es un momento de claridad y luz donde algo se ilumina”. Según detalla Maiorana, esta luna representa una búsqueda de seguridad emocional: “Esa es su función más primitiva, la manera que buscamos sentirnos seguros, de supervivencia”. Y asegura que si meditamos en este día, seguramente podamos descubrir nuestras necesidades emocionales. Cita a Torkom Saraydarian, un autor y maestro espiritual con profundos conocimientos de filosofía esotérica, que dedicó una parte significativa de su obra a explorar el impacto y la importancia de los ciclos lunares, especialmente las lunas llenas, en la vida espiritual y el desarrollo humano. “Él consideraba el plenilunio como una oportunidad para la meditación profunda y el trabajo espiritual. Sostenía que durante la luna llena, la energía y la influencia espiritual están en su punto más alto, lo que facilita una conexión más profunda con las dimensiones transpersonales, facilitando una mayor recepción de energías sutiles”, relata Luna.
Para él, es más importante el ciclo lunar completo que comienza con la luna nueva y es una fase de inicio y de mayor oscuridad que concentra la fuerza necesaria para fijar objetivos. Luego la fase de cuarto creciente donde la luna brinda el impulso para concretar esas metas planteadas. Posteriormente, llega la luna llena, momento de mayor expansión, que permite identificar todos los logros alcanzados con claridad. Y en ese punto, el crecimiento se detiene y da paso a la contracción, inaugurando la fase de luna menguante.
Precisamente hoy se produce el primer eclipse lunar del año (denominado penumbral porque no se experimenta un oscurecimiento total) y es el día de la luna llena de Aries, también conocida como de la Resurrección. “Esta luna simboliza un período trascendental que marca un tiempo de renovación, de inicio y de reafirmación de la vida y nos invita a reflexionar y a catalizar cambios significativos”, argumenta Maiorana.
Este período puede marcar un punto culminante, según aclara Luna, en el que se anima a tomar decisiones valientes y afirmativas (influencia de Aries), pero siempre teniendo en cuenta el impacto de las acciones en las relaciones y buscando la justicia y la equidad (influencia de Libra). “Es un momento para reconocer nuestra autonomía y al mismo tiempo valorar y respetar la interconexión con los demás”, agrega el astrólogo.
“La luna llena tiene significados simbólicos, psicológicos y espirituales, y es a menudo asociada con la culminación, la manifestación de intenciones y el aumento de la energía emocional y espiritual”, concluye Maiorana.
La influencia de la luna en las personas y los animales continúa siendo un tema de debate e investigación, y aún hay mucho por confirmar acerca de su verdadero impacto en nuestras vidas y en los animales.
En definitiva, la relación entre la luna y las personas sigue siendo un enigma que captura el interés de muchos, pero que todavía no ha sido completamente desentrañado por la ciencia. Me quedo con la sabiduría de Borges, que en su genialidad se vale de la poesía para descifrar lo que a nuestro intelecto le escapa:
Es uno de los símbolos que al hombre / da el hado o el azar que un día / de exaltación gloriosa o de agonía / pueda escribir su verdadero nombre.
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