Ignacio Lucas Albarracín, vanguardista en la defensa por los derechos de los animales, fue el impulsor principal de sus derechos y es a quien se homenajea en el Día del Animal
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Cada 29 de abril se celebra en la Argentina el Día del Animal con el fin de brindar reconocimiento a la variedad de especies del país y prevenir su extinción. La elección de la fecha es en honor a Ignacio Lucas Albarracín, uno de los precursores nacionales en la lucha por los derechos de los animales. Albarracín también impulsó leyes e hizo un gran esfuerzo por concientizar sobre la explotación que padecen a diario y porqué su compañía es esencial para el bienestar personal.
Ya sea con mascotas, animales de campo o exóticos, se trata de una conexión única que –en varios casos– trasciende las barreras del lenguaje. Por ejemplo, en el caso de los equinos, su nobleza y sabiduría innata sintonizan perfectamente los pensamientos y emociones de quienes se encuentran a su lado.
Gracias a lo beneficioso que es relacionarse con ellos han surgido actividades deportivas, cursos, diplomaturas, certificaciones y prácticas para pasar más tiempo junto a ellos y valerse de las bondades que aportan a la vida humana. Un ejemplo es el coaching asistido con caballos (CAC), una metodología derivada del coaching tradicional, en la que el caballo se convierte en espejo emocional de la persona para que pueda trabajar sus emociones, capacidades y debilidades con el objetivo de generar cambios profundos y significativos en su vida.
Según el Dr. Robert M. Miller, veterinario norteamericano y experto en etología equina, el caballo es el más perceptivo de los animales domésticos. Tiene una gran sensibilidad, capacidad de aprendizaje y memoria muy desarrollados, que le permiten recordar sensaciones buenas o malas, ante ciertos estímulos.
Se cree que los equinos son capaces de leer las sutiles señales no verbales que revelan las personas tanto consciente como inconscientemente. Su habilidad innata para percibir las emociones y energías hace que cada interacción con ellos sea un espejo revelador. Por lo tanto, el coaching con caballos se convierte en un viaje de autodescubrimiento donde quienes participan aprenden a comunicarse más allá de las palabras y a encontrar la autenticidad dentro de sí mismos.
“Estos animales hoy están ayudando mucho a la sociedad. Este método de aprendizaje, que no es terapia, hace que una persona pueda darse cuenta y tratar las creencias limitantes que tiene y, consecuentemente, se desapegue de miedos y limitaciones”, cuenta a LA NACION, Nadine Bell, facilitadora e instructora de Coaching con Caballos.
Bell informa que uno de los beneficios de esta práctica es que lo que se aprende en las sesiones son elementos o características tan íntimas de una persona que perduran por siempre.
¿Cómo es una sesión?
Los animales están sueltos y cada uno tiene un bozal de color distinto para ser identificado. Las personas o grupos que van a hacer coaching se quedan solos vinculándose con los caballos, tocándolos o estando a la distancia, según explica Bell. “Un tiempo después me acerco, le pregunto cómo le fue y le cuento lo que yo observé de lejos”, agrega.
La experiencia es individual y cada uno percibe y la entiende de forma distinta. Por ese motivo, la interacción con los caballos y los aprendizajes que salen de las sesiones son únicos. Para entender mejor, Bell ilustra con un caso que tuvo recientemente: “Si alguien llega y en el momento de vincularse con los caballos estos se giran y le dan la espalda, puede ser que existan situaciones u objetos en la vida de ese sujeto que actúan como obstáculo. Luego yo me acerco y pregunto ‘¿sentís que hay trabas en tu historia que no permiten avanzar?’”, cuenta. La respuesta permitirá comenzar a desentrañar las cuestiones conflictivas o creencias limitantes que impulsaron a la persona a acudir al coaching.
Asimismo explica que hay ocasiones, extraordinarias, que se denominan “momento único” en las cuales el caballo se aparta de su comportamiento equino típico para reflejar lo que está ocurriendo internamente en el individuo.
“Esto me pasó con una señora que vino y el caballo se tiró al piso instantáneamente, pero en vez de bajar primero las patas de adelante y después las de atrás (que es como hacen naturalmente), bajó solo las patas de adelante y la cabeza y nunca las de atrás. En menos de un minuto decodificamos que lo que estaba haciendo era reflejo de que la señora tenía problemas de insomnio por la noche y no podía descansar correctamente”, dice Bell.
Los caballos ayudan a sanar
Un conjunto emergente de evidencia científica indica que la interacción de humanos con caballos mejora la salud física y mental tanto en niños que viven con discapacidades motoras como en adultos que luchan contra el trastorno de estrés postraumático (TEPT) o problemas cardíacos y psicológicos.
En el estudio titulado “Efectos de acariciar caballos en las respuestas de frecuencia cardíaca de humanos y caballos” se observó de cerca a tres grupos de individuos: uno de seis hombres con actitudes positivas hacia los animales de compañía, otro con seis hombres que tenían actitudes negativas hacia los equinos, y un grupo de seis hombres que pertenecían a un club de equitación.
Al comienzo de cada sesión de caricias, los expertos detectaron que la frecuencia cardíaca de los humanos era más alta que cuando finalizaban. Lo mismo ocurría con el ritmo cardíaco de los caballos: al principio aumentó, pero luego disminuyó a medida que la gente continuaba acariciándolos. Los autores del estudio evidenciaron que acariciar a los caballos puede ayudar a disminuir la tensión, el estrés y establecer un vínculo emocional entre las personas y los equinos.
Otra investigación realizada por la Universidad de Ohio sugiere que la equinoterapia, más comúnmente utilizada para niños y adolescentes con trastornos emocionales y del desarrollo, también podría ser una terapia efectiva para adultos con Alzheimer y otras formas de demencia. Los investigadores de la universidad norteamericana se asociaron con un centro de terapia equina y una residencia para adultos mayores y descubrieron que luego de que los pacientes con demencia cepillaran, alimentaran y pasearan caballos de manera segura bajo supervisión, esas experiencias “animaron su estado de ánimo” y los hicieron menos propensos a resistirse a la asistencia médica o tener reacciones violentas más tarde en el día”, señaló la institución en un comunicado de prensa.
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