Especialistas analizan la situación social de cara a la asunción del presidente electo, Javier Milei, y qué es lo que se puede esperar a futuro
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“Una Argentina distinta es imposible con los mismos de siempre. Si seguimos haciendo lo mismo de hace 100 años no podemos esperar resultados distintos. Pongamos un punto y aparte”, enunciaba Javier Milei en unos de sus spots de campaña. Esa misma frase –pero sin la mención del país– se le atribuyó por años erróneamente a Albert Einstein, Mark Twain y a Benjamin Franklin; no obstante, según se ha podido rastrear recientemente, el texto corresponde a la novela de Rita Mae Brown, “Sudden Death” (Muerte súbita, en español), de 1983.
Independientemente de su carácter histórico, cualquier argentino seguramente recuerde haber escuchado una frase similar de un conocido en los últimos seis meses; una etapa temporal que, a la vez, se convirtió en uno de los períodos electorales más vertiginosos de la historia argentina. Y que de la misma forma en que generó incertidumbre en los partidos políticos, replicó lo mismo en los millones de votantes.
“Frente a la asunción de un presidente y una nueva situación social en general, los humanos reaccionamos de dos maneras: algunos con optimismo y otros, con pesimismo. La realidad es que en estos casos primero se da un clima de barajar propuestas y, en base a eso nacen las expectativas”, explica Ricardo Corral (M.N 67653), médico psiquiatra y presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP). Sumado a ello, el doctor añade que, habitualmente, frente a cualquier propuesta o decisión importante que se deba tomar, lo que priorizan las personas es estar mejor; “nadie quiere arriesgarse por algo y luego estar peor”, enfatiza.
En la misma línea, la licenciada en Psicología, Victoria Almiroty (M.N. 56875) hace hincapié en el fuerte significado que tomó el concepto de la libertad para la mayoría de los argentinos. “A nivel poblacional, después de la pandemia y por los motivos del confinamiento, todos pasaron a tomar más conciencia sobre la finitud de la vida y la muerte. Eso va de la mano con la libertad, lo frágil que es y lo que implica la posibilidad de perderla”, añade.
Expectativa e incertidumbre
Almiroty revela que desde su área profesional se infiere que entre lo más repetido por pacientes respecto de la política argentina se encuentran motivos varios: hartazgo generacional, preocupación por la economía de bolsillo, miedo por la inseguridad, sensación de inestabilidad y por sobre todo, el deseo de “no repetir la misma historia”.
Frente a esto se debe hacer un parate para mencionar la diferencia anímica que observan los profesionales entre los jóvenes y el resto de las generaciones. “Evidentemente como ellos se manejan más con las redes sociales y con caudales de información en tiempo real tienden a tener una mayor expectativa con las cosas que suceden. Tienen una neuroplasticidad tremenda que está en constante evolución dado que están todo el día aprendiendo cosas nuevas”, dice. En lo sucesivo, comenta que en su carrera como profesional “nunca escuché que tantos jóvenes quieran ir a la asunción de un nuevo presidente”.
Una sociedad al borde del colapso
La psicóloga asegura que, si bien atravesar la incertidumbre no es fácil, tampoco lo es quedarse en la queja constante que a largo plazo produce un mayor malestar. “Hay que salir del repliegue infantil en el que ‘mamá y papá' resuelven todo y todos se quejan en vez de elegir ser protagonistas de lo que pasa”, dice.
Justifican estas sensaciones los datos duros. La consultora Voices! en el marco de un estudio global realizado junto con WIN International, una asociación mundial líder en investigación de mercados y opinión pública, realizó una encuesta a casi 30.000 personas de 39 países del mundo en la cual los resultados de la Argentina son preocupantes: es el país de América Latina con peor evaluación del estado anímico dado que al evaluar las respuestas de los participantes, los argentinos mostraron un bajo estado de ánimo y un alto padecimiento de estrés en comparación con sujetos de otros países. Sumado a ello, otro informe reciente de las consultoras mencionadas pone de manifiesto otro alarmante dato: el 41% de los encuestados argentinos ha sido testigo de actos de maltrato o agresión en la vía pública en los últimos 30 días.
En añadidura, el Dr. Corral advierte: “estamos en una situación de salud mental muy crítica”. Según el experto, además de la gran cantidad de diagnósticos también influyen en la crisis los “factores protectores” que hacen que la salud mental se mantenga estable. “Nos enfrentamos a una realidad en la que hay un 45% de la gente bajo la línea de la pobreza, muchísimas personas que no cubren las necesidades básica resueltas, que no tienen acceso a la salud y a la educación”, informa.
Por su parte, Esteban Pittaro, secretario académico de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral, revela que la ansiedad post electoral es una realidad que no conoce de clases sociales. “El que puede vivir y el que apenas sobrevive necesitan que pase el tiempo rápido sin saber para qué. El que tiene que pagar el alquiler y no sabe a cuánto va a estar, el que no sabe si se puede ir de vacaciones, o si tiene que cambiar a sus hijos de colegio, o si puede pagar los aguinaldos, o si puede cobrar el aguinaldo… Son incertidumbres mucho más importantes para la vida de cada argentino que el nombre de quién ocupará finalmente la secretaría de un ministerio”, destaca.
Una estrategia de afrontamiento que nombra el académico es la de analizar, desde la óptica del observador, la vida de los países hermanos que también atravesaron procesos similares para poder entender mejor los cursos de acción a los que se podría enfrentar el país próximamente.
“Es cierto que en los países donde hay situaciones de crisis importante está el agregado de los factores de riesgo que se vinculan con este tema de no llegar a fin de mes, problemas económicos, familiares y de acceso a la salud y a la alimentación que, en definitiva, actúan en contra de la salud”, menciona el Dr. Corral.
Finalmente, Pittaro destaca que para evitar el mismo escenario de ineludible ansiedad en 2027 será imprescindible que se lo haya enfrentado o, al menos parcialmente, vencido. “Solo así la ansiedad será solo del plano político, una ansiedad que tenga que ver con expectativas ideológicas y no con esa angustiante y fundamentada percepción de que la subsistencia está en riesgo”, dice.
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