Las investigaciones indican que las personas bilingües disfrutan de algunos beneficios cognitivos en el futuro, pero probablemente requieran más que unas pocas lecciones de español a los 60 años
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Mi padre decidió empezar a aprender francés cuando tenía 57 años. Contrató a un profesor para que se reuniera con él dos veces por semana y completaba diligentemente sus tareas antes de cada lección. Al poco tiempo, estaba visitando la panadería francesa al otro lado de la ciudad para practicar su pronunciación (y comprar macarons). Ahora, 20 años después, tiene su tercer profesor.
A primera vista, su pasatiempo de jubilación parece un poco aleatorio (nuestra familia no tiene conexión con los países de habla francesa), pero su motivación era más profunda que la pasión por los macarons. Mi abuela desarrolló signos de la enfermedad de Alzheimer cuando tenía poco más de 70 años y los estudios sugieren que ser bilingüe puede retrasar la aparición de la enfermedad hasta cinco años.
Atraídos por ese beneficio potencial, muchas personas, como mi padre, han intentado aprender un nuevo idioma en la edad adulta. Según una encuesta realizada por la aplicación de aprendizaje de idiomas Memrise, el 57 por ciento de los usuarios informaron “mejorar la salud del cerebro” como motivación para utilizar el programa.
¿Pero es eso realmente posible? Los estudios sobre bilingüismo y demencia se realizaron en personas que han utilizado varios idiomas en su vida diaria desde al menos la edad adulta temprana. Está en debate si aprender otro idioma de manera casual más adelante confiere las mismas ventajas cognitivas.
Cómo el bilingüismo beneficia al cerebro que envejece
Muchas actividades están relacionadas con una mejor salud cerebral en la vejez, como tener más educación cuando se es más joven, actividad física y pasatiempos cognitivamente estimulantes. Sin embargo, los expertos dicen que hablar varios idiomas con regularidad puede ser especialmente beneficioso.
“Utilizamos el lenguaje en todos los aspectos de la vida diaria, por lo que un cerebro bilingüe está trabajando constantemente”, dice Mark Antoniou, profesor asociado de la Universidad Western Sydney en Australia, que se especializa en bilingüismo. “Realmente no se obtiene eso de otras experiencias enriquecedoras, como tocar un instrumento musical”, añade.
La edad a la que se aprende otro idioma parece ser menos importante que la frecuencia con la que se habla, detalla Caitlin Ware, ingeniera investigadora del Hospital Broca de París que estudia el bilingüismo y la salud cerebral. “El beneficio cognitivo es tener que inhibir tu lengua materna, lo que el cerebro se ve obligado a hacer si se está tratando de recordar las palabras correctas en otro idioma. Entonces, si se usa mucho el segundo idioma, se obtiene ese entrenamiento cognitivo”, dice.
Ese proceso, llamado inhibición cognitiva, está relacionado con un mejor funcionamiento ejecutivo. En teoría, al mejorar este tipo de procesos, el cerebro se vuelve más resistente a los deterioros causados por enfermedades como la demencia, un concepto conocido como reserva cognitiva. Cuanto más fuertes sean las facultades mentales, se piensa, más tiempo se puede funcionar normalmente, incluso si la salud del cerebro comienza a deteriorarse.
En un artículo histórico de 2007, investigadores de Toronto descubrieron que entre las personas con demencia, las que eran bilingües desarrollaban síntomas cuatro años más tarde, en promedio, que las que no lo eran. Varios estudios publicados desde entonces han reportado hallazgos similares, aunque otras investigaciones no han encontrado tal diferencia.
Aprendizaje posterior
La evidencia de los beneficios de aprender un segundo idioma como pasatiempo a los 60 años es más débil.
La investigación realizada por el Dr. Antoniou y sus colegas encontró que mientras los adultos chinos de 60 años o más mejoraron en las pruebas de cognición después de un programa de aprendizaje de idiomas de seis meses, las personas que jugaban juegos como Sudoku y crucigramas también lo hicieron. Otro pequeño estudio encontró que los italianos mayores que tomaron lecciones de inglés durante cuatro meses no vieron ninguna diferencia en sus puntajes de cognición, pero las personas que no tomaron las lecciones vieron sus puntajes disminuir. Dos estudios más recientes sobre el tema, publicados en 2023, prácticamente no encontraron diferencias en el rendimiento cognitivo después de que las personas participaron en programas de aprendizaje de idiomas.
Los científicos que realizaron esos estudios ofrecieron algunas explicaciones potenciales para sus decepcionantes resultados. Una es que los participantes eran voluntarios muy motivados, que tal vez ya habían alcanzado su máximo rendimiento para su edad, lo que dificultaba ver mejoras.
“Cuando reclutamos participantes, debemos tener cuidado: ¿son realmente representativos de la población?” dice Ware, quien ayudó a realizar uno de los experimentos. “¿Y su nivel cognitivo quizás sea demasiado alto?”, cuestiona.
Otra es que las intervenciones lingüísticas tal vez fueron demasiado breves. Los pocos estudios que analizan el tema han utilizado lecciones de idiomas que “eran muy diferentes en duración y frecuencia”, apunta Judith Grossman, quien investigó el tema como parte de su doctorado en la Universidad de Heidelberg en Alemania. Algunos estudios enseñaron a los participantes durante ocho meses, otros durante solo una semana muy intensa.
Para el Dr. Antoniou, los limitados hallazgos no son del todo sorprendentes. Nadie diría que aprender un nuevo idioma durante seis meses “sería lo mismo que haber usado dos idiomas durante toda la vida”, afirma. Pero sí cree que las lecciones de idiomas pueden proporcionar beneficios cognitivos al ser intelectualmente estimulantes.
Quizás lo más importante, dice Grossman, es que aprender otro idioma ofrece otras ventajas potenciales, como viajar o conectarse con nuevas comunidades. Mi padre, por ejemplo, siguió siendo amigo por correspondencia de su primer tutor después de que este regresara a París y también ha viajado a Francia (y a partes de Canadá de habla francesa) en numerosas ocasiones.
Y a sus 76 años, está tan listo como siempre.
Por Dana G. Smith
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