Hacer “reserva cognitiva” es el camino para reducir los riesgos de deterioros y patologías a nivel mental
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CÓRDOBA.- Los gimnasios cerebrales empiezan a tener presencia en la Argentina. Es que la ciencia comprobó que, al igual que el cuerpo, el cerebro necesita entrenamiento. Es más, lo mejor es que ambos ejercicios vayan de la mano durante toda la vida. “Mens sana in corpore sano”, resumían los romanos. ¿La gimnasia cerebral mejora la función cognitiva de personas sanas? No, pero genera una “reserva cognitiva” que reduce los riesgos de enfermedades y deterioros cerebrales.
El entrenamiento neuro cognitivo no está reservado solo para personas mayores de 60 años, aunque sean las que más se acercan; cada vez más se aplica en deportistas profesionales y amateurs y se recomienda en jóvenes. Estos ejercicios deben estar acompañados por hábitos sanos como una buena alimentación, actividad física y un mínimo de seis horas de sueño diario.
Los entrenadores de los gimnasios cerebrales son psicólogos, neurólogos y profesores de educación física capacitados en el área; trabajan en equipo y las rutinas que diseñan incluyen diferentes tipos de dificultad, dependiendo de la edad y la condición de los participantes. Las tareas apuntan a integrar las distintas partes del cerebro y, en la mayoría de los casos, combinan esos ejercicios con actividades físicas.
El concepto de gimnasia cerebral nació con Paul Dennison en su Centro de Aprendizaje en California (Estados Unidos), en 1969. En las últimas décadas empezó a expandirse en todo el mundo, por supuesto con adaptaciones y con nuevas aplicaciones de la mano del avance de los estudios médicos. Cada vez más se subraya que ese entrenamiento debe conjugarse con el físico.
El neurólogo Conrado Estol explica que hace 15 años en el Centro de Memoria de la Universidad de Pittsburgh se demostró que las caminatas semanales aumentaban el volumen cerebral: “Estas modas buenas crecieron exponencialmente desde entonces y son claves porque entre el 15% y el 20% de la población de los países tiene más de 60 años y estos hábitos son claves. Hay 50 millones de personas con Alzheimer en el planeta, más otros millones con alguna alteración cognitiva mínima pero que ya interfiere en la vida diaria”.
Estol enfatiza que un cerebro con más volumen tiene menor riesgo de desarrollar enfermedades y repasa una serie de estudios que marcan cómo la actividad física aumenta la expectativa de vida y achica las posibilidades de tener trastornos cognitivos. “La demencia generada por problemas vasculares es muy frecuente, por eso la importancia”, describe.
Rescata el estudio finlandés Fingers, una intervención geriátrica para prevenir el deterioro cognitivo y la discapacidad sobre 2654 personas. A una mitad se le dio una serie de consejos sobre dieta, ejercicio, cognición y manejo del riesgo vascular, mientras que a la otra mitad se los hizo poner en práctica y los resultados en ese segmento fueron mejores.
“A las personas sanas el combo no les va a mejorar la función cognitiva -dice Estol-, pero le genera una reserva cognitiva que reduce y ralentiza los riesgos. Esas reservas se adquieren estudiando, manteniéndose socialmente activo, con arterias sanas, con el peso ideal, con comidas sanas (está demostrado que los alimentos ultra procesados aumentan el riesgo de demencia), durmiendo entre 7 y 8 horas diarias, no tomando alcohol ni drogas. A eso hay que sumarle juegos de mesa, música, yoga, mindfulness, ejercicios de improvisación, algunos programas de computadoras, más elongación, fuerza, equilibrio”.
Qué se hace en los gimnasios cerebrales
ActivaMente, hace cinco años en Córdoba, fue el primer centro del país en usar el concepto de gimnasio cerebral. Es un centro para adultos a partir de los 50 años que busca prevenir las enfermedades degenerativas. Su creadora es la neuropsicóloga Priscilla Elliot, quien venía trabajando con personas con diagnóstico de demencia y con su equipo decidieron sumar a quienes quieren prevención. Así cuentan con dos líneas de acción, una para quienes ya tienen la enfermedad y otra para personas sanas.
En el espacio -donde ahora concurren unas 60 personas- realizan mindfulness, enseñanza de idiomas, ejercicios para entrenar la memoria, el lenguaje, la atención y la capacidad de razonamiento además de neuro entrenamiento, una combinación de “esta gimnasia con actividad física que implica coordinación, velocidad mental, razonamiento”.
“Todo esto ayuda a ralentizar el curso de estas patologías en quienes están diagnosticados, pero no las detienen. No hay cura; sí ayuda a tener más calidad de vida -señala Elliot-. En los sanos genera reserva cognitiva, capacidades que vamos acumulando”. Admite que al comienzo fue un “desafío” porque la gente “no está acostumbrada a cuidar el cerebro, sí el físico” pero cada vez hay “más demanda; son más quienes eligen ir no por prescripción sino por decisión propia”.
Profesora de Educación Física, Vicky Percosqui trabaja con adultos en Neurosport en San Juan; comenzaron con chicos y fueron abriendo la propuesta de “estimulación cognitiva con la parte física” a los mayores. “El eje es la prevención, pero también abordamos a quienes tienen rasgos leves de una patología”, especifica.
Comenta que al poco tiempo de trabajo empiezan a evidenciarse mejoras en la movilidad y en la atención: “Ganan confianza nuevamente. No solo mejoran en lo neurológico sino físicamente. Deterioros sufrimos todos, por lo que es importante tomar conciencia de que al cerebro lo tenemos que entrenar como una parte más del cuerpo”.
Estol detalla que hay una predisposición genética a las enfermedades mentales pero eso no implica que se esté “condenado” a sufrirlas. En 2019 la revista científica Jama publicó un estudio en el que personas con alto riesgo genético que hicieron una “vida sana con buenos hábitos, disminuyeron las probabilidades. Quedó demostrado que aunque haya una predeterminación alta si se fueron generando reservas cognitivas se puede evitar la enfermedad”.
Deportistas y niños
Las neurociencias aplicadas al deporte son una práctica cada vez más frecuente, incluso para no profesionales y niños. “Cualquier persona, en cualquier ámbito, de cualquier edad, puede hacer este tipo de entrenamiento. Se empezó a encontrar evidencia científica en la tercera edad -subraya Alan Reser, profesor de Educación Física y entrenador cognitivo-. Hay incremento en niveles de atención y concentración, memoria, toma de decisiones, se generan habilidades resolutivas, mayor capacidad visual”.
Plantea que este entrenamiento está en medio de los dos polos, la psicología y la práctica física: “Es una forma de programar al deportista para que genere situaciones reales y potenciales de juego con un pensamiento rápido y flexible. Cuesta al comienzo, incluso hasta en cómo se entienden las consignas. Para no generar adaptaciones se varía la estructura madre, de manera que se vaya cambiando”.
Reser sostiene que la respuesta cognitivo-motriz combinada es clave porque “una buena decisión con mala ejecución no es nada y lo mismo sucede a la inversa”. El especialista se sumó hace poco al Club Aldosivi.
Alexis Pandolfi es coordinador deportivo del Club Atlético Argentino de San Juan, donde hace un año se decidieron a aplicar el entrenamiento cognitivo a los chicos de tres a 12 años que practican hockey sobre patines. “Veíamos que nos iba bien en las diferentes categorías pero queríamos hacer algo distinto para buscar la diferencia y empezamos con esto; los resultados han sido excelentes”, concluye.
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