Cada 13 de enero se conmemora el Día Mundial de la Lucha Contra la Depresión, una oportunidad para informarse, disminuir el estigma, estar atentos y ayudar a quienes la padecen
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Supongamos que hay una enfermedad que es la primera causa de discapacidad a nivel mundial, es la causa más frecuente de suicidios y, además, empeora el pronóstico de cualquier otra enfermedad, inclusive aumentando la mortalidad.
Supongamos que a las personas con esa enfermedad, por falta de información, todo el tiempo les dicen: “Ponele garra”, “cambiá la actitud”, “depende de vos para que se te pase”. Si se trata de personas que ya son adultos mayores se le agregan frases como: “Es lógico a tu edad que te sientas así” o, por el contrario: “¿Por qué estás así? A tu edad solo tenés que disfrutar”.
Supongamos que a los adultos mayores que tienen la enfermedad, por prejuicios del personal de salud, muchas veces no se los diagnostica adecuadamente, no se los deriva a psicoterapia, o se les indica dosis subóptimas del tratamiento farmacológico.
Todas estas no son suposiciones. Esto es lo que le pasa todos los días a las personas mayores con depresión. Por ese motivo, este 13 de enero se conmemora el Día Mundial de la Lucha Contra la Depresión: para informarse, disminuir el estigma, estar atentos y ayudar.
La depresión afecta a más de 320 millones de personas en el mundo. Dentro de los adultos mayores, hay un 7% de la población que la padece y esto representa un 5,7% de los años vividos con una discapacidad.
La depresión en las personas mayores se diagnostica cuando se está durante más de dos semanas, todos los días la mayor parte del tiempo, con varios de los siguientes síntomas:
- Tristeza
- Disminución de la capacidad de disfrutar
- Reducción de la energía que produce una disminución de la actividades que realiza
- Dificultades para prestar atención
- Enlentecimiento de los pensamientos y/o los movimientos
- Cambios en el apetito y/o el sueño y/o el deseo sexual
- Ideas negativas sobre el pasado, presente o futuro e ideas de desesperanza
En general, los adultos mayores no consultan por sentirse tristes o deprimidos. Entre quienes padecen depresión es muy común que el motivo de consulta con su médico de cabecera sea algún malestar físico como dolor de panza, dolor de cabeza, cansancio general, otros. También es habitual que la realicen porque sienten que su memoria no está funcionando bien o que no se pueden concentrar.
Es importante tener en cuenta que estar deprimido es muy diferente a estar triste. Cuando uno le pregunta a un adulto mayor que está deprimido: “Usted se ha sentido triste muchas veces a lo largo de su vida, ¿es esto igual?”, las personas dicen inmediatamente que no, que lo sienten completamente diferente, que se sienten muy mal y que no pueden hacer nada. Hay que entender incluso que muchas personas están deprimidas sin sentirse tristes. Aunque usted no lo crea, la depresión sin tristeza es muy común.
El diagnóstico de la depresión se realiza mediante una entrevista al paciente y a una persona cercana que nos pueda corroborar la información. No hay ningún estudio complementario (análisis de sangre, estudio por imágenes, electroencefalograma, etcétera) que permita realizar el diagnóstico de esta enfermedad. Lo único que nos permiten estos estudios es descartar otras enfermedades que pueden estar produciendo los síntomas de la depresión, como por ejemplo una disminución de los glóbulos rojos que llevan el oxígeno por todo el cuerpo (anemia), una disminución de la hormona tiroidea (hipotiroidismo) o un tumor cerebral, etc.
Todavía no conocemos exactamente las causas de esta enfermedad, pero está científicamente comprobado que intervienen factores tanto biológicos como psicológicos y sociales. Debido a los distintos avances en el estudio de la depresión, actualmente disponemos de tratamientos muy efectivos: psicoterapias específicas, antidepresivos, neuromodulación y otros, que logran tasas altas de respuesta y remisión similares a otras enfermedades.
Este 13 de enero, la lucha continúa. Es necesario que quede claro que la depresión es una enfermedad y, por lo tanto, no depende de la voluntad. Nos afecta desde el pensamiento hasta los movimientos y es una enfermedad que tiene un tratamiento muy efectivo.
Cuando vean o escuchen a un adulto mayor que les parezca que puede estar deprimido, simplemente hablen con esa persona y recomiéndenle consultar con un profesional de la salud. Es el primer paso para disminuir su lucha y que pueda comenzar a vivir mejor.
*Por Julián Bustin, jefe de Gerontopsiquiatría y de la Clínica de la Memoria de INECO.
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