La contraposición entre los denominados “matrimonios exitosos” y aquellos “que fracasan”; las advertencias de los especialistas para detectar si el vínculo está en su recta final
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“Fue una larga cadena de situaciones que nos llevaron lentamente hacia el final del matrimonio: dejamos de tomarnos de la mano en público y de salir juntos de noche, comenzamos a sentir que la pareja era un obstáculo para nuestra felicidad y empezamos a confiar en otros. A diferencia de muchas parejas, nunca nos peleamos. Con el tiempo aprendimos a evitarnos y, poco a poco, eso nos llevó a tomar la decisión de poner punto final al compromiso. Lamento que cuando vi las señales y entendí lo que significaban, ya era demasiado tarde” cuenta a LA NACION una lectora porteña -que prefirió el anonimato.
Algunas parejas se ríen mucho mientras que otras son más serias; unas son más demostrativas y otras, indiferentes. Incluso, algunos se consideran mejores amigos, mientras que otros viven vidas separadas. Todos estos factores pueden influir en el éxito o en el fracaso de un matrimonio.
Todos tienen sus altibajos, pero hay ocasiones en las que los cónyuges sienten que el vínculo amoroso empieza a afectar su salud mental y física. Puede ser que éste sea el momento de reevaluar la relación e intentar detectar qué es lo que no está funcionando para tomar una decisión sobre el futuro de la pareja.
En cuanto a la frustración que genera el darse cuenta que el vínculo no fluye, la médica y sexóloga clínica, Sandra Magirena (M.N. 65130) explica que es indispensable “sacarse de la cabeza la idea de que el matrimonio va a ser para siempre”. Para la profesional, estos tipos de pactos o creencias tienen una carga y una presión demasiado fuerte como para ser sostenidos a lo largo del tiempo. “Lo que sucede es que uno hace un pacto inicial de convivencia que se va renovando en distintos períodos vitales de la vida como lo es la llegada de hijos, la partida de los mismos, la aparición de nietos, la entrada en la vejez y similares; en todas esas ocasiones se van renovando los pactos”, destaca.
Para la Dra. Magirena, el verdadero éxito de los matrimonios se basa en respetar espacios, consensuar los movimientos, las prácticas, los cambios y básicamente, sostener la intimidad de cada una de las personas y el respeto mutuo. “Que cada uno pueda elegir lo que más le gusta hacer tanto en pareja como en soledad y que esto último sea consensuado por el cónyuge”, destaca.
Indicios para detectar si tu matrimonio está por terminar
El número de divorcios finalizados y de nuevas solicitudes crece cada día más. Solamente en la provincia de Buenos Aires se registraron más de 24 mil divorcios en 2021 de acuerdo a datos del Registro Provincial de las Personas, lo que es equivalente a la tasa más alta de separaciones matrimoniales que se tenga registro en los últimos 15 años en el distrito con mayor población de la Nación.
Para los profesionales, la mayoría de estos podrían ser evitados si las personas tuvieran en claro los objetivos de la pareja, el respeto por el otro y fundamentalmente, si detectan a tiempo los indicios/señales que anticipan las grandes crisis conyugales.
Explica la sexóloga y licenciada en Psicología, Sandra López (M.P. 61148) que el matrimonio de los Gottman es tomado como referencia a nivel mundial respecto a cómo consolidar la pareja y ser feliz en el intento. “Julie y John Gottman son dos psicólogos estadounidenses que se dedicaron a investigar qué hacen las parejas que son exitosas y para eso construyeron el laboratorio del amor”, cuenta la profesional. En dicho lugar observaban de cerca los comportamientos de parejas de distintas características y descubrieron que aquellos vínculos que funcionaban bien también tenían problemas -incluso los mismos que aquellos que no lograban congeniar-, pero cuentan mejores habilidades para resolverlos.
"No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas"
-Paulo Coelho
Tras este hallazgo, la dupla detectó la aparición de cuatro características que eran predictores de divorcio y que denominaron “los cuatro jinetes del divorcio”:
La conducta crítica
Consiste en atacar verbalmente al otro. Tomar los errores de la pareja como un rasgo de su personalidad y criticarlo abiertamente con el mensaje implícito de que el otro es el dañino. Para los Gottman, este jinete es fácil de identificar ya que se anuncia al inicio de una frase utilizando la palabra “vos”. Asimismo, la pareja de especialistas recomienda que si alguien hace una crítica, que sea sobre la conducta incorrecta en vez de criticar a la persona. Por ejemplo: “me resulta un poco incómodo que siempre te acuestes en la cama con la ropa del trabajo, ¿podrías ponerte la ropa de entrecasa?”. De esta manera, se hace una crítica constructiva a la conducta o acción de la pareja y no a su persona.
El desprecio
Cuando se ataca al cónyuge con el propósito de insultar o abusar psicológicamente. Para la Lic. López esta actitud trae consigo elementos como la burla, el sarcasmo o la descalificación, que tienen como fin hacer que el otro se sienta desvalorizado. En síntesis, el mensaje oculto que transmite es que se considera al cónyuge como una persona inferior. Según los profesionales, una manera de remendar esta actitud es reflexionar sobre las cualidades que uno admira del otro y encontrar gratitud en todas las acciones buenas/positivas que hace.
La actitud defensiva
La persona se pone en el lugar de víctima para protegerse de un posible ataque o evitar asumir las responsabilidades que le competen. Quienes emplean estas actitudes se caracterizan por no aceptar los consejos, negar errores, desviar la atención y contraatacar para no aceptar sus obligaciones o compromisos. En este ítem, los Gottman destacan la importancia de la responsabilidad de cada miembro de la pareja para hacerse cargo de la situación y resolverla de la mejor forma posible.
La evasión
Desentenderse para evitar conflictos y que esto, a la vez, justifique la distancia o la separación del otro. Al ser implementado por una persona, esta se encierra, no responde o se desconecta totalmente del vínculo. “La distancia emocional severa hace que el otro no quiera tener ningún tipo de contacto con uno, ya sea para arruinarlo como para mejorarlo”, explica la Lic. López. Respecto a esta actitud, los psicólogos recomiendan corregirla tomándose un tiempo para uno mismo e invertirlo en hacer cosas que sean psicológicamente relajantes o distractivas.
“La aparición de estos cuatro elementos es un rector claro de divorcio, por eso, hay que evitar que el tiempo siga pasando y aprender a pedir ayuda apenas se detectan”, señala López. En la misma línea, explica que, justamente, los terapeutas de pareja tienen como misión evitar que estas características aparezcan o que si están, aminoren su presencia.
Acerca de esto, la Dra. Magirena hace énfasis en que “cuando hay amor, todo lo demás se repara” y que si este se pierde o directamente no existe es extremadamente difícil recomponer el vínculo. Además, advierte que en estos casos, nunca es sano meter a los hijos en el medio y menos, sostener el matrimonio solamente por ellos ya que, “independientemente de que uno quiera o no, los terminará afectando”, declara.
Finalmente, la Lic. López recalca que, si ambos integrantes del vínculo que se fragmentó siguen sosteniendo la relación únicamente por motivos como la religión o la presión familiar, se tienen que hacer responsables de sus acciones y decisiones; especialmente si fueron hechas desde un lugar de claro conocimiento de causa y aceptación. “Lo importante es tener la capacidad de hacerse cargo de lo que cada uno elige en su presente”, concluye.
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