Todavía hay resistencia a hablar de esta enfermedad que afecta a uno de cada tres argentinos; los tratamientos farmacológicos aumentaron su efectividad
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CÓRDOBA.- Los estudios científicos muestran que quienes sufren algún episodio de depresión a lo largo de su vida, suelen tener recaídas. Cinco por ciento de la población del planeta según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la sufre y uno de cada tres argentinos con datos del Estudio Argentino de Epidemiología en Salud Mental del 2018. En ese contexto se redoblan los esfuerzos para su detección temprana.
El WARN-D es un proyecto financiado por la Unión Europea que apunta a detectar quién corre el riesgo de caer en depresión y generar un programa personalizado para evitarlo. La iniciativa empezó en 2021 y se extenderá hasta 2026.
¿Qué se hace en la Argentina para la detección temprana de la depresión y, por lo tanto, su abordaje más efectivo? Los expertos consultados por LA NACION explican que la vía es la consulta temprana por parte de quien cree que está afectado; también están trabajando psiquiatras con médicos clínicos “entrenándolos” para derivaciones rápidas.
Marcelo Cetkovich, director médico y del departamento de Psiquiatría del Instituto de Neurología Cognitia (Ineco), señala que aunque hay estudios permanentes no existen marcadores biológicos que alerten sobre la depresión: “Hace 50 años que los esperamos; creíamos que algunos podían ser útiles, pero no se corroboraron científicamente. Hay que trabajar en la identificación precoz de factores de riesgo y de síntomas”.
Menciona, por ejemplo, que un antecedente familiar puede marcar una tendencia, una predisposición. El componente genético “más significativo”, de momento, se da en el trastorno bipolar por sobre otro tipo de depresión.
Apunta que se han realizado muchos estudios epidemiológicos que identificaron factores de riesgo estables y proximales, como las condiciones medio ambientales en la etapa precoz de la vida (pobreza, ser víctima de carencias materiales y afectivas): “Hay una trayectoria del estrés a lo largo de la vida, es como la teoría de los golpes sucesivos en los que están la predisposición genética, un entorno inadecuado, eventos vitales que se repiten, la convivencia con factores que desgastan”.
“La depresión es más sentible que visible -plantea Cetkovich-. Hay que saber distinguir la depresión de la tristeza; es más que estar triste. Es cuando, sin motivos, hay de manera persistente ansiedad, angustia, irritabilidad, pensamientos sobre la muerte que interfieren en la vida cotidiana. Hay que hacer una adecuada lectura de esos síntomas en el contexto socio-económico de la persona”.
El WARN-D lo que hace es acumular datos y analizarlos para buscar rasgos comunes entre quienes tienen propensión a la depresión. Más adelante desarrollarán una aplicación para monitorear la salud mental de un usuario en tiempo real y de combinar esta información con los datos de su entorno social, psicológico y biológico. Buscará detectar cuándo está a punto del quiebre, del derrumbe.
Para Cetkovich, es muy difícil prevenir la depresión porque es el interjuego entre “una predisposición genética y los avatares de la vida; lo que se puede tratar de hacer es vida lo más productiva y sana posible”.
“Hay poca consulta por el prejuicio de lo que implica la enfermedad mental”, admite Ricardo Corral, presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras. Advierte que son muchas las veces en que, cuando hay cuestiones vinculadas con el estado de ánimo de caído, “se plantea que se trata de voluntad”. Y grafica, “si una persona tiene diabetes, no se piensa que bajar la glucemia es con voluntad. La depresión es una alteración en neurotransmisores, no se resuelve con unas vacaciones”.
Subraya que hay tratamientos “muy efectivos” que no necesariamente implican medicación y coincide en que el diagnóstico precoz es “mejor y más efectivo porque significa menos deterioro de la trama social, del ámbito laboral, del rendimiento académico. Hay quienes tienen síntomas pero no tienen depresión, puede ser otra enfermedad, por eso se requiere el diagnóstico clínico que a veces se apoya en estudios complementarios”.
Consultar es la vía
Entre los especialistas hay consenso de que la depresión es “muy heterogénea” con lo que se multiplican los problemas para la tipificación y el diagnóstico -ratifican- sigue siendo predominantemente clínico.
El psiquiatra Carlos Morra detalla de que, según el DSM-V (manual de diagnóstico de trastornos mentales), hay unos 1500 tipos en función de las diferentes combinaciones, con lo que “cuesta” a los investigadores saber “si se está lidiando” con depresión o reacciones depresivas como es cuando, por un duelo, se hace un cuadro depresivo que, en general, cede espontáneamente.
“Frente a ese panorama heterogéneo de diferentes cuadros los tiempos de detección dependen de la clínica más que de lo biológico -continúa-. El 70% de las depresiones inicia el camino por atención primaria, por un médico clínico”. Morra enfatiza que el primer episodio “fija la historia de cómo va a funcionar el paciente; un tratamiento eficaz y sostenido el tiempo necesario determina que ese paciente tendrá mejor historia a futuro, menos tendencia a repetir episodios”.
En los casos más leves la intervención temprana con psicoterapia es clave y puede ofrecer la salida; el segundo camino es farmacológico. Los psiquiatras consultados enfatizan el rechazo a la práctica de la automedicación. “Hay condicionantes para elegir un medicamento sobre otro; cada uno es una llave de una puerta específica. Hay algunas ‘llaves maestras’ pero debe actuar el médico”, señala Morra, quien refiere que en dos semanas de indicado el fármaco debería haber “una mejoría de 25%”.
Cetkovich admite que el estrés es un factor “desencadenante” de la depresión y que, muchas veces, la persona consulta por ese motivo cuando el fondo es otro. “Es una enfermedad que, en la mayoría de los casos es episódica, puede volver y prolongarse, pero en la mayoría de los casos se supera”, abunda.
La pandemia del Covid 19 y las cuarentenas generaron más síntomas depresivos y, a medida que se fueron retirando, se empezaron a afrontar más episodios. “No hay que tener miedo de hablar de la depresión, pero hay que evitar dar consejos, sí acompañar”, añade.
Morra alerta que la consulta psico educativa “enseñar a detectar ciertos síntomas” por lo que considera pertinente hacerla cuando, por ejemplo, hay tristeza intensa, dificultad para pensar con claridad, trastornos del sueño y falta de interés por actividades que antes eran placenteras.
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