La creación del centro de formación e intervención psicosocial convertirá al país en protagonista en la materia
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El mundo actual presenta múltiples desafíos a la humanidad: conflictos bélicos de gran escala, una crisis ambiental que se hace sentir cada vez más fuerte con desastres naturales de gran magnitud, y una gran cantidad de eventos imprevistos que sacuden la vida de las personas. En este contexto, la pregunta es ineludible: ¿estamos preparados para contener, asistir y acompañar en situaciones extremas?.
Esto fue lo que se preguntó Moty Benyakar, licenciado en Ciencias de la Educación, psicólogo, psiquiatra, doctor en Medicina y psicoanalista didacta, quien ha realizado múltiples intervenciones en desastres y catástrofes en todo el mundo: desde la explosión de la AMIA, las explosiones en Río Tercero, el incendio en la disco Cromañon, entre otros, en Argentina, hasta el tsunami asiático, el atentado de Atocha en España o el de las Torres Gemelas en Estados Unidos, pasando por la asistencia en cinco campos de batalla e impactos de atentados terroristas en Israel, donde además es miembro del equipo fundador del Departamento de Salud Mental del ejército de Israel. Diferentes experiencias que inspiraron a Benyakar a crear el “Centro Académico Internacional de Formación e Intervención Psicosocial en Trauma, Disrupción, Catástrofes y Guerras”.
Se trata de una iniciativa autónoma de la política, que viene desde la academia, y busca preparar a los profesionales de la Argentina y de todo el mundo a través de una formación transdisciplinaria. Se trata de una diplomatura destinada no sólo a profesionales de la salud. La idea de este centro no es crear un grupo de socorristas que estén sentados, esperando, listos para ayudar en el momento en que estos eventos ocurren, si no que los profesionales de diversas disciplinas, que hacen su trabajo cotidianamente en cada área, tengan las herramientas necesarias para abordar hechos de esta magnitud, cuando ocurran, abriendo las puertas a abogados, periodistas y otros profesionales, quienes pueden hacer un aporte fundamental desde su área en momentos críticos.
El modo de abordar estos eventos en los medios, por ejemplo, o desde la disciplina del derecho, con responsabilidad y cuidado hace una gran diferencia. Otros datos claves, la atención se hará en forma digitalizada por lo tanto los profesionales podrán asistir sin grandes movimientos de sus lugares. “Este es el aporte de la Argentina. Por primera vez a nivel mundial se forma un centro que cumple dos funciones. Una diplomatura para formar a los profesionales y junto a ello atención personalizada a cada ciudadano del mundo que lo requiera sin distinción de religión, nacionalidad o género”, explica Benyakar y aclara que está en el entorno de la Cátedra Internacional de Bioética con sede en la Universidad de Porto (Portugal) -también fundada por Benyakar hace 25 años- cuenta con 52 países. Además, cuenta con la participación de Asociación Mundial de Medicina. Y será presentado en el congreso Internacional de la Cátedra Internacional de Bioética en Brasilia.
Cómo surgió la idea
“La iniciativa surgió cuando entendí que hay un problema muy serio, y es que los gobiernos nunca pueden dar respuesta en la cuestión psicosocial cuando hay una catástrofe, por el hecho de que en estos contextos se necesita una atención masiva y no pueden inclusive responder a los hospitales o los tratamientos”, dice el doctor Benyakar, artífice de este proyecto y agrega que “una de las cosas que vi en estos años es que, en general, lo que suele suceder es que en el momento de la necesidad corre todo el mundo, trata de ayudar todo el mundo, la mayoría de los profesionales reaccionan a lo inmediato y la atención se centra en el lugar en el momento de la emergencia, pero cuando pasa ese primer momento, la atención no se sostiene en el tiempo y la gente queda sola”.
También explica que lo que hay que hacer es aprender a distinguir las particularidades de cada caso, cada evento, cada lugar. El especialista explica que no se puede armar un protocolo único que sirva en todas las situaciones. Hay que poder distinguir las particularidades de cada caso, cuál es el abordaje más adecuado, ir uno por uno. Por caso, recuerda que en su trabajo en el tsunami asiático, por ejemplo, el psicoanálisis de diván, tan popularizado en Occidente, no era un abordaje idóneo, por lo que fue necesario implementar estrategias adecuadas a la cultura del lugar, pero también teniendo en cuenta la particularidad de cada uno de los afectados, ya que no es lo mismo un niño que ha perdido a sus padres, por ejemplo, que unos padres que se han quedado sin su hijo.
En este sentido, uno de los grandes aportes del doctor Benyakar en esta materia son lo que se conoce como las 10W y las 10 paradojas que según este especialista deberían considerarse en la intervención en salud mental durante desastres. Las 10 paradojas incluyen que quien asiste puede verse afectado, la necesidad de prevenir lo imprevisible, y tensiones entre voluntarismo y profesionalismo. Las 10 W, que serían las preguntas que es necesario hacerse en estos casos, cubren conceptos como causas, qué evento ocurrió, quiénes se ven afectados o cuándo intervenir.
El concepto de disruptivo también es un gran aporte de Moty Benyakar. Y rompe de algún modo con el concepto de estrés post traumático, tan popularizado en Estados Unidos. Ante una emergencia o situación trágica, dice Benyakar, no todos sufren un trauma: hay quienes sienten ansiedad, otros conectan con lo ominoso, y otros sienten dolor, pero no experimentan un trauma, entonces no todos necesitan lo mismo y de la misma manera. Hablar de lo disruptivo quiere decir que hubo un evento que tuvo un impacto psíquico, pero, ¿Cuál es la consecuencia de este impacto psíquico?, cada uno tendrá consecuencias diferentes, y los profesionales de la salud tienen que saber diferenciar entre una consecuencia y otra. “Es decir, es importante saber diferenciar las cualidades del evento en sí, y cómo psíquicamente reacciona cada persona”, dice el profesional. Así, el término disruptivo ayuda a repensar y crear nuevos paradigmas en el manejo de estas situaciones.
Con respecto a las expectativas en relación a este centro, Benyakar es claro: “La esencia de la bioética es velar por el bienestar del ciudadano, que cada ser humano, desde su profesión, cualquiera que sea, pueda tomar en cuenta las necesidades humanas. Nuestra expectativa con este centro es poder velar por esta dimensión, que muchas veces no se toma en cuenta en un mundo en pie de guerra y al borde de las catástrofes naturales todo el tiempo. Por eso, desde esta iniciativa se busca transmitir información, llevar a preguntarse y reflexionar sobre estos temas”.
La diplomatura tendrá una duración de tres meses, en los que se darán 120 horas de formación, y será dictada en la Universidad del Salvador por profesionales del área de psicología y psiquiatría de esta casa de estudios y de la Universidad de Buenos Aires especializados en estas temáticas. La idea es trabajar los modos de intervención ante estos eventos: cómo se interviene, en qué momentos y cómo se conecta a la la gente, entre otros ejes.
Según explicó Benyakar, Argentina es el país con mayor cantidad de profesionales de la salud mental por ciudadano, y cuenta además con una destacada trayectoria en la formación e intervención en situaciones de crisis -habiendo coordinado sus profesionales la sección de Intervención en Desastres de la World Psychiatric Association, entre otras, durante los últimos veinticinco años- por lo que este innovador proyecto internacional es una gran oportunidad para capitalizar su enorme experiencia.
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