Se inició en 1938 como dos investigaciones independientes de Harvard y es considerado hoy como uno de los más fiables; las claves para ser más feliz
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En una conversación para el ciclo Aprendemos Juntos de BBVA, Mónica Esgueva, autora de libros sobre desarrollo personal y el doctor Robert Waldinger, investigador a cargo del estudio de la Universidad de Harvard sobre la felicidad, debatieron sobre cómo se puede hacer para alcanzar el máximo estado de plenitud en la vida y, a la vez, enfrentar los obstáculos que conlleva la vida moderna.
Según relata el director de la investigación de la felicidad “más longeva de la historia”, el estudio empezó en 1938 como dos investigaciones independientes de Harvard. Una estudiaba a alumnos de la universidad a los que sus profesores eligieron como dignos ejemplares representantes de la humanidad y tenía como objetivo estudiar el paso de la adolescencia a la adultez temprana.
Por otro lado, el segundo estudio ahondaba en la delincuencia juvenil. Específicamente, en cómo era que los jóvenes nacidos en circunstancias muy complicadas conseguían mantenerse lejos de los problemas y tomaban el buen camino.
“Fue mi predecesor, George Vaillant, quien unió ambas investigaciones. Así, teníamos para estudiar un grupo muy desfavorecido y otro muy privilegiado. Pero lo peculiar -para ese entonces- es que se trataba de una investigación que buscaba predecir cuáles son los indicadores de una vida próspera”, comenta el Dr. Waldinger. Asimismo, relata que pasado un tiempo, los estudiosos de Harvard incorporaron también a las parejas de esos chicos, luego a sus esposas, y ahora, a sus descendientes. “Es el estudio más longevo con las mismas familias que se haya hecho nunca en la historia de la ciencia, ya vamos 85 años”, dice.
La respuesta del millón
¿Qué es lo que hacía que las personas fueran felices y prósperas? “Lo que descubrimos fue una sorpresa. Detectamos que tener vínculos fuertes e íntimos con otras personas nos hace más felices. Eso no es ninguna novedad, pero sí que también nos mantiene sanos”, señala el experto. Por el contrario, explica que la gente solitaria, que vive aislada de la sociedad tiene más probabilidad de desarrollar enfermedades fruto del envejecimiento prematuro y que además, viven menos que quienes no están solos y tienen relaciones sociales sólidas.
“Al principio, desconfiábamos de nuestros propios datos. Pensábamos: ‘¿cómo va a ser esto? Tiene sentido que seamos más felices por tener relaciones más cercanas, pero ¿cómo van a predecir esas relaciones cercanas que tengamos menos probabilidades de desarrollar una enfermedad de las arterias coronarias o artritis o diabetes de tipo dos?’”, cuenta el investigador. Pero fue con el tiempo que otros estudios empezaron a obtener los mismos resultados. “Y ahí está la clave, hace falta que distintas investigaciones apunten a lo mismo para poder tener la certeza de que es una verdad científica. Ahora sí es un descubrimiento asentado que las buenas relaciones fomentan la salud física y la longevidad”, afirma.
A continuación explica que los especialistas creen que la explicación es que, seguramente, la gente solitaria y estresada nunca vuelve al equilibrio emocional sino que permanecen en un estado basal de “lucha o huida” constante. Así, como consecuencia, tienen mayores niveles de hormonas del estrés, de inflamaciones crónicas y eso -según el especialista- terminaría destrozando los sistemas corporales con el tiempo. “Así es como las relaciones influyen en las arterias coronarias y las articulaciones, ayudándonos a regular las emociones”, dice.
También otro aspecto importante a destacar de los descubrimientos es que la gente que más se esmeraba por mantener sus relaciones era más feliz y tenía mejores relaciones. “Constatamos que mucha gente tenía buenas relaciones que se diluían o desaparecían, no porque hubiese problemas en la relación, sino porque las desatendían”, agrega Waldinger. Según corroboró el especialista, cosas tan pequeñas como llamar a un amigo, mandarle un correo, y sobre todo tomarse el tiempo para hacer planes juntos es una manera ideal para afianzar las relaciones y evitar que se disuelvan.
En otro orden de cosas, Waldinger fue consultado por Esgueva sobre cómo considera que afecta anímicamente el mundo digital a las personas. “Es muy preocupante. Sé que se está investigando mucho al respecto, pero los primeros resultados sugieren que nuestra manera de interactuar en el mundo digital influye mucho en si nuestro bienestar mejora o empeora”, dice.
A continuación, hace énfasis en que lo peor que una persona puede hacer con las redes sociales es comparar su interior con el exterior de los demás. “Cuando consumimos pasivamente el muro de Instagram de los demás, nos comparamos con ellos, pero para mal; nuestra autoestima va bajando, nos deprimimos, nos agobiamos… Por eso, lo ideal es ser más activo y consciente sobre nuestra forma de hacer uso de ellas”, explica.
Su último mensaje a los oyentes fue: “cuando le preguntamos en la investigación a los participantes más antiguos del proyecto cuáles eran las cosas de las que más se arrepentían, casi todos dijeron que se lamentaban de haber pasado tanto tiempo trabajando en lugar de pasarlo con sus seres queridos… nadie en su lecho de muerte desearía haber pasado más tiempo en la oficina”.
*Podés disfrutar de la charla completa en “Aprendemos Juntos 2030″, la plataforma del BBVA con contenidos útiles e inspiradores para mejorar la vida de millones de personas de todo el mundo que, desde mayo de 2022 se emiten en forma exclusiva por LA NACION.
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